La batalla por conseguir el voto de las mujeres
La cláusula impulsada por la derecha que protege la vida “de quien está por nacer” se transformó en una ardua lucha electoral. La izquierda ha reforzado con ganas que la norma pone en riesgo la constitucionalidad de la ley de aborto en tres causales. La derecha, en tanto, retruca acusando una campaña de desinformación. Esta es la historia de cómo se llegó a este punto, las oportunidades que hubo para haber echado pie atrás y el valor que ha adquirido el sufragio femenino en este plebiscito.
Cuando el proceso constitucional llegaba a su fin, los 24 comisionados tenían la responsabilidad de hacer observaciones al texto que había redactado el Consejo. Estaba empezando octubre y la presión era muy alta. La izquierda manifestaba en privado que las cartas ya estaban echadas, que era poco lo que se podía hacer, pero en la vereda del frente -la derecha- aún persistía una pequeña esperanza de conseguir al menos 14 votos para arreglar los temas que no quedaron bien en el texto.
La lista era larga y las posibilidades de mejora, casi nulas. Dentro de ese listado había un tema que desde el inicio del proceso solo había traído ruido y problemas: la protección de la vida humana en gestación.
El anteproyecto optó por el silencio. El órgano tenía un empate político y la derecha no pudo aprobar la norma que copiaba la cláusula de la Constitución vigente al señalar que la ley protegerá la vida del que está por nacer. Cuando el texto de los expertos se cerró, la derecha ya había ganado las elecciones del 7 de mayo, entonces entre los comisionados del sector reinó la tranquilidad. Si no pudieron en la Comisión Experta sí podrían hacerlo en el Consejo.
Los comisionados intentaron llegar a un acuerdo para sus observaciones, pero fue imposible. Como último intento, armaron una mesa de negociación más pequeña para ver qué cosas se podían lograr. Esa instancia estuvo integrada por Sebastián Soto (Ind.-Evópoli), Juan José Ossa (RN), Máximo Pavez (UDI), Carlos Frontaura (Ind.-Republicano), Verónica Undurraga (Ind.-PPD), Gabriel Osorio (PS), Antonia Rivas (CS) y Alejandra Krauss (DC).
El texto que tenían que observar traía un pequeño cambio en este tema. La derecha -con una fuerte presión por parte de los republicanos- cambió la palabra “que” por “quien” para que la norma dijera que la ley protegerá “la vida de quien está por nacer”.
Ese pequeño cambio había desatado una fuerte arremetida de la izquierda que ya en ese momento argumentaba públicamente que la norma pondría en riesgo la ley de aborto en tres causales. La derecha se había dado cuenta de que la norma generaba ruido en las mujeres y las encuestas marcaban que las personas no estaban dispuestas a votar por un texto que pusiera en riesgo una ley que goza de amplio respaldo ciudadano. Por eso, para una parte de la derecha se hacía indispensable volver a la redacción original.
Cuando los comisionados se sentaron a negociar, testigos de ese momento recuerdan que Undurraga tomó la palabra y mostró cierta apertura a apoyar una enmienda para volver al “que”. Apenas lo dijo, fue muy clara en supeditar dicho cambio a la eliminación de otra norma: el artículo que definía que todo ser humano menor de 18 años es un niño.
Undurraga argumentó que dicha cláusula, inspirada en la Convención sobre los Derechos del Niño, también implicaba un riesgo para el aborto en tres causales. Fue en ese momento en que Frontaura, el único representante de los republicanos, transmitió que no había ninguna opción de quitar esa norma. Ese fue el instante en que se selló el destino de una de las cláusulas más controversiales y que se ha tomado toda la campaña.
El portazo de Frontaura tenía sus razones. Cuando los republicanos ganaron las elecciones se pusieron un objetivo: “robustecer” la protección de la vida”. Ese cometido se transformó en algo irrenunciable. Para lograrlo, la bancada que dirigía el entonces jefe de asesores Jorge Barrera pensó en “bandas de protección” de manera de tener un margen de acción entre “lo óptimo y lo mínimo”. Dicha banda tenía tres normas: una cláusula que -inspirada en el Pacto de San José- definía que todo ser humano es persona, otra que estableciera que todo ser humano menor de 18 años es niño y un artículo que dijera que la ley debe proteger la vida humana en gestación. Cada artículo estaba vinculado y dependían unos de otros.
Sin embargo, a mediados de septiembre, el camino de los republicanos tuvo un fuerte golpe de timón realizado por sus propios aliados de Chile Vamos. Durante el primer pleno del Consejo, un grupo de cuatro consejeros -en alianza soterrada con varios comisionados de la UDI y RN- diseñaron una operación para que la norma del todo ser humano es persona fuera rechazada.
La arremetida, catalogada por algunos como una “escaramuza”, fue el momento más crítico para la derecha. Entre los republicanos incluso se comenta que “ese día el proceso estuvo a un paso de ponerse en riesgo”. El partido que lidera Arturo Squella aguantó el golpe con resignación y sus dirigentes se desplegaron para contener a la bancada. “Ese día nos graduamos de institucionales”, dice un republicano. Pese a la tentación por activar una revancha, los republicanos apretaron los dientes y no activaron ninguna vendetta.
Por eso, cuando Frontaura dijo que no, lo hizo porque la pérdida en protección a la vida ya había sido muy costosa para el partido. Además, los republicanos no habían ganado las elecciones para ofrecer lo mismo que la Constitución vigente, ya que ellos querían ir un paso más allá. Si bien varios de ellos tienen deseos de derogar esa ley, saben que eso debe hacerse ganando una batalla cultural. Además, es algo que se hace en el Congreso y para lograrlo tienen que ganar las elecciones parlamentarias. Sin embargo, sí tenían intenciones de ponerle un coto a que el país legisle un aborto por plazos o aborto libre.
Cuando Frontaura dio la negativa, se desataron las recriminaciones cruzadas. Con el tiempo la derecha acusó a la izquierda de haber sido obtusos e intransigentes. Lo mismo hizo el oficialismo. Cuando la Comisión Experta votó estas observaciones en el pleno, la derecha pensó que los representantes de los partidos de gobierno entregarían sus votos para volver a la palabra “que”. Eso transmitía la consejera y presidenta de Evópoli, Gloria Hutt, en base a información que le había dado la timonel socialista, Paulina Vodanovic. Sin embargo, todo eso fue una ilusión. “No hay ninguna posibilidad de que nosotras demos nuestros votos para legitimar en democracia la cláusula de la dictadura utilizada en contra nuestra para restringir nuestros derechos”, comentó en su momento una experta del oficialismo, justo antes de entrar al pleno en que se votaría esta enmienda.
Chile Vamos estaba frustrado. No esperaban mucho de la izquierda, pero sí esperaban que republicanos entendiera que había que ceder un poco en este tema. Por eso en la coalición hay quienes plantean que no se tomó en cuenta que “gustitos” de este estilo podían tener efectos electorales complejos. La historia siguió tal como se ha descrito en los últimos meses, y los derechos de las mujeres, junto con los eventuales riesgos de la ley de aborto en tres causales, se tomaron la campaña del plebiscito.
La campaña
El comando oficialista del “En contra” fue hábil en que este tema se transformara en la principal bandera de la izquierda. Por lo mismo, han explotado el asunto en la franja, redes sociales e intervenciones públicas.
En la franja del sector, por ejemplo, se plantea: “¿Dónde está el amor si abusan de mi niña y no puede interrumpir su embarazo poniendo en riesgo su vida?”. En esta arremetida, incluso, se sumó la expresidenta Michelle Bachelet por medio de un video grabado en una cancha de fútbol que se difundió por redes sociales. “La propuesta pone en peligro las tres causales y los que lo escribieron lo saben”, dijo la exjefa de Estado.
El video causó diversas repercusiones en medio de la contienda electoral, en la cual la derecha acusó a la exmandataria de mentir. Incluso, la senadora y presidenta de Demócratas, Ximena Rincón -quien fue su ministra Segpres y del Trabajo en su segunda administración- la acusó de participar en una campaña de desinformación. A la senadora se le sumaron las exministras del segundo gobierno de Sebastián Piñera, Karla Rubilar y Gloria Hutt, además de la presidenciable del sector, Evelyn Matthei (UDI), junto con el presidente de su partido, el senador Javier Macaya.
Es por esto que la derecha ha desplegado a sus figuras femeninas para repetir hasta el cansancio que, a su juicio, la nueva norma no deja como inconstitucional la ley de aborto en tres causales. A su vez, se han dedicado a reforzar que el texto trae múltiples avances en los derechos de las mujeres, como la igualdad salarial, un plan de salud que no discrimina por sexo, sala cuna universal, reconocimiento a los cuidados, entre otros.
Para la derecha este asunto se transformó en algo prioritario. Según los últimos sondeos que pudieron ser públicos antes de la veda electoral, las mujeres son un grupo que está más inclinado para votar “En contra”. La encuesta de Pulso Ciudadano de Activa señalaba que un 38,5% de las mujeres estaba por marcar dicha opción, superando en casi 17 puntos al “A favor”, que marcaba 21,6%. La medición Panel Ciudadano de la Universidad del Desarrollo, en tanto, arrojaba un número todavía mayor de mujeres que estaban por el “El contra”, situándose en un 47%.
El director del Laboratorio de Encuestas y Análisis Social de la Escuela de Comunicaciones y Periodismo de la Universidad Adolfo Ibáñez, Ricardo González, explica por qué se produce este fenómeno. “Las últimas encuestas públicas muestran que la brecha entre el ‘En contra’ y el ‘A favor’ es más amplia entre las mujeres, pero no por mucho. Creo que ello se explica por la diversidad en el voto femenino”, dice.
González detalla que “mientras las mujeres jóvenes que tienden a identificarse con el movimiento feminista probablemente votarán ‘En contra’ de la propuesta constitucional, entre las mujeres de mayor edad la brecha entre ‘En contra’ y ‘A favor’ es más estrecha. Este grupo es más religioso y algo más conservador en comparación con los hombres””El voto femenino es un factor crucial en este plebiscito, no solo por su volumen, sino también por su diversidad”, concluye el académico.
Exconsejeras de oposición y oficialismo que han estado desplegadas en la campaña también coinciden en que el voto femenino va a ser clave en el plebiscito de este domingo. “El 51- 52% que votamos somos mujeres, por lo tanto sí somos capaces de hacer esos cambios que queremos”, señala la exrepresentante de la UDI Ivón Guerra.
Consultada por si puede tener un efecto electoral la redacción de protección de la vida de quien está por nacer, Guerra reconoce que “a veces los caprichos se pagan, tenemos una votación ajustada, va a ser decidor el haber cambiado el ‘que’ por el ‘quien’”.
“Es un grupo decisivo, somos la mayoría del padrón, es importante que se tome el tema de las mujeres como algo serio, valoro como positivo que las mujeres tengan un rol decisivo en este plebiscito”, añade la exrepresentante de RD Paloma Zúñiga.
Requerida por el uso en campaña por parte de la izquierda el tema mujer, Zúñiga descarta que haya habido una exageración: “Es lógico que quienes están a favor de retroceder en derechos de las mujeres nos van a llamar exageradas. En la historia del movimiento de las mujeres se nos ha dicho que somos exageradas y hoy día nuevamente se nos vuelve a tratar de exageradas por no querer retroceder en derechos ya adquiridos, como es el aborto en tres causales”.
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