Fernando Pereira, presidente Frente Amplio (FA) Uruguay: “La izquierda uruguaya ve en el FA chileno un espejo en el que mirar lo que queremos modificar”
Después de la derrota en las elecciones de 2019, la militancia frenteamplista uruguaya busca una renovación generacional. “Uruguay tiene que empezar ya a ver los procesos como el de Chile -donde un Presidente puede llegar (al poder) con 35 años- para que alguien pueda antes de los 40 años dirigir nuestro país”, señala en conversación con La Tercera.
A inicios de esta semana, Fernando Pereira Kosec se despidió después de 37 años de su labor como dirigente sindicalista uruguayo; gran parte de este periodo lideró el Plenario Intersindical de Trabajadores - Convención Nacional de Trabajadores (PIT-CNT). La renuncia se produjo después de su victoria en diciembre en las elecciones internas de la dirección del Frente Amplio (FA) Uruguay, por lo que en febrero asumió como el presidente de la fuerza política más importante de su país. Un conglomerado de izquierda que reúne un amplio espectro de fuerzas y que el año pasado cumplió 51 años.
En conversación con La Tercera desde Uruguay, Pereira celebra el triunfo frenteamplista del mandatario chileno electo, Gabriel Boric, aunque confirma que no viajará para la ceremonia de cambio de mando del 11 de marzo.
Como nuevo presidente del Frente Amplio Uruguay, ¿Es difícil aglutinar una diversidad tan amplia de sectores políticos?
No, Uruguay construyó la unidad en la diversidad a partir del Frente Amplio. El año 1971 se concretó, pero es un proceso que empezó 20 años antes y que supuso una unidad de acción, de valores, de principios y de ideas, y que 50 años después puede mantener marxistas y cristianos, socialdemócratas y anarcosindicalistas, personas proveniente de los partidos tradicionales del Uruguay, en una misma coalición que tiene objetivos claros en el sentido del progreso nacional, del país productivo, con justicia social y desarrollo democrático. Y esa unidad se mantiene hasta hoy y sigue siendo el partido más grande del Uruguay, por lo menos desde 2004 para acá.
Con cuatro décadas de liderazgos, una serie de victorias a cuestas y sus principales figuras jubiladas, ¿Qué busca impulsar desde el liderazgo del FA?
La política nos invita a pensarla en la actualidad y hay vientos de cambio. Primero, cambios programáticos, un partido con paridad, la dirección del FA que acabamos de elegir tiene 8 hombres y 8 mujeres y en esa lógica vamos a trabajar para que todas las políticas que atraviesa el programa tenga una transversalidad de género y una mirada desde el feminismo que nos posibilite una sociedad moderna e igualitaria. La renovación generacional, Uruguay tiene que empezar ya a ver los procesos como el de Chile, donde un presidente puede llegar con 35 años, para que alguien pueda llegar antes de los 40 años a dirigir Uruguay. Eso supone una renovación y acceso a la política de personas que tienen otra edad, otra formación, otra comunicación y que la izquierda política uruguaya tiene que poder entenderla.
La prensa lo describió como “Siempre afín a la izquierda”. Vemos por un lado críticas contra el modelo en Venezuela, Nicaragua y Cuba, pero también el surgimiento de nuevos estilos de liderazgo progresistas, como el Gabriel Boric. ¿Cuál es el escenario de la izquierda hoy en América Latina?
Es una gran noticia la victoria de Boric. Espero verlo dentro de poco, he estado hablando con Giorgio Jackson cuando visitó a Uruguay. Fue una charla muy profunda e interesante y una demostración que jóvenes de treinteañeros pueden gobernar un país. Son conscientes que los cambios tienen que hacerlo con consensos sociales amplios y eso lo van a trabajar. También es una gran noticia que Lula este con 20 o 30 puntos en las encuestas en Brasil o que Gustavo Petro encabece los sondeos en Colombia. Hay una segunda ola de izquierda que tiene entre sus cambios que son profundamente democráticas, que ganan elecciones ampliamente y que como desafío tienen construir políticas regionales para avanzar en la integración.
A diferencia del FA uruguayo, una fuerza política de larga data fundado en 1971 con figuras potentes como José Mujica, el FA chileno es un partido joven con líderes surgidos de movimientos estudiantiles, ¿cuáles son las similitudes que ve entre el colectivo uruguayo y el chileno?
Nos juntan los valores. Hay que estudiar el proceso del FA chileno, pedí información y la tengo arriba de mi escritorio, porque nació de una protesta estudiantil y construyó tal nivel de apoyos que el FA uruguayo no solo puede apoyar, sino que tiene que aprender. Del proceso chileno, toda América Latina tiene mucho para aprender porque hay renovación generacional, de ideas, de valentía política, un discurso sintoniza.
Además de las reuniones con Jackson, ¿asistirá al cambio de mando en marzo?
Para el cambio de mando de marzo no porque estoy con el referéndum del 17 de marzo. Va a ir una delegación de compañeros del FA, y uno de ellos, el senador Alejandro Sánchez. Pero después que inicie el nuevo gobierno cuando haya un espacio a la agenda de Boric, sin duda voy a ir porque es un tema relevante para nosotros. La izquierda uruguaya democrática y pacificadora, encuentra en el Frente Amplio chileno un espejo en el que poder mirar muchas de las cosas que queremos modificar.
Recientemente se unió al Grupo de Puebla, ¿es importante construir bloques progresistas regionales?
A nosotros cada tanto nos ponen como si fuera un problema que hubiera un bloque progresista. Los mejores años de la América Latina de los últimos 70 años fueron esta ola progresista de 15 años, con lo que pasó en Brasil, Uruguay, Ecuador y Bolivia, uno siente que se generó un continente que disminuyó la desigualdad en una región muy desigual.
¿La unidad progresista podría compensar el alza de extremos políticos y de populismos en la región?
Tiene que ser el objetivo, que las derechas crezcan es crudo, que alguien se anime en una campaña electoral en Chile a defender el pinochetismo no deja de ser un dato de la realidad por el que hay que tener un debate de hegemonía cultural. Si una parte de los chilenos piensan que Pinochet generó mejores condiciones de vida para sus habitantes o que generó derechos cuando en realidad fue un genocida, estamos ante un problema grave. Lo mismo pasaría con la dictadura en Uruguay o en Argentina. Si reivindican estos episodios y no hay un rechazo unánime, es que hay cosas en las que estamos fallando.
Vientos de cambio en el FA uruguayo
¿Cómo describiría al Frente Amplio uruguayo?
Como la unidad de todas aquellas personas que creen que una sociedad donde lo productivo con distribución de la riqueza y profundización democrática es posible. Y estas definiciones, que parecen pocas, luego terminan siendo revolucionarias.
¿Cuáles fueron las claves del Frente Amplio para ser desde 1999 la primera fuerza en ambas cámaras en Uruguay y ocupar la presidencia desde 2005 a 2020?
Es un partido creíble y democrático. Durante 15 años con mayoría parlamentaria no se persiguió a ningún periodista, opositor o político. No hubo nadie detenido en Uruguay por tener una posición diferente al gobierno. Construyó un proceso de transformaciones que luego fue reflejado en la práctica. El FA cambió la matriz tributaria, la matriz energética, lo que nos permite tener soberanía energética, duplicó el presupuesto educativo, construyó un sistema nacional integrado de salud que permitió que tanto en salud pública como en la privada, la totalidad de los uruguayos tuvieran asistencia, lo que amortiguó los efectos del Covid-19. Entregó a cada niño uruguayo un computador, pero colocó en cada escuela, en cada liceo y en cada plaza Internet. Construyó una política laboral que permitió el crecimiento salarial en promedio 56% y fortaleció a los sindicatos, que multiplicando su afiliación de 110 mil afiliados a 440 mil. Todo esto le dio credibilidad y por algo las encuestas hoy nos dan un 40% del electorado.
Aún con los avances, ¿Por qué cree que el uruguayo prefirió en las elecciones de 2019 no renovar un mandato frenteamplista?
Porque la política no son solo resultados. La gente tiene que ver una esperanza de futuro y tal vez perdimos el diálogo entre gobierno, partido y la conexión con la sociedad. Gobernamos para la gente, pero no con la gente. Cuando uno deja de escuchar, el otro te deja escuchar.
¿Han tenido tiempo para evaluar en qué se equivocaron? Por ejemplo, fue un error la candidatura de Daniel Martínez
No creo que ese haya sido el problema. Las encuestas señalaban un problema de conexión con la sociedad que excede a Martínez, él pudo haber sido un factor, pero para mí el factor principal es la desconexión del FA con la sociedad y es lo que estamos corrigiendo. Culpabilizar a una sola persona de la derrota sería un error.
¿Cómo evalúa el mandato del Presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou?
Ha sido muy negativo para los uruguayos. Nos prometieron los mejores 5 años de nuestras vidas, que cambiar sería bueno y son los peores dos años de los últimos 17. Respetuosamente, porque la política en Uruguay tiene respeto, pero son dos años de caída consecutiva del salario, de las jubilaciones, aumentos importantes de los combustibles, lo que también complica el ingreso de los hogares. Prometieron no modificar los impuestos y lo hicieron igual, cuando la gente va al supermercado en el Uruguay sabe que con lo que gana compra menos.
¿Y con respecto al manejo de la pandemia?
La pandemia creo que supo entenderla, pero también la oposición ayudó mucho. Hubo consenso político en el Uruguay mayoritario de que la vacuna era la solución y, tanto el FA como los partidos que integran la coalición lo aprobaron. Y si bien hay grupos minoritarios que se han declarado antivacunas más del 80 % de los uruguayos se han vacunado y eso es una política claramente positiva, que cualquier país donde la oposición se coloque del otro lado no llegan a esos guarismos.
Haciendo una breve paneo a nivel regional. ¿Por que cree que en Uruguay no hemos visto la tendencia de estallidos o movilizaciones sociales como en la región?
Uruguay tal vez tenga algunas características que le permiten que su sistema de diálogo social sea más potente que en otros países de América Latina y porque probablemente tenemos resuelto algunos temas que otros países de la región no, como la seguridad social, la educación pública gratuita, laica y obligatoria. La protesta está canalizada a través de las organizaciones sociales que existen en Uruguay. Esto no quiere ni de cerca decir que no hay gente pasándola mal, sino que se han encontrado lógicas de diálogo que nos han permitido atravesar estas circunstancias sin estallido, lo que no quiere decir sin protesta, porque Uruguay debe ser de los países de América Latina que más protesta hace.
¿Cuáles son los desafíos para reinventar al partido para las nuevas generaciones?
Hay que abrir la puerta a jóvenes, mujeres y hombres dispuestos a militar en el FA. Son nuevas formas y con banderas bastante más éticas que las nuestras. Cuando yo tenía 18 años no levantaba la bandera de la diversidad, más bien era medio homofóbico. Y esto mi generación lo tiene que admitir como un problema que tuvo que resolver.
¿Y ahora levanta la bandera LGTB+?
Claro que sí, pero las generaciones de ahora lo hicieron primero. No puedo decir que cuando tenía su edad yo la levantaba, lo hago ahora también empujado por los vientos del feminismo, de las juventudes, de los movimientos de DD.HH. La izquierda no tiene que exigir que participen en la orgánica partidaria, porque probablemente no quieran, pero si tiene que ser capaz de escuchar a los jóvenes. Si el feminismo vino a cambiar el mundo, cómo no va a cambiar el Frente Amplio.
¿Está fuera de la mesa su eventual una candidatura presidencial?
Sí, totalmente. Por la autocrítica que mencioné. Yo he dicho que no voy a ser candidato a la presidencia, Senado o Cámara de Diputados, por más aspiraciones que cada persona pueda tener, simplemente porque entiendo que este papel es el más importante que un frenteamplista puede tener porque el desafío es pensar
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