Día Internacional de la Mujer: ocho destacadas mujeres de la USS cuentan sus contribuciones en sus áreas y los desafíos que ven en equidad
Sus testimonios son inspiradores y las ocho coinciden en que el camino para lograr sus sueños es posible, no sin contratiempos; pero -dicen- que el mundo ha abierto los ojos y se ha dado cuenta de que, en toda profesión y ámbito de la vida, incluir la mirada femenina es ganancia en creatividad e innovación en pos de un mejor vivir como sociedad. Estas son sus historias.
En el Día Internacional de la Mujer, ocho mujeres vinculadas estrechamente a la Universidad San Sebastián (USS) nos relatan cómo fue su formación y los desafíos que han debido enfrentar en áreas tan distintas como: la ciencia, la historia, el deporte de alta competición, el derecho, la educación, el desarrollo de vacunas y la arquitectura. Ellas mismas nos narran sus propios caminos para para poder hacerse un lugar en rubros históricamente dominados por hombres.
“El bienestar integral requiere de una participación incidente de las mujeres”
Myriam Duchens Bobadilla es historiadora y máster en Sociedad, Cultura y Desarrollo en América Latina. Hoy es académica e investigadora del Instituto de Historia de la USS. Ella nos dice:
He logrado desarrollarme profesionalmente, realizar estudios de postgrado en el extranjero y formar una familia. En la vida hay que saber mantener ciertos equilibrios, pero sin jamás renunciar a quién es una. Lo que me ha apasionado en el último tiempo fue haber contribuido como coautora del libro “Historia de Chile 1960-2010″, una obra que describe y analiza una época de cambios fundamentales en materia política, económica y social del país, imprescindibles para entender los procesos actuales que vive Chile en todas las áreas, como la inserción de la mujer en ámbitos tradicionalmente masculinos.
Creamos Historia de Chile 1960-2010 pensando en un proyecto de largo plazo emprendido por el Centro de Extensión y Estudios de la Universidad San Sebastián (CEUSS). En estos 50 años surgieron nuevas ideas y cambios de paradigmas, entre ellos, los temas de las mujeres. Ellas han colaborado en el desarrollo del país desde siempre. Primero lo hicieron desde el hogar y la familia a través de la crianza y formación de los hijos y, posteriormente, fueron asumiendo en forma creciente y a través de un avance constante y progresivo una dimensión pública, social, económica, profesional y política.
Este camino ha sido difícil, sobre todo en áreas en que tradicionalmente las mujeres habían tenido una representación menor. Por ejemplo, en el ámbito universitario y de la historiografía hay al menos una o dos generaciones anteriores a la mía, a las que les correspondió abrir esos espacios, ocupando posiciones cada vez más relevantes. Hoy, nosotras tenemos que consolidar aquello para que las jóvenes historiadoras puedan desarrollar su máximo potencial, en igualdad de condiciones, sin que por ello tengan que verse en la obligación de renunciar a las características y naturaleza inherente de ser mujer.
Pienso que una sociedad no puede privarse del aporte activo de más de la mitad de su población. Estos son procesos mundiales, en los que el bienestar general de la sociedad requiere de una participación cada vez más incidente de las mujeres.
“La educación es un rubro desafiante para las mujeres”
Ana Luz Durán Báez estudió Trabajo Social y un doctorado en Derecho y Ciencia Política, con especialización en educación. Hoy es decana de la Facultad de Educación de la USS y presidenta del Consejo de Decanos/as de Educación de las Universidades Privadas. Ella nos relata:
Ser mujer en nuestro rubro es un camino difícil, siempre estamos compitiendo con nosotras mismas, teniendo que demostrar que somos capaces, y eso puede ser muy desgastante. Me toca trabajar mucho con hombres y mujeres, y sé lo importantes que son todos y cada uno de sus roles para lograr una meta en un proyecto común. De estos últimos, en la actualidad tenemos varios en proceso, de los cuales sabemos que pueden generar un impacto altísimo en los estudiantes. Por ejemplo, estamos instalando la primera hiperaula en América Latina, estamos elaborando textos escolares, y también tenemos un proyecto de innovación basado en proyectos que incluye una pasantía a la NASA. Estamos, además, trabajando con escuelas rurales y tenemos una fuerte línea de inclusión.
Estos proyectos, junto con otros en proceso, contribuyen a la calidad de la formación de los profesores, profesoras y educadoras para que logren mover resultados de aprendizaje en cualquier contexto. Imagínate si un profe te marca la vida, y ese profesor, en su vida laboral tiene más de cinco mil alumnos y alumnas. Soy una convencida de que la educación les cambia la vida a las personas. En mi caso, contribuyo a formar profesionales en el mundo universitario, pero en cualquier nivel educativo tenemos la oportunidad de hacer una contribución tremenda. Disfruto mucho cuando tengo estudiantes que son adultos y que estudian en la noche una carrera o un postgrado, porque veo que están motivados por salir adelante, por cumplir sus metas.
No me cabe duda de que estoy inserta en un rubro desafiante, y lo es aún más para quienes somos mujeres. Creo que aún necesitamos, entre muchas otras cosas, ampliar nuestro ámbito de acción en la gestión académica directiva y aumentar el porcentaje de mujeres en las tecnologías, matemáticas e ingeniería. En las carreras STEM en Chile solo hay un 19 por ciento de mujeres y en el mundo promedian un 32 por ciento. Pienso que las instituciones de educación superior tenemos que crear programas de admisión especial y vocacionales para disminuir esa brecha.
“He seguido mis sueños, he luchado por ellos, he sido constante”
Bárbara Santibáñez Flores es futbolista profesional. Juega en el CFF Cáceres de España es profesora de Educación Física, egresada de la USS.
El fútbol es un deporte machista. Mi generación creció en la discriminación, en la que las niñas no podían jugar fútbol, un estigma que, afortunadamente, poco a poco hemos ido rompiendo. Por eso, cuando me preguntan ¿por qué el fútbol?, me remonto a mi infancia y me doy cuenta de que, sin el apoyo de mi familia, nada de lo que hago sería posible. Crecí con mi hermano mayor, Rodrigo, con el que nos llevamos un año de diferencia; él me enseñó a jugar. Lo hacíamos todo el día y, muchas veces, en los partidos, él se quedaba fuera para que yo pudiera entrar. En mi casa, con mi abuelo paterno, veíamos mucho fútbol, lo que me llevó a crecer rodeada de este deporte y con un gustito por la pelota que es ya toda mi vida. Vivo en continuo estado de competencia, pues, para mí, la vida es una competencia: en la universidad, en el trabajo, en el deporte, siento una adrenalina y una motivación de estar continuamente preparándome o estar en buena forma para competir, para ganarme un puesto cada fin de semana.
Pero esto no es fácil, hay un trabajo invisible e importante detrás. Los minutos jugados o los goles, es solo lo que se ve, pero detrás, hay un proceso bastante largo, con momentos buenos y otros no tanto, que te hacen lograr tus objetivos individuales y colectivos.
En este sentido, combinar estudios con el deporte profesional ha sido lo más difícil de mi carrera. Llevé al límite mi cuerpo, a nivel mental y físico, ya que tenía cuatro trabajos: entrenaba por la USS y por mi club, dormía como mucho cuatro horas al día, y comía una o dos veces al día. Pasé muchas noches sin dormir. Si volviera el tiempo atrás, intentaría gestionarlo mejor, pero lo volvería a hacer, porque eso me llevó a ser quien soy. Me llevó a crecer, a madurar, a fortalecerme y valorar mucho más todo lo que iba consiguiendo, porque era producto de todo el esfuerzo que hacía cada día.
Con el tiempo y con los buenos resultados deportivos que hemos obtenido las mujeres futbolistas, se nos han ido respetando y dando el espacio que merecemos. Pero hay que seguir luchando. Personalmente, he seguido mis sueños, he trabajado por ellos, he sido constante, porque sé que es la única manera de acercarte a conseguir tus objetivos. A las mujeres, les digo lo mismo.
“Las mujeres desempeñamos un rol fundamental en la sociedad”
Tatiana Celume Byrne es abogada especialista en Derecho Público y en Derechos de Aguas. Ha sido referente técnico de este último en el Ministerio de Obras Públicas. Es docente investigadora de la Facultad de Derecho y Gobierno de la USS. Es madre de una niña y un niño. Ella nos cuenta:
Desde muy temprano, siendo alumna de Derecho en la PUC, entré a procurar a un bufete de abogados especializado en aguas, minas y recursos naturales, lo que para mí implicó una formación importante. Más tarde, hice un máster en Regulación Económica y me doctoré en Derecho, en la Universidad de Salamanca, España. A esas alturas ya era madre de mis dos hijos.
Cuando miro atrás, no me cabe duda de que ha sido un camino lleno de desafíos. Hoy, mi principal motivación es seguir trabajando, desde la academia y lo público, en este proceso transformador del Derecho de Aguas, el cual ha sido tradicionalmente una disciplina estudiada, analizada y ejercida bajo una lógica extractiva, lo que ha impedido que temáticas tan trascendentes como la priorización del derecho de aprovechamiento para el consumo humano y la preservación ecosistémica hayan quedado relegadas. Sin embargo, hoy, gracias al trabajo de muchas mujeres que provienen de los más diversos ámbitos profesionales y culturales, de la política, la academia, la gestión pública, la empresa, los pueblos originarios y la sociedad civil, se han podido relevar los temas hídricos, transformando el Derecho de Aguas.
Este camino no ha estado exento de desafíos, como haber tenido que compatibilizar mi desarrollo profesional con la maternidad. Frente a esto, me he dado cuenta de que ser madre es solo una arista en esta gran brecha entre hombres y mujeres, pues todavía existe una desigualdad muy marcada respecto de los hombres, en todo ámbito. Las mujeres enfrentamos dificultades y obstáculos que los hombres no sufren, por lo que tenemos que ser perseverantes y estar convencidas del rol fundamental que desempeñamos en la sociedad. No hay cambios ni transformaciones si no hay mujeres detrás de ellos.
“Sí es posible ser profesional y mujer al mismo tiempo”
Patricia Burgos Hitschfeld es doctora en Ciencias Biológicas, mención Biología Celular y Molecular, con dos especializaciones en reconocidas universidades norteamericanas. Hoy es académica, directora del Programa de Biología Celular y Biomedicina de la Universidad San Sebastián, e Investigadora del Centro CEBICEM de la misma casa de estudios. Ella nos relata:
Lo que me apasiona hoy en día de nuestras investigaciones de la USS, es que estamos estudiando los mecanismos celulares y moleculares encargados del equilibrio proteico al interior de células humanas, con énfasis en la identificación de moléculas claves y sus modificaciones químicas. Queremos descubrir nuevas formas de intervención, y encontrar potenciales estrategias para el tratamiento de enfermedades, tales como el cáncer de mama y la obesidad. Con ello, queremos contribuir a la creación de un puente que acerque el conocimiento básico y clínico a la gente, con la finalidad de mejorar la salud humana a través del conocimiento multidisciplinario.
Si bien mi camino científico hasta aquí ha sido todo un desafío, tenemos que, como mujeres, superar uno de los más potentes, que es la igualdad de género. Es cierto que la sociedad y las propias mujeres reconocimos la relevancia de nuestra participación en todos los ámbitos, pero eso no es suficiente, porque todavía debemos estar disponibles y atrevernos, aun cuando seamos la primera mujer en recorrer un determinado camino. Desde mi propia experiencia, me gustaría decirles a las mujeres que crean más en ellas, pues la sociedad nos necesita en todos los ámbitos y que sepan que sí es posible ser profesional y mujer al mismo tiempo.
“Nosotras debemos regirnos por el lema querer es poder”
Loreto Twele Montecinos es pediatra, especialista en infectología, y actualmente lidera un equipo de médicos y enfermeras en investigaciones clínicas sobre efectividad y seguridad de diferentes vacunas, como las desarrolladas contra el COVID-19. Estas son sus palabras:
En mi rubro tenemos un desafío importante, pues la gente te confía su salud, y por ello debemos cumplir con lo prometido. Eso requiere de una ética y de una responsabilidad importante. En nuestra investigación, que se basa en el seguimiento y monitoreo de personas sanas que se vacunan con el fin de evaluar sus reacciones y poder ser aprobadas en diferentes entidades regulatorias de los diferentes países, parte de nuestra tarea es entusiasmar y generar confianza en la población para obtener productos que nos ayuden a nuestra salud y así evitar enfermedades, como es el caso de las vacunas.
Es un trabajo que motiva mucho, pues genera información valiosa y nos ayuda a protegernos o a salir, por ejemplo, de esta pandemia. Pero esta tarea requiere de un trabajo riguroso, de lidiar con la aceptación en tu comunidad, de conocer muchísimo del tema, de ser líder de opinión en tu área y de tomarte en serio lo importante que es informar a colegas y la población en general, usando un lenguaje sencillo, sobre los problemas de salud y las ventajas de participar en estudios donde podamos obtener medicamentos para nuestra población. Pienso que desafíos hay todavía muchos, y nosotras debemos regirnos por el clásico lema querer es poder, porque con estudio, trabajo y apoyo de tu familia o amigos, todo puede ser posible.
“Cada día debo creer totalmente en mí”
Paula Gómez Morales tiene 20 años y es seleccionada nacional juvenil de Canotaje, además de medallista de oro, junto a Bárbara Jara, en la prueba de canotaje de los Juegos Panamericanos Junior de Cali a fines de noviembre de 2021. Es estudiante de tercer año de la carrera de Enfermería de la USS. Nos relata:
Entreno diariamente el deporte que amo. A los 13 años llegué al canotaje, porque mi mamá me inscribió en un club de la Laguna Chica “Club Náutico Bio Bio”, y me quedé porque me encanta la naturaleza y todo lo que tenga que ver con el agua y el contacto con ella.
Siempre he tenido que compatibilizar mi vida personal y estudiantil con el deporte. Desde que entré a Enfermería, si bien he podido equilibrar la carga para lograr ambos objetivos, no me ha sido fácil. De hecho, el segundo año tomé menos ramos, porque era demasiado y no iba a poder realizar ambas actividades bien, sobre todo porque tengo varios campeonatos.
Debo confesar que es agotador. Hay días en que lo único que quiero es dormir, pero sé que tengo que estudiar. A veces veo a mis demás compañeros de entrenamiento descansando y a mí me gustaría estar así, pero es parte de mi elección seguir con mi formación profesional.
Cada día debo creer totalmente en mí, una declaración que todavía hay que repetirles a las mujeres, porque, lamentablemente, todavía nos movemos en un mundo discriminador, donde miran en menos las capacidades que tenemos, sexualizan a las mujeres en el deporte, tratan de hombres a aquellas mujeres que trabajan sus músculos, entre muchas otras cosas. Es por esto por lo que me gustaría decirles a todas las mujeres que hay mucha gente que critica, pero no se dejen llevar por los comentarios de los demás, y que, si desean algo de verdad, que luchen y crean totalmente en sí mismas.
“Nunca me he sentido discriminada por ser mujer en arquitectura”
Loreto Lyon Nuño es arquitecta, magister en Ciencias en Diseño e Ingeniería Ambiental y directora de la carrera de Arquitectura de la USS en Santiago. Fue elegida en 2021 como “Arquitecta del año”, galardón que entrega CityLab Santiago, gracias a su coautoría de edificio sobre la estación de metro Plaza de Armas. Ellas nos dice:
Debemos hacernos cargo de nuestras ciudades, construyendo más y mejores espacios públicos, áreas verdes, vivienda de calidad y proyectos culturales y, así, mejorar la calidad de la vida de las personas que las habitan.
La arquitectura la considero mi pasión. Desde muy chica me gustó la idea de diseñar el espacio que habitamos. Mi padre, ingeniero civil y arquitecto frustrado, como le digo yo, siempre me acercó a sus construcciones industriales y a su pasión de inventor, recolector y restaurador. Creo que desde ahí viene mi afección por las estructuras y lo estético.
Pero el camino para ejercerla ha sido largo, intenso, apasionante, difícil a veces, pero finalmente muy interesante y positivo.
En la Universidad Católica tuve la suerte de estudiar con muy buenos profesores, como Fernando Pérez, Sebastián Irarrázabal y Smiljan Radic, y de conocer al que no solamente sería mi marido, sino que también mi socio, Alejandro Beals.
Años después ganamos una beca y nos fuimos a estudiar a Londres. Hice un máster en Eficiencia Energética y Sustentabilidad en UCL, un área que me interesa y que hoy es de central importancia en nuestra profesión.
Al volver, fundamos nuestra propia oficina de proyectos, Beals Lyon Arquitectos, la cual enfocamos, principalmente, a desarrollar proyectos públicos. Veníamos llegando de una gran ciudad, que nos había entregado una excelente calidad de vida. Nos dimos cuenta de que en Chile aún había mucho por hacer en esa materia.
Luego de participar en varios concursos -y ganar algunos-, surgió mi interés por entrar al Colegio de Arquitectos y promover la realización de más concursos públicos y menos licitaciones -donde no siempre evalúan la calidad del proyecto, sino que sólo aspectos técnicos y económicos-, con el fin de asegurarse buenos resultados y validar una forma de crear patrimonio.
Además, me gusta mucho enseñar y llevo años haciendo clases en la Universidad Católica y en la Universidad San Sebastián; pero gracias al éxito de nuestra oficina, hemos sido invitados también a enseñar a universidades como la IUAV en Venecia y la Universidad de Cornell, en Estados Unidos.
Hoy, mi principal desafío es ser la nueva directora de la Escuela de Arquitectura de la Universidad San Sebastián, y desde donde espero poder seguir transmitiendo la relevancia de un buen proyecto de arquitectura en la ciudad.
Es por esto que pienso que cada obra construida es un logro y más aún si se trata de proyectos públicos, donde los tiempos son más dilatados, su ejecución está sometida a voluntades políticas y a las prioridades del momento. Dentro de estos proyectos, el que encuentro especialmente gratificante -y que considero un logro importante- es el edificio de la nueva estación de Metro que diseñamos en Plaza de Armas, en pleno centro histórico de Santiago. No solo por su relación con el contexto o por sus cualidades espaciales y constructivas (a nivel de calle construimos una serie de bóvedas de hormigón, una estructura bastante compleja y única en Chile), sino que también por lograr aportar con una pieza de infraestructura a la red de vacíos públicos y memorables que caracterizan el centro de Santiago.
Estar donde estoy también es un logro, pues he tenido que trabajar duro y dedicarle mucho tiempo y energía a lo que me gusta hacer, pero no soy la única. Hombres y mujeres de mi rubro también lo hacen. La verdad es que nunca me he sentido discriminada por ser mujer en mi rubro; por el contrario, creo que hoy tenemos muchas más oportunidades y se valora mucho nuestro trabajo. Este es nuestro momento.
Como arquitectas y arquitectos -y aquí no hago distinción de género, ya que se trata de temas que afectan transversalmente a toda la profesión-, tenemos que ser perseverantes y enfrentar varios desafíos futuros, donde probablemente el mayor de ellos sea el hacernos cargo de nuestras ciudades, construyendo más y mejores espacios públicos, áreas verdes, vivienda de calidad y proyectos culturales, esto marcaría una gran diferencia en la calidad de la vida de las personas que las habitan.
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