Javier Sajuria: “La tesis maximalista perdió terreno en el oficialismo, el golpe de gracia fue el plebiscito”
El director de Espacio Público plantea que el Frente Amplio ha tenido un proceso de aprendizaje en los meses que llevan en el poder. Sobre el liderazgo del Presidente Boric, dice que “ha ido entendiendo de a poco que el rol que tenía durante sus primeros tiempos como diputado requieren moderación”.
Una alianza de gobierno con el Socialismo Democrático, la visita a La Araucanía y el respaldo a un presidente de la Cámara del Partido Liberal. Esas son algunas de las señales que Javier Sajuria, abogado y director de Espacio Público, identifica que ha tenido el Frente Amplio (FA) y que dan cuenta de que intentan dejar atrás sus maximalismos y abrazar con fuerza al Socialismo Democrático. El resultado del referéndum del 4 de septiembre, dice, intensificó el ritmo de esa transformación.
¿Cómo describiría el momento que atraviesa actualmente el FA?
Siempre ha habido una pugna entre quienes han planteado un camino propio o el camino incluyendo a sectores del Socialismo Democrático, y de a poco se ha ido convirtiendo en la estrategia de gobierno. Al principio del gobierno se hablaba de los círculos concéntricos, donde había cierta jerarquía en las fuerzas políticas y poco a poco hemos visto que esto es más un trabajo entre pares. La tesis maximalista perdió terreno, el golpe de gracia fue el plebiscito, donde el maximalismo dentro del mundo del oficialismo se vio duramente derrotado. Hoy día estamos en una situación en la que la coordinación con fuerzas más diversas se vuelve esencial no solo para la supervivencia del gobierno, sino también para la agenda que el gobierno quiere impulsar.
Esta semana, el Presidente tuvo que llamar al orden a Apruebo Dignidad ante la presión por congelar la tarifa del transporte. ¿Existe descoordinación con su coalición?
El Presidente está haciendo lo que uno esperaría: arrancarse de las posiciones maximalistas y plantearse en un escenario más realista. Hay cierto golpe de realidad que está viviendo el equipo que está en el Ejecutivo y que a veces pareciera que el equipo de la coalición que está en el Parlamento no quiere o no es capaz de ver.
Algunos sugieren que el plebiscito fue un balde de agua fría para el FA. ¿Le hace sentido?
Desde el punto de vista de la madurez del gobierno, de a poco el gobierno ha ido atendiendo el fracaso del proceso. El cambio de gabinete fue particularmente revelador en ese sentido. Ha sido constante ese ir abrazando el Socialismo Democrático.
¿Cree que los meses que llevan en el gobierno han planteado un dilema en la identidad del FA?
A nivel comparado, cuando los partidos que uno llama de nicho empiezan a asumir posiciones de poder, hay aprendizajes que hacen que el trabajo deje de ser testimonial, un ejercicio meramente demostrativo para satisfacer ciertos intereses. Eso está ocurriendo en el FA. Cuando los partidos y las fuerzas políticas (de nicho) no hacen ese proceso de crecimiento, o se mantienen chicos o mueren. Ese aprendizaje va a ser un poco de porrazo, un poco duro, pero es aprendizaje.
¿Ve que el FA ha sido un conglomerado leal?
Sí. Creo que no es problema de falta de lealtad, es un problema de cuáles son los roles de cada uno de los poderes del Estado. No es fácil para ninguna coalición, y mucho menos para una que es primera vez que gobierna, tener que jugar esos dos roles: representación en el Congreso, que tiene una función de hacerle contrapeso al Presidente, y por otro lado, tener que gobernar.
¿Y en el caso del Partido Comunista? ¿Existe lealtad de ellos?
Cuando fue el segundo gobierno de Bachelet, fue bastante leal. En este gobierno ellos saben que tienen más poder. Están en el gobierno de una forma que nunca han estado. Por lo tanto, buscan ejercer liderazgo en esos espacios.
¿Es posible que hoy el gobierno esté más cerca del Socialismo Democrático que de Apruebo Dignidad?
De a poco han ido asumiendo que es importante construir mayorías ciudadanas. Pasaron de la lógica de los círculos concéntricos, de la primacía de Apruebo Dignidad, a un espacio de iguales (con el Socialismo Democrático).
¿Eso podría afectar las expectativas que tiene el Presidente de las transformaciones estructurales?
El Presidente y el gobierno han mostrado una agenda de transformaciones estructurales bien fuerte: la reforma tributaria y la reforma de pensiones. Por ese lado, no ha bajado la ambición.
Entonces, ¿no imagina que el programa pueda derivar en una continuidad de lo que fue el segundo gobierno de Bachelet?
Lo que pasa es que el programa de gobierno con el que Gabriel Boric se presentó a la segunda vuelta tenía muchos elementos del mundo del Socialismo Democrático. Este gobierno no está pensando en gobernar con el programa con el que perdió en primera vuelta, sino con el programa de transformaciones de la segunda vuelta. Lo que pasa es que se nos olvida que este gobierno salió electo gracias a esa inclusión en el programa.
La oposición se ha encargado de mostrar lo que el Presidente Boric decía como diputado y lo que dice hoy. ¿Cómo explica ese tipo de contradicciones?
El Presidente ha ido entendiendo de a poco que el rol y las posturas maximalistas que tenía durante sus primeros tiempos como diputado requieren moderación. A veces pasa que se sobregira un poco. Pero no me extraña, todos los presidentes hacen eso. Es la lógica de que los grandes líderes son un poco traidores a su tribu de origen.
¿Cómo ha visto la discusión constitucional que desarrollan los partidos?
Tengo una postura algo pesimista con respecto al futuro del proceso constituyente. De a poco se ha ido desinflando el tema, porque no estamos con las presiones que teníamos en 2019, donde las fuerzas políticas estaban mucho más disponibles a entregar poder.
¿A quién ve con menos ganas de continuar, al oficialismo o a la derecha?
Están arrastrando los pies, con distintas justificaciones. En el caso del oficialismo, está todo el tema respecto a la elección, si va a ser 100% electa o no, hay discusiones sobre el mecanismo de elección, el sistema electoral. En el caso de la oposición, ha habido dudas respecto de la composición.
¿Considera que sería dramático para el oficialismo que el nuevo texto constitucional termine siendo redactado por un comité experto o un órgano mixto?
El mecanismo por el cual se redacte la nueva Constitución, si es que se redacta, tiene que buscar la legitimidad pública. Quizás eso sea una derrota cultural para ciertos sectores de izquierda, que eso sea con la composición de expertos o mixta, pero hay que entender también los intereses ciudadanos.
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