El rol de la guerra mediática en el conflicto ucraniano
Mientras Occidente condena a Vladimir Putin, los medios rusos prohiben que los medios hablen de “guerra” y exhiben operaciones de precisiones “milimétricas”. China, a su vez, ha mirado para el lado, mientras que medios del mundo árabe reclaman un “doble estándar” en la cobertura.
La noche del jueves, buena parte del mundo observó atónito un ataque ruso contra la planta nuclear Zaporiyia, la mayor de Ucrania y de Europa. Horas más tardes, las agencias de monitoreo atómico descartaron que el incendio provocado en el complejo generara radiación. Desde Estados Unidos, The New York Time tituló: “Los rusos se apoderan de una planta nuclear; el fuego en el complejo está controlado”; en Reino Unido, la BBC se preguntaba “¿Qué tan peligroso fue el ataque a la planta nuclear de Ucrania?”; El País, de España, informó que “Rusia toma el control de Zaporiyia, la mayor central nuclear de Europa”; en Qatar, Al Jazeera, indicó que “Ucrania dice que hay varios muertos en medio de la incautación de la planta nuclear”, mientras que Globo, en Brasil, afirmó que el “ataque ruso no afectó los reactores de la mayor planta nuclear de Europa”. Detalles más, detalles menos, la mayoría de estos medios siguió una misma línea.
A la misma hora, pero en Rusia, el periódico Rossiyskaya Gazeta (sancionado por Google) exhibió un video titulado “el Ministerio de Defensa ruso mostró la destrucción del puesto de mando del Batallón Nacional Aidar por un dron”, acompañado de una nota que destacaba la “precisión milimétrica” del ataque aéreo. Sputnik, agencia de noticias oficialista y también castigada por Occidente, destacó que el Presidente “Zelensky deja Ucrania y se muda a Polonia”, mientras que el China Daily tampoco reportó indicios de la emergencia nuclear.
Las distintas aproximaciones a la acción ocurrida en la central Zaporiyia -o derechamente su omisión- evidencia los distintos relatos que los medios de cada zona de influencia del mundo han aplicado en la cobertura de la guerra. En Rusia, de hecho, el Presidente Vladimir Putin negó que su país haya bombardeado ciudades ucranianas, cuando la evidencia en fotografías y videos muestra una realidad diametralmente distinta.
El rol de las redes sociales
El explosivo crecimiento de las redes sociales está transformando el conflicto en Ucrania en un fenómeno único: mientras la Guerra del Golfo se transmitió a comienzos de los 90 por la televisión, hoy la ofensiva rusa se puede rastrear desde Instagram a TikTok. Incluso, a diferencia de la más reciente guerra en Siria, vía YouTube se puede observar la transmisión desde diversas cámaras de seguridad ubicadas en variados rincones del territorio ucraniano. Así, los líderes ucranianos y rusos han aprovechado la inmediatez de estas herramientas para mostrar lo que está ocurriendo.
“Las redes sociales representan un elemento de transformación del conflicto armado, diferente a todo lo que hemos visto antes”, señaló el profesor de la Escuela Wilder de Gobierno y Asuntos Públicos de la Virginia Commonwealth University, William V. Pelfrey, Jr., citado por Forbes. “Históricamente, las representaciones de la guerra en los medios fueron proporcionadas por los militares, y por lo tanto no es probable que sean representativas, o se derivaron de materiales incompletos y de contrabando”, agregó.
De acuerdo con este experto, “la naturaleza en tiempo real del video de alta calidad proporcionado desde cualquier teléfono celular, en cualquier lugar, en cualquier momento, transmitido en una red social siempre activa, con retuits o intercambios rápidos, significa que las personas en cualquier lugar pueden experimentar virtualmente algunos de los elementos del combate”.
En este marco, Google decidió sumarse a los vetos contra Rusia, acusando de “información falsa” a los distintos medios ligados al Kremlin. Alegando “circunstancias extraordinarias”, el buscador anunció el bloqueo del dinero procedente de la publicidad de las webs, aplicaciones y canales de vídeo de YouTube de todos los medios rusos sancionados por las potencias occidentales, para luego impedir el acceso a dichos canales desde cualquier punto de Europa.
¿Manipulación rusa?
Pero el bloqueo es de lado y lado. Cuando se inició la invasión rusa la semana pasada, el periódico independiente Nóvaya Gazeta -dirigido por el premio Nobel de la Paz 2021, el periodista Dmitri Muratov- publicó un editorial con un vídeo titulado “En contra de la guerra”. Sin embargo, pasaron los días y el material fue sustituido por una foto de Muratov con el siguiente mensaje: “Material borrado por orden de la fiscalía y el Roskomnadzor (Servicio Federal de Supervisión de las Telecomunicaciones, Tecnologías de la Información y Medios de Comunicación)”.
Días atrás, las autoridades rusas ordenaron a una decena de televisoras y periódicos rusos que eliminaran todo el contenido donde apareciera la palabra “guerra”, prohibida por el Kremlin. Y las sanciones son severas: parten por el bloqueo de la web y terminan en multas de decenas de miles de euros. En los recursos presentados por el Roskomnadzor se le imputa a la prensa contraria al régimen ruso que “bajo la apariencia de mensajes fiables, hay información socialmente significativa que no se corresponde con la realidad”.
En vez de guerra o invasión, en Rusia se habla de “operación especial”. Algunos medios, eso sí, se las han ingeniado para ironizar, a través de explicaciones (“esta operación especial, que no es una guerra”), las medidas del Kremlin.
Al mismo tiempo, la Duma (el Parlamento ruso) aprobó ayer un texto con duras penas de prisión y multas para aquellos que publiquen “informaciones falsas” sobre el Ejército. La decisión fue adoptada por unanimidad, con una ley que prevé hasta 15 años de cárcel si se divulgan informaciones que busquen “desacreditar” a las Fuerzas Armadas. “Esta ley se aplica a todos los ciudadanos, no sólo a los de Rusia”, señaló el presidente de la Comisión Para la Política de Información de la Duma, Alexander Jinshtein.
También ayer, el Roskomnadzor anunció haber limitado el acceso a los sitios web de la BBC y la Deutsche Welle, así como del portal independiente Meduza y de Radio Svoboda, antena rusa de RFE/RL (Radio Free Europe/Radio Liberty), que son financiados por el Congreso estadounidense.
La emblemática cadena de radio Ekho Moskvy (Ecos de Moscú), a su vez, anunció su disolución por el acoso sufrido, así como la televisora rusa Dojd tras haber sido bloqueada por su manera de cubrir la invasión. Znak, una página web de noticias, comunicó que dejaba de trabajar “por la gran cantidad de restricciones que han surgido recientemente en el funcionamiento de medios en Rusia”. Además, Rusia bloqueó Facebook, acusándolo de restringir el acceso a medios de comunicación locales.
En cambio, Russia Today (RT) en su versión América aseguró el jueves que cesará las emisiones y despedirá a la mayoría de su personal en Estados Unidos.
La ONG Reporteros Sin Fronteras ha denunciando cómo los periodistas rusos han sufrido acoso y detenciones por informar sobre la guerra.
“Doble estándar”
Desde el mundo árabe, con Al Jazeera a la cabeza, varios medios han criticado la cobertura que medios occcidentales -principalmente la prensa estadounidense- está llevando a cabo respecto de Ucrania. Esto, en comparación a cómo han cubierto los conflictos bélicos en Medio Oriente.
“Algunos medios, expertos y periodistas, han sido acusados de doble estándar por utilizar sus medios para elogiar la resistencia armada de Ucrania y ocultar su horror ante la forma en que un conflicto de este tipo podría ocurrirle a una nación ‘civilizada’”, se lee en un artículo de Al Jazeera titulado “Doble estándar”.
Pero en Estados Unidos también hacen una autocrítica. En una columna en The Washington Post, H.A Hellyer -investigador de la U. de Cambridge- plantea que la solidaridad con la población ucraniana no puede ser superficial: “Nuestros medios tienen un enorme papel que desempeñar para evitar esto. Muchos hacen un excelente trabajo, pero son demasiados los que necesitan mejorar más”.
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