Femenina y multicolor: la fanaticada del nuevo Presidente

Supporters of Chile's new President Gabriel Boric listen to him deliver a speech, outside La Moneda presidential palace in Santiago, Chile, Friday, March 11, 2022. The left-leaning former student leader was sworn in as Chile's new president on Friday, vowing to oversee a political and economic renovation. (AP Photo/Esteban Felix)

La Moneda y sus alrededores se llenaron de personas que incluso viajaron durante la noche del jueves para presenciar la asunción de Gabriel Boric como Presidente de Chile. En general, y salvo hechos aislados, fue una jornada tranquila, en la que los asistentes dijeron depositar altas expectativas en el nuevo Mandatario.


“¡Gabriel, amigo, el pueblo está contigo!”. Como un mantra, la frase es coreada una y cien veces por miles de personas. A medida que transcurre la tarde se oye más fuerte y a veces se mezcla con consignas referidas a los presos del estallido social, la Constitución, que Chile despertó o hacia el saliente Sebastián Piñera.

Son las 18.48 de la tarde en Santiago de Chile y el Ford Galaxie que traslada a Gabriel Boric ya realiza la parte final del recorrido que, pocos minutos después, lo tendrá en La Moneda dando su primer discurso como Presidente de la República, con decenas de banderas adornando la imagen. El himno patrio se entona con fuerza, cual partido de la Selección.

El día para el puntarenense ha sido frenético, así como también ha resultado para las miles de personas que salieron a las calles a ser parte de su acto de asunción. Algunos son vecinos y otros solo curiosos que se encontraron con la caravana. También los hay de regiones y todos debieron hacer fila, por ejemplo, para pasar por una suerte de control en Agustinas con Bandera en su camino a La Moneda.

Como Mirtha Nicul Lincoleo, que a sus 60 años tomó en solitario la medianoche del jueves un bus en Temuco que la dejó la mañana del 11 de marzo en uno de los terminales de la capital.

Viste a la usanza mapuche y, según dice, su motivación para haber llegado hasta Santiago radica en una sola palabra: confianza. “Tengo toda la fe de que con ellos haya una desmilitarización y solución al conflicto en el Walmapu”, dice. Y agrega: “Siento que a diferencia de todos los otros gobiernos, este que viene sí ha manifestado respeto por los pueblos originarios y ese es el gran cambio que se puede ver en la conducción de Gabriel Boric”.

En medio de eso, los nuevos ministros de Estado también reciben afecto. No están, la gente aún no los puede ver, pero los vítores nacen espontáneamente. El “¡Izkia, Izkia!”, “¡Camila, Camila!” o el “¡Giorgio, Giorgio!”, resuena más de una vez. Son, en definitiva, los rostros del recambio político de Chile.

“Me siento muy orgullosa de poder estar en la Plaza de la Constitución hoy. Me gusta mucho ver esta juventud. Me veo muy representada por ellos. Se ven libres, a diferencia de lo que fue mi generación”, dice Ruth Báez (67), quien llegó acompañada de su hermana Gloria (72). Como ellas, es posible apreciar a mucha gente de avanzada edad.

Las hermanas son vecinas del sector y guardan la esperanza de que “Gabriel Boric va a entregar alguna respuesta a los familiares de los detenidos desaparecidos”, expone Ruth, quien perdió a su marido en el contexto de la dictadura. Su hermana complementa: “Ahora sí se viene un verdadero nuevo aire. La Concertación y los políticos que pasaron posdictadura no hicieron ningún cambio… Los jóvenes lo harán”.

Las palabras de las hermanas se ven súbitamente interrumpidas por la ovación que surge al momento en que en algunas pantallas gigantes instaladas en las inmediaciones de La Moneda se ven las primeras imágenes del Mandatario, quien está próximo a llegar a su nueva oficina. La gente, en buen chileno, se vuelve loca, pero se da el tiempo de ayudar a una mujer que llega en silla de ruedas hasta el lugar. Lo único que empaña esta escena son incidentes que no pasaron a mayores y que obligaron a cerrar el Metro U. Católica.

Son las 19.14 y mientras Gabriel Boric hace ingreso a Palacio, en la Plaza de la Constitución ya no caben más personas y la expectación sólo crece. El primer discurso es esperado con ansias.

“Aguardamos este momento durante mucho tiempo”, dice Valentín Quiroga, quien está muy cerca de Gunie Breuel, una haitiana de 30 años que llegó hasta el lugar con el pequeño José Tuldois, su hijo chileno de cuatro años.

“Trabajo en un restaurante cerca de Matucana y pedí permiso en mi trabajo para venir. Me gusta mucho Boric, me encantó que ganara. Pese a que no puedo votar, siempre quise que él fuera el Presidente. Él le va a entregar soluciones a la gente migrante como yo”, asegura la vecina de Quinta Normal que está próxima a cumplir cinco años en territorio nacional junto a su marido.

La presión de la multitud es tal, que las rejas que la mantienen alejada de los accesos a La Moneda son corridas por Carabineros. Y como si el destino quisiera hacer un símil con la cantidad de mujeres ministras del nuevo gobierno, los asistentes, en su mayoría, son del sexo femenino. También abundan los niños.

Minutos antes de las 20 horas, el primer discurso de Boric arranca. Cuando más aplausos recibe es cuando menciona la lucha feminista, a los deudores por estudiar, a los detenidos desaparecidos, a que “no hay sequía, hay saqueo”, la lucha contra las AFP y los pueblos originarios. También cuando señala que “el pueblo de Chile es protagónico en este proceso” y que ellos, como gobierno, no estarían “aquí sin las movilizaciones de ustedes”.

El cierre haciendo alusión a Salvador Allende fue el momento cúlmine. Los gritos que se escuchan muestran que los asistentes no quieren quedar al margen de un momento histórico para el país.

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