Una Guerra Brillante: llega la película que Harvey Weinstein nunca pudo estrenar
Desde mañana estará en los cines chilenos el filme donde Benedict Cumberbatch interpreta a Thomas Alva Edison. Era el filme que The Weinstein Company iba a exhibir cuando estalló el escándalo sexual del 2017: en el intertanto, la cinta fue vendida a otra compañía y su director la rehizo.
Es 1880, época de inventores y visionarios, de charlatanes e iluminados. En Nueva York, dos de los hombres más adelantados del momento buscan hacer mejor la vida de sus conciudadanos, pero también intentan ganar dinero. Por un lado, Thomas Alva Edison acaba de transformarse en la celebridad científica del momento al patentar su ampolleta. En el otro rincón de este cuadrilátero de cerebros, el ingeniero y empresario George Westinghouse ha amasado una buena fortuna con los ferrocarriles y la invención del freno combinado. Ambos tienen distintas ideas de cómo iluminar la ciudad de Nueva York y ninguno está dispuesto a perder esta batalla.
Esta disputa, que en su momento se llamó "la guerra de las corrientes", es la que se despliega en Una guerra brillante (2019), la película sobre el intento de Edison y Westinghouse por imponer su particular concepción de la electricidad a gran escala. Edison defendía la corriente continua y Westinghouse la corriente alterna La primera era más barata, pero tenía menor alcance. La segunda era mucho más onerosa, pero era capaz de iluminar ciudades. Con el paso de los años, entre 1880 y 1893, Westinghouse se hizo asesorar por el adelantado científico serbio Nicola Tesla y ganó la batalla: la corriente alterna es la que domina los alumbrados públicos de hoy en el mundo.
Con fecha de estreno en Chile para mañana, Una guerra brillante tiene en su elenco a una seguidilla de actores conocidos en roles históricos: Benedict Cumberbatch (Doctor Strange) es Thomas Alva Edison, Michael Shannon (La forma del agua) es George Westinghouse, Nicholas Hoult (Mad Max: Fury Road) es Nicola Tesla, Tom Holland (Spider-Man) es Samuel Insull, uno de los fundadores de General Electric, y Matthew Macfadyen (Orgullo y prejuicio) es el banquero J.P. Morgan, creador de la compañía de inversiones J.P. Morgan & Co.
La película la dirige el estadounidense Alfonso Gómez-Rejón (1972), quien en el 2012 se había hecho conocido por su filme Yo, él y Raquel y quien es uno de los cineastas protegidos por Martin Scorsese. De hecho, Una guerra brillante tuvo entre sus productores ejecutivos al director de El irlandés, pero el gran paraguas financiero de la cinta fue The Weinstein Company, la desaparecida compañía del magnate acusado de acoso y abuso sexual Harvey Weinstein.
Del limbo a la pantalla grande
Una guerra brillante estaba literalmente atrapada en las redes del escándalo, los juicios y los derechos intelectuales. Se trató de la última película que Harvey Weinstein financió con su compañía e incluso alcanzó a tener su estreno en septiembre del 2017 en el Festival de Toronto, con críticas más bien negativas.
En ese momento el productor alcanzó a decir a los medios que trabajaba en una reedición de la producción para alivianar la historia y hacerla más accesible al público. Fue apenas una declaración de intenciones que no pudo concretarse: en la primera semana de octubre, dos artículos casi paralelos de The New York Times y The New Yorker exhibieron las denuncias de acoso y violación de 12 mujeres contra el hombre fuerte de Hollywood.
El resto es la historia conocida del escándalo, el juicio aún en curso contra Weinstein y la declaración en bancarrota de su compañía The Weinstein Company. Un año después del estallido del caso, la recién formada compañía Lantern Entertainment compró los activos de The Weinstein Company y en abril del año pasado la empresa 101 Studios desembolsó 3 millones de dólares por los derechos de distribución internacional de Una guerra brillante, la película que dormía en las bodegas.
Se trata de un camino sinuoso y curioso. A la larga benefició a la película y a su director, quien gracias a una cláusula en el contrato que había firmado con Martin Scorsese (uno de los productores ejecutivos iniciales) tenía derecho al corte final de la producción. La disposición legal le permitió mejorar lo que estaba mal: cortó el filme en 10 minutos, filmó varias escenas adicionales con los actores principales y, como si se tratara de un rebautizo, estrenó la película en octubre del 2019 en Estados Unidos.
Esta vez las críticas fueron bastante mejores. Esa es la versión que desde mañana se podrá ver en Chile, la que vio como Harvey Weinstein desaparecía del mapa fílmico mundial.
https://www.youtube.com/watch?v=8vQP3xYywA8
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