Era un tema urgente. Las primeras medidas de descontaminación que se tomaron en la capital comenzaron en 1991, en la época de las micros de colores altamente contaminantes y cuando el smog era materia obligada de los noticiarios, tras la creación del Programa de Descontaminación Ambiental del Área Metropolitana de Santiago, en abril de 1990. Luego, con la entrada en vigor de la ley sobre Bases Generales del Medio Ambiente, se creó la Comisión Nacional de Medio Ambiente (Conama) y se dio paso a la elaboración de los Planes de Prevención y Descontaminación Atmosférica (PPDA). Así, en 1998, la Región Metropolitana ya contaba con un primer plan, cuya última actualización se realizó en noviembre de 2017.

¿Cuál era el objetivo de este plan? Según el Ministerio del Medio Ambiente (MMA), se trata de un instrumento de gestión ambiental que tiene como finalidad reducir los niveles de contaminación del aire, con el objeto de resguardar la salud de la población. Estos deben actualizarse cada 10 años y revisarse cada cinco, para incluso modificar ciertas medidas que pudiesen no estar funcionando o que necesitan de algunos ajustes. Ese período se cumple en 2022 para la RM.

De acuerdo con Sebastián Gallardo, Seremi de Medio Ambiente de la Región Metropolitana, el que viene es un período clave. “En términos generales, desde la aplicación del PPDA hemos tenido una mejora sustancial en la mayor cantidad de índices”, dice. Y agrega: “Tenemos un balance positivo y que se proyecta también de forma positiva”.

Sin ser un año bueno, añade la autoridad medioambiental, hay “mejores cifras que en 2015 y 2016. Entonces, más allá del pequeño repunte de este año, hay una tendencia a la baja que es notoria”.

Marcelo Fernández, jefe de Calidad del Aire del MMA, también mira en positivo: “El plan de la RM ya lleva prácticamente 30 años y el principal indicador que tiene es el de material particulado fino, que se ha reducido en un 71% en ese periodo”. En efecto, si en 1989 los niveles llegaban a 69 microgramos por metro cúbico de promedio anual, en 2020 -el último año con cifras cerradas-, bajaron a 20 microgramos por metro cúbico.

“Es una política de Estado que se ha mantenido en el tiempo, que ha producido profundas transformaciones y que ha permitido reducir la contaminación. El 71% de reducción no se explica por medidas de un día para otro, se explica por cambios estructurales”, añade Fernández, quien detalla que desde la actualización del plan en 2017 se ha reducido el material particulado fino en un 13%, pasando de 23 a 20 microgramos por metro cúbico como promedio anual.

Sin embargo, hay quienes no ven del todo bien el presente del PPDA. Uno de ellos es Claudio Orrego (DC), gobernador de la RM. “Esto dejó de ser prioridad para el gobierno actual y ahora retrocedimos seis años en términos de calidad del aire”, cree, antes de añadir que “es difícil evaluar un plan que no se aplica correctamente en los últimos tres años”.

El jefe de Calidad del Aire del MMA sale al paso: “La meteorología es muy determinante en la incidencia de los episodios críticos y no es correcto hacer balances de un año a otro”. Así, aporta los siguientes datos: en los últimos cuatro inviernos se registraron 127 episodios críticos, con 33 preemergencias y ninguna emergencia. “Si uno mira los cuatro años anteriores a estos, tenemos 170 episodios, de ellos, 43 son preemergencias y siete emergencias”, expone, con lo que asegura que “cuando se mira cada cuatro años se ve que hay una mejora significativa”.

En esa línea, Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Santiago, explica que efectivamente los inviernos secos y cálidos también empeoran la contaminación. “Las condiciones de ventilación mejoran considerablemente cuando tenemos el paso de sistemas frontales o sistemas asociados a lluvias”, asegura. Por tanto, agrega, no es una coincidencia que los inviernos con peores índices de contaminación en los últimos años (2015 y 2020) sean también de los más secos registrados.

Foto: Luis Sevilla Fajardo

Pablo Badenier, exministro DC de Medio Ambiente del segundo gobierno de Bachelet, entre 2014 y 2017, aporta su balance al plan: “Ha sido tremendamente exitoso considerando las concentraciones que se observaban a fines de los 90 y las concentraciones, fundamentalmente de material particulado, que se observan en estos últimos años”.

Marcelo Mena, sucesor de Badenier en Bachelet 2, cree que este invierno hubo un retroceso “muy grave” de episodios críticos, que tienen que ver “en gran parte con la falta de visibilidad del tema, la falta de fiscalización y por no ponerlo en agenda”.

Material particulado

Más allá de esas valoraciones, ¿en qué pie está la RM?, ¿cuánto ha servido el plan en la capital?, ¿qué se ha hecho?, ¿cuáles son los temas pendientes?, ¿dónde se quiere llegar y por dónde hay que caminar?

“El aumento en el uso de energía en las áreas urbanas y ciudades capitales, causado por la industria, el uso desenfrenado de vehículos, las calefacciones y otras actividades humanas ayudan al aumento de la contaminación ambiental causada por las emisiones de material particulado de diferentes tamaños”, analiza Luis Carrasco, académico del Departamento de Prevención de Riesgo y Medio Ambiente de la Universidad Tecnológica Metropolitana (Utem), que agrega que no se debe perder de vista que Santiago tiene casi la mitad de la población de Región Metropolitana, “lo que confabula cuando queremos descontaminar”.

A partir de la actualización de 2017, el PPDA para la RM comenzó a abarcar medidas enfocadas en el área industrial, residencial y de transportes, los tópicos justamente mencionados por el profesor de la Utem.

Para el primer aspecto se planteó, entre otros objetivos, la reducción del 30% de material particulado en grandes establecimientos para 2027, año en que concluiría la implementación de la última actualización del programa. Así, de acuerdo con la información entregada por el Seremi, hoy existen 68 grandes establecimientos en la RM, los cuales obtuvieron esa clasificación debido a que la sumatoria de todas sus fuentes estacionarias tienen emisiones que superan los límites establecidos.

Según norma el instructivo oficial, cada uno de estos grandes establecimientos o industrias debía presentar un plan de reducción de emisiones en un plazo de 12 meses. No obstante, hasta la fecha ninguna de las 68 cuenta con su Plan de Reducción de Emisiones aprobado.

“Si bien ha sido más lento, han habido ahí también algunas trabas, como diferencias de interpretación de la norma, pero que ya están todas resueltas y ellos están trabajando en sus planes”, justifica el Seremi, quien asegura que de aquí a diciembre debiesen tener al menos un 85% de los planes de reducción de emisiones aprobados.

Aquellas empresas que no tengan su plan aprobado para mayo del próximo año, que es cuando parte la Gestión de Episodios Críticos que va de mayo a agosto, no solo será la fuente contaminante la que deberán paralizar en días de emergencia o pre emergencia, sino toda la planta.

Otra de las medidas que se tomaron apunta a las residencias. Desde la nueva modificación del plan se encuentra prohibido en toda la provincia de Santiago, más las comunas de San Bernardo y Puente Alto, el uso de calefactores a leña residenciales.

“Se ha trabajado para incentivar y mejorar considerablemente el tema de la calefacción domiciliaria”, asegura Gallardo, quien detalla que en los últimos tres años se han cambiado más de 10.000 calefactores a leña por aire acondicionado y que si se considera que el 38% de la contaminación del aire de Santiago corresponde a la calefacción domiciliaria, “es una cifra muy importante el sacar de circulación esa cantidad de calefactores”.

Claudio Orrego replica: “En lo que no se ha avanzado desde que dejamos la Intendencia es la fiscalización del uso de leña como calefacción. Este gobierno dejó de fiscalizar”.

El área de transportes es otra de las aristas fundamentales del plan y que en la RM ha tenido relación con apuntar a la electro movilidad a través de buses eléctricos (hoy son casi 800 en la región y 10 electro terminales), además de la ampliación de líneas del Metro.

Asimismo, el plan considera entre sus medidas la construcción de 300 kilómetros de ciclovías. Hasta la fecha, y de acuerdo con información del Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones, desde 2018 se han revisado y aprobado 57,8 kilómetros de ellas, las que, según la autoridad, se suman a los 100 kilómetros ingresados para aprobación en la Dirección de Vialidad Metropolitana.

Con todo lo anterior, el Seremi Gallardo dice ver “una baja sustancial desde el 2017”, referido a las cifras de contaminación, aunque también tiene claro que si bien este año hubo un aumento, lo vuelve a justificar por el factor climatológico. “En julio tuvimos el 50% de los episodios críticos y 0,6 milímetros de agua caída. Eso es prácticamente nada, y es donde generalmente se concentra la peor calidad del aire en la región”, señala.

A pesar de todas las medidas tomadas, Cordero, el climatólogo de la Usach, advierte: “La concentración de contaminantes no solo depende de las emisiones, sino también está fuertemente influenciada por la ventilación”. Durante el invierno los vientos a nivel de superficie se debilitan y empeoran las condiciones de ventilación en Santiago. “Como resultado, las concentraciones típicas de material particulado fino se duplican respecto a las del verano”, añade el experto.

Efectividad de la restricción vehicular

La mirada de quienes han estado trabajando de cerca con los PPDA es bastante clara. Y en algunos casos crítica y decidora. Así, por ejemplo, Marcelo Fernández ve imposible fiscalizar a todo el mundo, pero cree que se debe apuntar a promover el cumplimiento de cuatro puntos que se deben observar en 2021, cuando toque la revisión: la calidad de las viviendas para reducir sus niveles de contaminación, el recambio de calefactores, ampliar la prohibición del uso de leña a todas las comunas de la región y avanzar “agresivamente” en transformar el transporte público hacia la electromovilidad.

“Los motores más antiguos contaminan más que los más nuevos. Ese es el sustento técnico de mantener la medida (de restricción vehicular)”, detalla al respecto Diego Edwards, académico en Ingeniería en Transporte y Logística de la Universidad Andrés Bello. Y agrega: “En el futuro cercano la restricción afectará a todos los vehículos con motor a combustión y privilegiará a vehículos con propulsión eléctrica, hidrógeno verde u otra fuente de energía limpia”.

En ese sentido, el exministro Badenier también ve temas pendientes en la normativa de los vehículos pesados. “La regulación emisiones del sector camiones mediante restricción vehicular o normas de emisión”, dice. Esto, además de creer que se debe avanzar hacia una mayor fiscalización de la leña para combustión residencial.

El uso de la leña parece ser un factor común a la hora del análisis. Mena, también exministro, expone su punto: “No hay estaciones de monitoreo adicionales que permitan que la misma ciudadanía de Buin, Melipilla o Peñaflor tome conciencia de los graves niveles de contaminación que sufren ellos mismos por el uso de la leña y que al mismo tiempo aportan a la contaminación regional”.

El otro tema que está al debe, explicita Mena, tiene que ver con la fiscalización de las medidas de transporte en general: “No está claro cómo está funcionando la fiscalización de vehículos para la restricción vehicular”. Esto, además de la poca fiscalización de los humos visibles. “Así también me dijo Carabineros que pasa”, asegura.

“No se fiscaliza correctamente en terreno a los vehículos que emiten humo visible”, concuerda el gobernador Orrego, que también ve como pendiente el trabajo con los municipios, además de advertir que no hay incentivos para el ingreso y uso de autos con tecnología limpia.

Ciclovías y teletrabajo

Si bien la etapa de análisis y evaluación de nuevas medidas comenzará el próximo año y con nuevas autoridades, el Seremi Gallardo deja entrever tres desafíos que, según él, son fundamentales para ser abordados en el corto plazo: actualizar el año de comparación de los reportes, incentivar el uso del transporte público y ampliar los PPDA a otras áreas para lograr la carbono neutralidad.

“Tenemos que ir actualizándolo en algunas cosas, por ejemplo en modelos predictivos respecto a la calidad del aire que tengan en consideración nuestra nueva realidad climática, porque ya deberíamos todos tener más que asumido que un año normal no es el 98”, dice, antes de añadir que se debe volver a incentivar el uso del transporte público y de la bicicleta.

El mayor uso de la micro y el Metro, eso sí, sufrió un retroceso este año, toda vez que 2021 exhibe un aumento en el mercado del parque automotriz y las proyecciones de expertos y autoridades hablan de un crecimiento cercano al 4,1% respecto de 2020, que ya había crecido 2,1% frente a 2019.

A pesar de esto, el jefe de Calidad del Aire del MMA apunta a que se debe insistir en las ciclovías, aunque estima que fue el miedo a contagiarse en el transporte público que originó el Covid lo que llevó al crecimiento del parque automotriz. “La pandemia incluso es un factor que puede explicar que haya más episodios críticos, pero eso no va a durar eternamente”, señala Fernández, quien cree que se debe promover y avanzar “en todo aquello que signifique no usar el auto, como más ciclovías, teletrabajo o lo que permita evitar viajes. Uno tiene que promover el transporte público”.

Foto: Juan Farías

El exministro Badenier, por su parte, cree que el sector transportes aún puede seguir disminuyendo emisiones permanentes en términos generales y, en episodios críticos, mediante restricciones, “pero también mediante mayor tecnología”.

Badenier encuentra respaldo en el académico Carrasco, quien dice que los contaminantes más relevantes en la capital corresponden a material particulado y óxidos de nitrógeno, “ambos fuertemente vinculados con el transporte, que es la principal fuente de contaminación en Santiago”.

Precisamente, los contaminantes más importantes encontrados por la autoridad regional medioambiental en uno de sus últimos análisis corresponden a los descritos por Carrasco y son a los que se apunta seguir reduciendo. El cómo es algo que los expertos ya proponen y que se tendrá que revisar el próximo año, cuando el actual Plan de Prevención y Descontaminación Atmosférica llegue a su quinto año de ejecución, el año en que se debe poner una pausa y analizar lo hecho hasta aquí.