¿Una nueva Rusia? Los frentes que se le abrieron a Putin
La insurrección de Yevgeny Prigozhin, jefe del grupo de mercenarios Wagner, puso de manifiesto las debilidades del régimen del Presidente ruso y entregó a algunos ciudadanos más motivos para dudar de su liderazgo. El fallido motín puso también en evidencia las divisiones al interior del Ejército y el temor de la élite por un eventual cambio de rumbo.
La guerra de Rusia en Ucrania -que ya se extiende por largos 16 meses-, ha expuesto no solo las debilidades del Ejército ruso, sino que también ha quebrantado la imagen del Presidente Vladimir Putin de intocable y poderoso. Fue nada menos que uno de sus protegidos quien puso de manifiesto su debilidad y se alzó en su contra: el fin de semana pasado Yevgeny Prigozhin, jefe de los mercenarios del grupo Wagner, lideró un fallido motín contra el Kremlin y sus tropas -las mismas que han combatido a favor de Putin en Ucrania- avanzaron de forma tan decidida hacia Moscú que, según dijeron, quedaron a apenas 200 kilómetros de la capital. El mandatario logró desbaratar la rebelión con maniobras aún no del todo claras, pero la acción de Prigozhin dejó una estela de frentes abiertos para Putin.
Todo comenzó la noche del viernes 23 de junio, cuando Prigozhin anunció lo que denominó como la “marcha de la justicia”, una columna de sus soldados que se dirigió rauda hacia Moscú, como respuesta a “un ataque con cohetes” que habría alcanzado un campamento de los mercenarios en Ucrania, causando numerosas víctimas. Prigozhin acusó al ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, de ordenar esa ofensiva. Sin embargo, las disputas se arrastraban desde hace meses, debido a la negativa del grupo Wagner de someterse a las órdenes del ministro Shoigu.
Al día siguiente, Prigozhin y sus mercenarios lograron tomar el control de Rostov del Don, ciudad rusa en la frontera con Ucrania, donde según distintos reportes fueron ovacionados por los habitantes del lugar, lo que fue interpretado como una señal de hartazgo con el curso de la guerra.
De hecho, las fuerzas de seguridad rusas no impidieron la toma del cuartel general del Distrito Militar Sur de la localidad, uno de los centros de control clave para la invasión rusa de Ucrania. Los videos de Prigozhin mostraron que los generales a cargo de Rostov del Don no intentaron detenerlo, a pesar de que en ese momento el Servicio de Seguridad Federal (ex KGB) había iniciado un proceso penal en su contra por el motín.
En su marcha hacia Moscú, que Occidente interpretó como un intento de golpe de Estado, Prigozhin no encontró resistencia. Recién a última hora del sábado, Putin logró desbaratar el motín de una manera impensada: desechó los cargos contra Prigozhin, anunció el desmantelamiento de Wagner -que será absorbido por el Ministerio de Defensa- y se informó que el Presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, actuó de mediador, recibiendo en su territorio al líder mercenario.
Desde entonces, Putin se ha dirigido en tres ocasiones a la ciudadanía e incluso viajó a Daguestán, para darse un baño de masas con los habitantes de esa república rusa.
“Definitivamente más débil”
“El motín de Prigozhin, aunque turbio y mal concebido, logró hacer algo crítico: abrió un agujero en la campaña del Kremlin para asegurar a los rusos que todo está bien, que la economía está en auge, que la guerra en Ucrania no vendrá para ellos, que los militares están enfocados en ganar”, escribió el analista del centro de estudios Carnegie, Andrei Kolesnikov, en una columna en el diario The New YorkTimes.
En diálogo con La Tercera, el académico de la Universidad HSE en San Petersburgo, Alexander Reznik, señaló que “el régimen de Putin es definitivamente más débil después del motín, ya que todo el mundo vio la parálisis del Ejército, la policía y las fuerzas especiales por un lado, y la confusión entre los propagandistas estatales y los llamados patriotas-Z (que respaldan la guerra) por el otro, que en conjunto dieron cuenta de la ineficiencia del régimen para movilizar el apoyo de los grupos sociales”.
La analista rusa Tatiana Stanovaya, directora ejecutiva del centro de estudios R. Politik, dijo en una entrevista con la revista The New Yorker que lo ocurrido el fin de semana “sirve como una lección importante: con Putin pareciendo cada vez más distante y las élites sintiéndose ansiosas y desesperadas, es posible que alguien se levante y desafíe al régimen. El motín de Prigozhin solo amplificará estos riesgos”.
División en el Ejército
El fallido motín puso en evidencia las divisiones al interior del Ejército. Las acciones de Prigozhin tienen como antecedente el agravamiento de las relaciones con la cúpula del Ministerio de Defensa y el Estado Mayor, las que no surgieron de la nada, ya que las tensiones se han prolongado durante meses. De hecho, el líder de Wagner acusó a la cúpula militar de mala gestión. Luego, denunció la falta de voluntad para reconocer los méritos de Wagner. Posteriormente, Prigozhin criticó la falta de municiones, lo que les impedía avanzar en medio de la batalla de Bajmut.
El sitio web Meduza, con sede en Lituania, indicó que el progreso de la contraofensiva de Ucrania hizo que el Kremlin se diera cuenta de que el Grupo Wagner no era, después de todo, esencial para el éxito ruso en el frente. Eso podría haber sido la razón por la que Moscú decidió el 13 de junio cambiar el estatus legal de Wagner, obligándolo a convertirse en un “contratista” del gobierno. Pero Prigozhin se negó. Según los analistas, esto puede haber acrecentado más su resentimiento hacia el ministro Shoigu, y respecto del jefe del Estado Mayor, Valery Gerasimov. De hecho, el diario The Wall Street Journal reportó que uno de los objetivos de Prigozhin durante las 36 horas que duró su rebelión era capturar a esa cúpula militar.
Citando fuentes de la inteligencia estadounidense, The New York Times dijo el miércoles que el general Sergei Surovikin, jefe de las fuerzas aeroespaciales rusas y comandante supremo de Moscú en Ucrania, ayudó a planificar las acciones del jefe del Grupo Wagner. Según funcionarios estadounidenses consultados por el diario, hay indicios de que otros generales rusos también pueden haber apoyado el intento de Prigozhin de cambiar por la fuerza el liderazgo del Ministerio de Defensa. Prigozhin no habría lanzado su levantamiento a menos que creyera que otras personas en posiciones de poder acudirían en su ayuda.
“Si el general Surovikin estuvo involucrado en los eventos del fin de semana pasado, esto sería la última señal de las luchas internas que han caracterizado al liderazgo militar de Rusia desde el comienzo de la guerra de Putin en Ucrania y podría indicar una fractura más amplia entre los partidarios de Prigozhin y los de Putin, que son Shoigu y Gerasimov”, indicó el Times.
Distintos medios rusos han señalado que el general Surovikin, conocido como“Armagedón” por sus acciones en Ucrania, fue detenido, ya que no ha sido visto desde el sábado pasado. Dos fuentes cercanas al Estado Mayor y al FSB dijeron a la publicación independiente iStories que Surovikin fue interrogado y luego liberado. En todo caso, no sería la primera vez: durante el intento de golpe de Estado soviético en 1991, Surovikin comandó una unidad que mató a tres manifestantes antigolpistas, por lo que fue detenido durante varios meses, pero nunca recibió una condena.
“Los amotinados tenían posibilidades de triunfar políticamente, pero no militarmente, si actuaban de forma más amplia y resuelta. La renuencia obvia del Ejército y la policía a luchar con los rebeldes refleja el hecho de que Wagner y Prigozhin son vistos en su mayoría como parte integral del régimen. De hecho, nadie quería realmente una guerra civil”, dijo Reznik.
“Este motín también puede verse como una protesta, literalmente, pidiendo la atención y la intervención directa de Putin. Esto demuestra el grado de informalidad y personificación de la gestión política y militar en Rusia y señala la debilidad y vulnerabilidad del régimen, y fallas en el proceso de toma de decisiones. Muchos expertos creen que esto es solo el comienzo y que vendrán más turbulencias políticas”, dijo a La Tercera Margarita Zavadskaya, analista rusa de la Universidad de Helsinki,Finlandia.
“Seguimos olvidando que 12 pilotos murieron durante los combates entre el Ejército regular y los mercenarios. Esta es una fuerte señal de que al Estado no les importan sus oficiales militares ni sus vidas y los sacrificarían si el Presidente y sus amigos necesitan sobrevivir. El régimen mostró su indecisión, por lo que algunos grupos políticos dentro del régimen con acceso a armas y otros recursos económicos y militares han aprendido la lección. El régimen de Putin ha estado luchando contra la oposición liberal durante tanto tiempo que olvidó que la principal fuente de problemas son sus propias bases”, concluyó.
La respuesta de la élite
Los empresarios y funcionarios de alto cargo son clave para la permanencia de Putin en el poder y gozan de muchos privilegios. Cuando el Presidente ruso se dirigió a la nación el lunes, pareció también enviarles un mensaje, ya que agradeció a la población por mostrar “unidad y patriotismo”. “Cualquier intento de causar disturbios internos estaba condenado al fracaso”, dictaminó.
Sin embargo, las aguas no están precisamente quietas. “Es un colapso total de su reputación. Putin le mostró al mundo entero y a la élite que no es capaz de hacer nada”, dijo a la agencia estadounidense The Associated Press un influyente hombre de negocios de Moscú. “Se están jugando juegos que nadie entiende”, dijo a esa misma agencia un funcionario ruso cercano a los principales círculos diplomáticos. “El control del país se ha perdido en parte”, advirtió.
En este sentido, el comentarista político ruso Maxim Trudolyubov está seguro de que “Putin aún no ha visto los peores frutos de la desobediencia de Prigozhin: ahora que las élites han visto en la práctica el poco control que tiene Putin sobre ‘su propio’ pueblo, es posible que se pregunten cómo protegerse mejor de tales ‘cañones sueltos’ en el futuro”.
“La naturaleza de una Rusia posterior a Putin podría manifestarse en una variedad de formas, dependiendo de cuándo y cómo ocurra la transición y el estado del régimen en ese momento. Cuanto más tiempo permanezca Putin en el poder, más difícil será defender el “putinismo” y asegurar la continuidad. Si la situación interna empeora, aumentan las posibilidades de que una Rusia post-Putin sea inestable y caótica. Los hechos recientes ponen de manifiesto la fragilidad del régimen frente a una revuelta militar”, dijo Tatiana Stanovaya.
Popularidad de Putin
Según el Centro Levada, el motín no ha hecho daño, por ahora, en el índice de aprobación de Putin. Antes del motín, su apoyo era de 82%. El día de la insurrección, bajó al 79% y volvió a subir al 82% cuando la crisis se disolvió.
Sin embargo, varios expertos coinciden en que su apoyo podría verse debilitado y que ese será su mayor desafío de cara a las elecciones de marzo de 2024, cuando se juegue su futuro.
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