José Miguel Vivanco y su despedida de HRW: Bitácora de un chileno que incomodó al poder
Tras casi 30 años como director para las Américas de Human Rights Watch, el abogado chileno se despidió esta semana del organismo defensor de derechos humanos. En esta entrevista con La Tercera cuenta en detalle las reuniones de alta tensión que sostuvo con dirigentes como Fidel Castro y Hugo Chávez, además del día en que Álvaro Uribe perdió el control y lo calificó como “embajador de las Farc”. También narra su gestión durante el estallido social en Chile.
El 31 de enero fue el último día de José Miguel Vivanco en Human Rights Watch (HRW), organismo dedicado a la defensa y promoción de los derechos humanos, donde ingresó como director para las Américas en 1994. Abogado de la Universidad de Chile, en ese momento Vivanco tenía 33 años y su primera misión no fue precisamente sencilla: abogar por los presos políticos en la Cuba de Fidel Castro. A HRW Vivanco postuló como cualquier hijo de vecino, después de un paso por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, un posgrado en Harvard y el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (Cejil), que él mismo fundó.
En sus casi 30 años al mando de la división regional de HRW, y entre muchos sinsabores, Vivanco debió enfrentar la expulsión de Venezuela (Hugo Chávez lo acusó de hacer el “trabajo sucio del imperio”), la furia del Presidente colombiano Álvaro Uribe y momentos de alta complejidad, como el estallido social de 2019 en Chile. Pero también su trabajo y permanentes denuncias de violaciones a los DD.HH. a lo largo y ancho del continente americano tuvieron frutos significativos. En esta entrevista telefónica desde México -donde continuará su labor de manera independiente-, Vivanco aborda con La Tercera cuatro episodios clave de su larga gestión al mando de HRW.
A gritos con Fidel Castro
Marzo de 1995. Tras entrevistarse en París con Danielle Mitterrand -la entonces primera dama francesa- y después de muchas idas y vueltas, el líder cubano aceptó una misión internacional para estudiar la situación de los presos en Cuba. “Prometo estudiar caso a caso”, dijo el Presidente cubano. Semanas después esa misión aterrizó en La Habana con un chileno a bordo: José Miguel Vivanco, en su calidad de representante de HRW. En ese momento, las cifras de distintos organismos de DD.HH. sobre prisioneros políticos en la isla superaban los dos mil casos.
“El listado que le entregaron los franceses al gobierno cubano fue de solo 24 casos. Recorrimos unas 10 cárceles desde Santiago de Cuba a La Habana”, recuerda Vivanco. El entonces directivo de HRW tenía un método particular y “secreto” para entrevistar a los presos: les pasaba un papelito sencillo ante el temor de que los estuvieran grabando. “Les decía: ‘Mira, si puedes, descríbeme o dibuja esta cárcel, y segunda pregunta, ¿hay celdas de castigo? Si puedes y si quieres, teniendo en cuenta que esta reunión probablemente está siendo filmada, dibújame en qué sitios hay esas celdas de castigo. Descríbeme en qué consisten’. Entonces tenía al segundo trabajando, mientras entrevistaba al primero”.
Si esa labor fue compleja, lo que vino después fue un desafío mayor: una reunión con el propio Fidel en el Palacio de la Revolución. “Nos citaron como a las 19.00. Al rato apareció Castro y los franceses quedaron muy impactados. En un tremendo salón Fidel tenía los 24 expedientes. En un momento yo le hablé de un poeta-pacifista condenado a 20 años de cárcel. ‘Es una barbaridad, algo propio de la inquisición española’, le dije, tras lo cual me respondió: ‘Pero es que eso del pacifismo es un engaño. Supuestos intelectuales se disfrazan de pacifistas, pero lo que realmente buscan es la rebelión’”.
-¡Tu no entiendes nada de nada, aquí nosotros estamos frente a una gran conspiración internacional que está buscando el aniquilamiento de todo un pueblo! -dijo Castro, ya a los gritos.
Con el correr de las horas, la conversación subió aún más de tono. En otro momento, Vivanco le expuso a Castro el caso de un joven condenado a 14 años de prisión por tener una copia de la declaración universal de derechos humanos de la ONU. Pero Fidel no cedió:
-Veamos el expediente. Sí, efectivamente le encontraron eso... Pero mira, aquí él nunca confesó cómo logró una copia de la declaración universal, porque nosotros no la distribuimos en Cuba, por lo que es un caso muy sospechoso cómo obtuvo una copia. Entonces como no confesó eso, quiere decir que estuvo en contacto probablemente con los europeos o americanos, y alguien le pasó una copia y eso pasa a ser una actividad contrarrevolucionaria.
La tensa reunión finalizó cerca de las cuatro de la madrugada y con la promesa de liberación de apenas seis presos.
Chávez, Allende y Pinochet
11 de abril de 2002. Tras semanas de inestabilidad y alta polarización, Hugo Chávez fue depuesto del poder y retenido por el alto mando de las FF.AA. en el Fuerte Tiuna, en Caracas. En la madrugada del 13 de abril fue llevado a una prisión militar en la isla La Orchila, desde donde se las arregló para escribir una nota y luego comunicar que él no había renunciado. Horas más tarde, Chávez fue liberado por un grupo de militares leales y repuesto como Presidente.
“A mí al Presidente Chávez me lo presentó Jimmy Carter. Cuando sufrió el golpe, yo fui el primero que salió a denunciar, porque nadie renuncia voluntariamente al poder con una pistola en el pecho. Yo hice un llamado para que los presidentes aplicaran la Carta Democrática para restituir a Chávez, porque se trataba de un golpe. Seis meses después me reuní con él en Caracas”, cuenta Vivanco.
-José Miguel, nunca, nunca, nunca olvidaré lo que hiciste por la democracia venezolana y lo que hiciste por este Presidente Hugo Chávez -le dijo.
-Yo quiero que le quede claro que tengo un compromiso con la democracia. A mí me da igual quién gobierne en Venezuela. Esto no lo hice por razones ideológicas -respondió Vivanco.
Chávez no quedó muy contento con el comentario. Además, Vivanco luego enumeró varias problemáticas, como el hostigamiento a medios de comunicación, al Poder Judicial y la crisis política a nivel general.
-No, no hay tal crisis. Ya no hay peligro en Venezuela. No hay peligro, porque a todos esos generales golpistas los procesamos, los dimos de baja, los retiramos. Ahora, la cúpula militar es de mi total confianza. Entonces no veo riesgo alguno de golpe de Estado, porque son todos de mi total confianza -continuó el mandatario venezolano.
-Yo creo que si persisten la polarización y el lenguaje de confrontación, la crisis puede también llevar a esos militares que usted considera leales a tomar partido político en el proceso -le espetó Vivanco.
-No, si son totalmente leales.
-¿Usted sabe quién nombró como comandante en jefe del Ejército a Pinochet en Chile? Fue el propio Allende, a recomendación del general Carlos Prats. Él lo recomendó, porque se consideró que para Allende, él representaba el menor riesgo, en gran medida porque tenía fama de ser un mediocre. Además, había sido un buen anfitrión de Fidel Castro durante su visita al país en 1971.
El Presidente venezolano observó estupefacto lo que Vivanco le transmitió. “Chávez no me creía. No me creyó nada y le dije: ‘Esto es un antecedente histórico en Chile. Usted puede sacar una lección de Chile, aquel general que es leal hoy día, mañana podría no serlo, o también podría transformarse en un carnicero a su servicio’. Pero me seguía sin creer, hasta que me dijo: ‘Voy a consultarlo con el embajador de Chile o hacer mis averiguaciones, porque lo que me dices es muy grave’”.
Uribe pierde el control
En 2007, el gobierno de Álvaro Uribe buscaba que el Congreso estadounidense ratificara el Tratado de Libre Comercio con Colombia. Pero en una cena ante 40 personas en uno de los salones del Capitolio ocurrió lo inesperado. “Faltando unos 10 o 15 minutos para que terminara se levantó un senador americano y le dijo al Presidente Uribe: ‘Mire, Presidente, esta cena ha sido espléndida, lo hemos pasado realmente bien, ha sido un lujo contar con usted, sin embargo, aquí en el salón hay un elefante y me refiero a su récord en derechos humanos, porque Colombia tiene mucha violencia y una violencia muy grave de DD.HH. Y fíjese que usted se va pasado mañana o mañana, pero aquí queda el señor José Miguel Vivanco, que está sentado ahí: él es la principal fuente que nosotros tenemos para informarnos de la situación de DD.HH. en América Latina y él hace unos informes que describen la situación en Colombia como algo realmente gravísimo. ¿Usted tendría algún inconveniente si le permitimos al señor Vivanco le haga una pregunta a usted concreta sobre DD.HH?’”.
A continuación, el representante de HWR lanzó: “Mire, Presidente Uribe, muchas gracias. Yo quisiera preguntarle por este fenómeno que nosotros venimos denunciando hace un tiempo, pero que usted en Colombia lo niega, que son los falsos positivos”. En Colombia se les denomina así a los asesinatos de civiles que el Ejército hacía pasar como bajas en el marco del conflicto armado. Gracias a esto, los uniformados conseguían promociones, vacaciones o premios.
“Uribe se enfureció, perdió el control y empezó a decir a gritos que yo era embajador de las Farc en Washington y eso lo dijo ante personas que eran senadores, congresistas y altos funcionarios del Departamento de Estado que me conocen y miraban al techo: fue un espectáculo, el tipo estaba fuera de sí”, sostiene Vivanco.
Uribe, según esta versión, pretendía seguir respondiéndole a Vivanco, pero por la hora el salón no podía ocuparse más. “Como a las 21.30 lo calmaron y el Servicio Secreto se lo llevó”. Tiempo después Washington le impuso al gobierno colombiano la obligación de crear unos tribunales especiales para investigar el asesinato de líderes sindicalistas. Recién en 2012, pero ya con Juan Manuel Santos como Presidente, el TLC se ratificó.
Estallido en Chile
En noviembre de 2019, Vivanco viajó a Santiago para observar y recopilar antecedentes in situ del estallido. Las manifestaciones, violentas y pacíficas, mantenían en vilo al país y en especial al gobierno de Sebastián Piñera. “Eso fue muy complicado”, apunta Vivanco. De hecho, en un plano más privado, por esos días sufría un intenso dolor en su espalda, por lo que debió intervenirse.
En su trabajo en terreno, Vivanco recorrió postas y hospitales, y constató muchas lesiones oculares de manifestantes: “Fue una experiencia muy triste, muy fuerte, muy dura. Constatar los niveles de violencia por parte de algunos manifestantes, pero también por parte de los carabineros”. También visitó comisarías sin previo aviso.
“Había una sensación de caos total”, continúa Vivanco, que se reunió en dos ocasiones con Piñera. La primera fue preliminar, a modo de bienvenida, y la segunda, para entregar el informe de HRW, muy crítico con el accionar de Carabineros. “Fue una buena reunión, no fue súper tensa y tampoco incómoda. Él nos pidió muchos datos y decía: ‘Ustedes afirman esto, ¿qué pruebas tienen para ...?’. Y yo le respondía que teníamos elementos concretos para concluir tal o cual cosa”.
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