Los balances tras Congreso del PC chino: Rejuvenecimiento del país e incremento del poder de Xi
Con un nuevo politburó más afín a sus objetivos, Xi Jinping entra a su tercer mandato decidido a cumplir su proyecto de “rejuvenecimiento de la nación china”. Esto incluiría la unificación con Taiwán, comentan los analistas.
La semana pasada tuvo lugar el XX Congreso del Partido Comunista Chino, el evento más relevante y esperado de la política en Beijing, donde se nombra el Politburó (de 25 miembros), el Comité Permanente (de 7) y se decide la política que seguirá el partido durante los siguientes cinco años. En esta ocasión se confirmó lo que los analistas esperaban: la permanencia de Xi Jinping en el poder por un tercer mandato, y una disminución importante de las facciones rivales en los puestos importantes del poder en la entidad gobernante china.
Según el sinólogo español Xulio Ríos, escritor de “La metamorfosis del comunismo en China”, el balance es bastante claro. “Es más Xi y más xiismo en el futuro inmediato de China. Es evidente que se ha producido un cambio de situación en el interior del partido, en el sentido de que el poder de Xi Jinping en las estructuras jerárquicas de esta institución es muchísimo mayor, y por lo tanto buena parte de sus fieles en las estructuras claves de dirección, no solo el comité permanente, sino del Politburó e incluso la Comisión militar central”, comenta el experto.
Xi Jinping, que llegó a la posición más alta del partido en 2012, había tenido que lidiar por el momento con dos facciones distintas. Por un lado estaba la corriente del ex secretario general Jiang Zemin, que gobernó China entre 1993 y 2003, y cuyos seguidores fueron sacados del poder en la última década a causa de la campaña anti-corrupción liderada por Xi. Por el otro, quedaba la corriente de los “tuanpai”, asociados a la Liga de la Juventud, y generalmente liderados por Hu Jintao.
En este último congreso, Xi consiguió llenar de aliados y fieles todas las instancias jerárquicas del partido. Con esto, señala Ríos, el camino queda “muy expedito para que Xi Jinping afronte con más determinación la consecución de los objetivos que el partido se marca, dejando atrás a los sectores más vacilantes o reacios a un compromiso al 100 por 100 con su ideario político”.
Ese ideario político está principalmente definido por lo que en sus discursos el secretario general llama “gran rejuvenecimiento de la nación china”, un objetivo planeado en dos plazos: 2035 y 2049, para el centenario de la Revolución China. En ese sentido, según indica Ríos, la idea sería cerrar un “ciclo de decadencia” en la historiografía china, que iniciaría hace 200 años con las guerras de opio.
“En el año 1820, el PIB de China era el 30% del PIB global: hoy está en el 18, 20%. El objetivo es en gran medida cerrar ese ciclo de decadencia y recuperar la grandeza del pasado, situando a China en una posición mucho más central del sistema internacional. Eso es en gran medida el sueño chino, el desarrollo del país, la construcción de un país moderno, próspero, desarrollado, en línea con lo que fue durante muchos siglos”, comenta el analista.
Para esos fines, Xi propondría un cambio sustancial de lo que en política china se conocía como la “contradicción principal”: “Tanto en el maoísmo como en el denguismo, la contradicción principal definida por el partido era la demanda social y la insuficiencia de los recursos para atenderla. En el xiismo esa contradicción se sustituye por la demanda social y un desarrollo desequilibrado. Por eso el xiismo propone poner mucha más atención a los factores de carácter ambiental, social, lo que se llama la prosperidad común, de carácter ideológico y político”, señala Ríos.
Con el cambio en las autoridades chinas, el liderazgo de Xi se incrementa al interior del partido, y una de sus figuras clave en los próximos cinco años será Li Xiang, el número dos del partido y potencial primer ministro. Aún originario de la rival “Liga de la Juventud”, Xiang terminó alineándose rápidamente con Xi, y de hecho gobernaron juntos en la región de Zhejiang.
El nuevo primer ministro entró al Politburó, el grupo de 25 delegados más importantes de partido, en 2017: desde ahí, empujó el desarrollo tecnológico y el liberalismo económico, por lo que se cree que es una buena pieza para calmar a los inversores extranjeros.
En el panorama internacional, los analistas coinciden en que no habrá un cambio de relación en la situación con Taiwán: China continuará buscando la reunificación, sea por la fuerza o en paz. “La modernización en china nunca se resolverá por completo sin ver el tema de la unificación, porque la división del mundo chino está asociada precisamente con esa decadencia del siglo XIX: no es un problema entre el Kuomingtan y el Partido Comunista, es que el origen del problema de Taiwán es anterior, a la guerra sinojaponesa en 1895. Es muy difícil que China renuncie a su reunificación, y lo que es deseable es que se lleve a cabo de forma pacifica”, comenta Ríos al respecto.
Respecto a esto mismo, Noé Hirsch, sinólogo y fundador del medio francés EastIsRed, comenta: “China sabe que no tiene los medios para invadir Taiwán. Técnicamente, su ejército es mucho mayor al taiwanés, pero en la historia reciente ningún país grande ha podido absorber uno más pequeño sin problemas. Luego de la guerra en Ucrania, vieron que no era cosa de invadir Taiwán y controlarlo en dos semanas, sobretodo con la población en contra. Por eso, la estrategia hoy seria ir por una reunificación pacífica”.
Estos últimos diez años en el timón, Xi Jinping lideró un cambio en la actitud diplomática china, en lo que los analistas consideraron una etapa “más asertiva”, y hasta agresiva. Al respecto, Ríos comenta: “si durante la China de Deng había un perfil bajo, a nivel internacional, porque su economía era débil, hoy la situación es distinta, es la segunda economía del mundo. Si no se le hace un hueco a China en la gobernanza global, pues ocurrirá lo que ya está ocurriendo: ciertos niveles de confrontación estratégica”.
En el último congreso, se esperaba que Xi Jinping llegase a nombrar un posible sucesor, para cuando termine su tercer mandato en 2027. Ese no fue el caso, y por el momento los analistas dudan que se retire en el corto/mediano plazo. “Cuando se aprobó el último plan quinquenal, también se aprobó la visión 2035. El mandato de Xi Jinping está muy asociado a esa visión, y por lo tanto es previsible que si su salud se lo permite, Xi pueda desempeñar un papel fundamental en el liderazgo chino hasta 2032 o 2035″, comenta Ríos.
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