Sexo, drogas y el FBI: la creciente lista de estrellas de la música investigadas por los servicios de inteligencia
En la última semana, el FBI desclasificó su expediente en torno a la muerte de Kurt Cobain y un miembro de UB40 reveló que fueron espiados por el MI5 durante los 80. Dos nuevos casos que se suman a la larga historia de músicos alguna vez investigados o bajo vigilancia -por distintas razones- por las agencias de inteligencia de EE.UU. y Reino Unido. De Frank Sinatra y Michael Jackson a Thom Yorke y Liberace.
La semana pasada, dos noticias supuestamente inconexas y difundidas por la prensa de ambos lados del Atlántico volvieron a poner sobre la mesa un tema del que cada año se conocen más detalles y una relación que, al menos en el imaginario colectivo, parecía circunscrita a un pasado más remoto: el particular y a veces asombroso vínculo entre el FBI y los servicios de inteligencia de Reino Unido con diversas figuras del rock, el folk y la música pop del último siglo.
Un selecto grupo al que en los últimos días se sumó Kurt Cobain: el mes pasado, por razones que no han sido oficializadas, el FBI desclasificó su hasta ahora secreto archivo en torno al suicidio del líder de Nirvana, coincidiendo con el aniversario número 27 de la muerte del músico. Un documento de diez páginas cuyos detalles fueron publicados por la revista Rolling Stone el viernes pasado, y que incluye la respuesta de la oficina de investigación a diversos mensajes y teorías conspirativas recibidas por los agentes de la agencia en las últimas décadas.
Un día antes, el jueves 6, en una entrevista con el diario inglés The Guardian, el baterista y fundador de la banda británica de pop y reggae UB40, Jimmy Brown, reveló que durante los años de apogeo de su grupo, en la década del 80, cuando triunfaban con sencillos como Food for thought (1980) y su exitosa versión para Red red wine (1983), los integrantes fueron considerados una amenaza para la seguridad del país y espiados por el servicio de inteligencia del Reino Unido.
“El MI5 escuchaba nuestros teléfonos, vigilaba nuestras casas, todo ese tipo de cosas”, contó el baterista al diario. “Pensábamos, ‘¿no tienen criminales que atrapar?’ Éramos solo un grupo de volados, fumando marihuana y tocando música. No estábamos planeando la revolución, pero si la revolución sucedía, sabíamos de qué lado íbamos a estar”.
Las dos revelaciones de los últimos días confirman que el histórico interés y la preocupación que ambas agencias de investigación, y sobre todo la del Gobierno de Estados Unidos, ha mostrado sobre decenas de celebridades de la música. Y que la supuesta amenaza a la seguridad que estos artistas en su momento representaron -por su impacto cultural y eventualmente ideológico- no se quedó sólo en los años de J. Edgar Hoover y las grandes mafias ítaloamericanas, o del rock clásico de la era Nixon, continuando durante e incluso después de la Guerra Fría.
Desde que el FBI puso bajo vigilancia a legendarios jazzistas como Duke Ellington y Nat King Cole, como parte de su programa COINTELPRO, que buscaba reprimir los avances en los derechos civiles en EE.UU. y supuestamente defender a grupos comunistas o pacifistas (Ellington fue monitoreado durante cuarenta años, hasta su muerte), muchos objetivos de la oficina de investigación criminal de ese país han sido artistas afroamericanos. Y algunos bastante más contemporáneos.
Estrellas del hip hop de los 80 y los 90, de perfil rebelde, contestatario o gangsteril, fueron seguidas de cerca por los agentes federales por sus supuestas motivaciones políticas, incluidos Tupac Shakur, Notorious B.I.G. Eazy-E y Wu-Tang Clan, quienes incluso llegaron a ser considerados una “organización criminal importante” en los archivos del FBI, según un reporte del portal británico NME. En el caso de Notorious B.I.G., tal como en el de Kurt Cobain, el monitoreo ocurrió en plenos años 90, cuando la oficina decidió involucrarse en la investigación por su asesinato, con un archivo -a diferencia del líder de Nirvana- muy extenso de cerca de 300 páginas, que finalmente no habría arrojado resultados concluyentes, ya que el caso se cerró oficialmente en 2005.
Décadas antes, los integrantes de The Jimi Hendrix Experience daban por descontado que las drogas por las que fueron detenidos en Canadá fueron plantadas por las mismas autoridades que los detuvieron durante su paso por Toronto en 1969, motivadas por la supuesta “emancipación cultural negra” a la que el gobierno estadounidense le temía durante esos días.
Michael Jackson también se ganó un expediente del FBI, el cual fue actualizado durante varios años y desclasificado a fines de 2009, como parte de la llamada Ley de Libertad de Información. Eso sí, en el caso del Rey del Pop, por motivos muy distintos a sus afiliaciones políticas o uso de drogas ilícitas, sino por las diversas acusaciones contra el artista por abusos sexuales contra menores en la segunda etapa de su carrera.
Según se desprende del documento, la oficina de investigación criminal “hizo varias investigaciones” sobre Jackson, aunque ninguna de ellas terminó con evidencia de conducta criminal ni cargos contra el cantante. Entre 1993 y 2005, el hombre de Thriller fue investigado por la justicia de California debido a estas acusaciones de abuso infantil, y en ese entonces el FBI prestó asistencia técnica y de investigación durante los casos. La agencia federal, además, investigó las amenazas hechas contra Jackson y otros artistas por un sujeto llamado Frank Paul Jones, quien luego fue encarcelado por esos crímenes.
Y si se trata de teléfonos pinchados y espionaje en épocas más recientes, un caso paradigmático aunque no tan conocido es el de Thom Yorke, líder de Radiohead, quien en 2001, durante los días de mayor fama del conjunto, habría sido monitoreado de cerca por el MI5 británico, cuando el cantante apoyaba públicamente -en el sitio web del grupo- a manifestantes anticapitalistas, grupos de libertades civiles y al colectivo Reclaim The Streets (Recupera las Calles, en inglés), creado por ciudadanos a favor de la recuperación de espacios públicos.
Según comentó el líder de Radiohead a NME por esos días, el servicio de inteligencia británico estaba siguiendo de cerca a esos manifestantes -por supuestos vínculos con el terrorismo y grupos de subversión- y, aparentemente, a él mismo. “Sé algunas cosas sobre el MI5 que te volarían el cerebro. Pero no puedo decírtelas, porque ellos también me lo harán a mí. En serio”, declaró el músico.
Lennon, Morrison y J. Edgar Hoover
La mencionada Ley de Libertad de Información y la Ley de Privacidad en Estados Unidos han permitido hacer públicas una serie de informaciones y documentación del FBI que durante años fue considerada simplemente como mitología.
Según un libro sobre el tema publicado en 2010 por el historiador italiano Mimmo Franzinelli, Rock & servizi segreti (Rock y servicios secretos), el interés del FBI por los famosos y las celebridades estaba completamente ligado e influenciado por su creador, el legendario J. Edgar Hoover, quien mantenía su poder en base a la información que manejaba en torno a políticos pero también artistas. De hecho, según una reseña del libro publicada por el diario El País, en su momento “los trapos sucios de Frank Sinatra servían para presionar a los Kennedy, que compartían su debilidad por la carne femenina”.
En los 60, en tanto, durante los años de Nixon, hubo un largo patrón en Washington de monitoreo y vigilancia a estrellas de la música de distintas vertientes. En los últimos años, con la desclasificación de estos documentos, se han conocido más detalles en torno a estas operaciones y a los archivos que la agencia mantuvo sobre a músicos y artistas como John Lennon, Pete Seeger y Mama Cass Elliot de The Mamas and the Papas.
En el caso del ex Beatle, se ganó un expediente por sus declaraciones contra la guerra (al igual que muchas celebridades de la contracultura de los 60 y 70), mientras que Jim Morrison de The Doors fue seguido durante años y para 1968 acumulaba un archivo de 80 páginas, que incluía informes de 10 arrestos, principalmente por vagancia y borrachera.
De particular interés habría sido su “actuación lasciva y obscena” en un concierto de The Doors en New Haven, cuando el cantante, rodeado por la policía local como seguridad, empezó a hablar contra los uniformados y fue arrestado sobre el escenario.
El listado histórico, en cualquier caso, incluye muchos más nombres, algunos derechamente singulares o anecdóticos. El inofensivo grupo The Monkees fue investigado en los 60 por supuestos “mensajes subliminales” antiamericanos en sus conciertos; Robin Gibb de los Bee Gees lo mismo, por un telegrama “potencialmente amenazante” que envió al bufete de abogados que representaba a su entonces esposa en el proceso de divorcio, y el cantautor de country John Denver también tuvo su expediente, aunque en su caso por amenazas de muerte hechas contra él en 1979. Hasta el extravagante pianista Liberace tuvo su archivo, aunque habría sido por su afición a las apuestas clandestinas.
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