Estudio: qué pasa en el cerebro de los hinchas de la “U” cuando el “Colo” gana un clásico, y viceversa

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El estudio USS pretende contribuir a dilucidar cómo el deporte más popular del mundo puede ayudar a entender los efectos de fanáticos en áreas tan diferentes como la religión, la política o temas étnicos.

Utilizando resonancia magnética en hinchas de los dos equipos más populares del país, la U. de Chile y Colo Colo, se descubrió qué áreas del cerebro de los fanáticos son afectadas por la victoria y la derrota frente al archirrival. El Dr. en Ciencias Médicas Francisco Zamorano, autor del estudio y académico de la U. San Sebastián, asegura que el fanatismo es un tipo de adicción no dependiente de sustancias, que activa las mismas regiones cerebrales que otras drogas.



“Fue el fútbol lo que me acercó a estudiar el cerebro humano”, anticipa el Dr. en Ciencias Médicas Francisco Zamorano, docente investigador de la Universidad San Sebastián (USS). Su aproximación a las neurociencias comenzó en 2004, mientras cursaba sus estudios de licenciatura en Ciencias Biológicas. Hoy se prepara para viajar a finales de noviembre a presentar sus avances en la Radiology Conference & Annual Meeting (RSNA), la conferencia internacional más grande del mundo en temas de radiología que se realizará en Chicago, Estados Unidos. Se trata de un estudio pionero que indagó en lo que ocurre en los cerebros de los hinchas de los equipos de fútbol de la Universidad de Chile y de Colo Colo.

Utilizando máquinas de resonancia magnética de la Clínica Alemana de Santiago y con el apoyo de Fondecyt, la investigación lleva por título “Mecanismos cerebrales subyacentes a la respuesta emocional en el dolor social: El fútbol como elemento para estudiar el fanatismo”, en el cual sustenta las bases sobre cómo el deporte más popular del mundo puede ayudar a entender los efectos de fanáticos en áreas tan diferentes como la religión, la política o temas étnicos. La investigación toma el fútbol como un modelo para comprender cuáles son los mecanismos cerebrales que subyacen a la respuesta emocional ante “el dolor social” que significa una derrota.

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Observación del comportamiento de los cerebros de los hinchas.

Así, más de 60 hinchas de ambos clubes fueron estudiados para conseguir imágenes cerebrales de alta definición, los que ingresaron al resonador, acompañados de unos lentes y audífonos especiales compatibles con la resonancia.

A ellos se les aplicó una escala de fanatismo de fútbol llamada “Fanaticism Scale Football Supporters”, creada por investigadores turcos que intentaron comprender el mismo fenómeno en Estambul. Existen tres tipos de hinchas: espectador, fan y fanático, siendo este último la persona que tiene problemas. La escala consta de dos dimensiones principales: una que es el amor al equipo y la otra que es la propensión a la violencia.

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Fanáticos de Colo Colo.

El Dr. Zamorano y su equipo mostraron a hinchas albos imágenes de goles convertidos por jugadores de Colo Colo en contra de la Universidad de Chile, repitiendo el ejercicio, pero con otros clubes de menor rivalidad. La misma experiencia se hizo con hinchas azules. “Con los lentes de realidad aumentada, los participantes pierden el sentido de la realidad viendo una pantalla gigante y no se dan cuenta que están dentro del escáner”, dice el académico USS. El cerebro fue analizado mientras veían compactos con 63 goles, cortesía de TNT Sports, contando con los audios originales del relator. Así, la inmersión fue total.

Gol de la U. de Chile a Colo Colo

Gol de Colo Colo a la U. de Chile

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Fanáticos de la Universidad de Chile.

Los hallazgos en los cerebros de los hinchas del fútbol

Con ambas experiencias, se genera un cálculo matemático: cuando un hincha albo ve que Colo Colo le hace un gol a la U. de Chile, su cerebro arroja una actividad importante que se cuantifica y luego se le resta la observada -que es menor- cuando su equipo le hace un gol a otro equipo. Esto se denomina “victoria significativa”, al ser el delta emocional que le genera a un hincha ganarle al archirrival. Esta experiencia agradable activa parte del sistema estriado, que tiene que ver con el procesamiento del placer y de la euforia; y su neurotransmisor más conocido es la dopamina.

La contracara es la “derrota significativa”, que es el nombre que se le da al dolor social que genera ver que tu archirrival vence a tu equipo. En ese instante se activa la “red de mentalización”, un sistema propuesto por esta investigación que sugiere una adaptación evolutiva, algo “nuevo” en el desarrollo del ser humano, que permite racionalizar el dolor y no explotar, sino que refugiarse en el interior de las vivencias personales.

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Francisco Zamorano, Dr. en Ciencias Médicas y docente investigador USS.

Las regiones del cerebro que se activan en la “red de mentalización” están ligadas con la vida en sociedad, y dichas vivencias están alojadas en la precuña, una parte del lóbulo parietal superior, conocida por ser el lugar que se ve gravemente afectado en el cerebro de las personas con Alzheimer. Así, la precuña permite acceder a memorias que calman al hincha, que lo hacen discernir desde dentro y protegerse o desactivar un enfrentamiento.

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Ilustración de imágenes cerebrales en el estudio Mecanismos cerebrales subyacentes a la respuesta emocional en el dolor social: El fútbol como elemento para estudiar el fanatismo.

El Dr. Zamorano expone que cuando una hinchada celebra un gol, la gente tiende a gritar o a abrazarse; mientras que cuando pierden ante el archirrival, las personas enmudecen, buscando internamente una explicación. El problema es que en algunos casos, ante la derrota los sujetos con alto grado de fanatismo explotan en furia.

Para comprender este último fenómeno, el investigador USS indica que si una persona es formada con ciertas habilidades blandas y comprende sus emociones desde pequeño, se puede trabajar en el cerebro la “red de saliencia”, una de las tres redes neuronales a gran escala vinculadas a la atención y otros procesos cognitivos. Es decir, nos permite estar atentos cuando algo ocurre.

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Hinchas de ambos clubes cuyos cerebros fueron escaneados en un modo totalmente inmersivo.

Al contrario, si la red de saliencia se apaga, nos desconectamos del mundo exterior. Pero esta parte que se apaga, conocida como la corteza singular anterior dorsal, es una especie de “hub” que conecta la información que viene del sistema límbico -ligado a las emociones, todo lo que es instintivo- con las regiones de asociación frontal que comandan el comportamiento normativo, que dice cómo te tienes que comportar en un determinado contexto. Y con una red de saliencia apagada, toda la capacidad que existe para frenar la rabia de la derrota que viene desde la emoción, desaparece y, en muchos casos, afloran las actitudes violentas.

Lo interesante para el equipo de investigadores de la U. San Sebastián capitaneado por Zamorano es que la escala de fanatismo aplicada a los hinchas demostró que, mientras menos fanático es una persona, más se activa la “red de mentalización”, que protege a las personas de actuar violentamente. Por otro lado, mientras más fanático se es, más se desactiva esa red; por lo tanto, más probabilidad de caer en el descontrol.

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Hinchas de la Universidad de Chile que participaron en el estudio.

El académico USS lo describe como un balancín que controla las emociones. Ante esto, se pregunta qué hace que uno pese más que el otro, mencionando que factores como una buena infancia, la identidad o los valores hacen entender que el otro no es un enemigo, que esto siempre ha sido un deporte. “Se tiende a ver la identificación social del fútbol, más que el del deporte en sí, lo que significa y representa”, manifiesta el Dr. Zamorano, creyendo que, de existir mayor conciencia de las emociones, disminuirían los comportamientos violentos.

Fanatismo y adicción

La investigación del bioquímico sostiene que efectivamente el fanatismo está relacionado a la adicción, tomando como ejemplos los clásicos lienzos que se ven en los estadios como “alboadictos” o “bullaadictoz”. “El efecto que genera el fanatismo activa las mismas regiones que activa la cocaína, la nicotina u otras sustancias. Todo esto te lleva a tener menos herramientas para hacer frente a las cosas que te entregan un refuerzo rápido, pero que a la larga generan un daño”, afirma Zamorano, indicando que en el caso de fanáticos extremos en barras bravas “les es muy excitante y adrenalínico ir a enfrentar a alguien, ir a las peleas”.

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Hincha de Colo Colo que participó en el estudio.

De hecho, el investigador USS complementa que vivimos en una era de adicciones no dependientes de sustancias, que tiene que ver con la aparición del Internet, y que van desde las series, las redes sociales y el hecho de estar siempre conectado.

Las vivencias sociales negativas

El Dr. Zamorano explica que cuando hay experiencias de vulnerabilidad, las personas acostumbran a acercarse a un ente que entregue una cuota de satisfacción para cubrir aspectos de la identidad. “Muchos terminan buscándola en las barras bravas del fútbol”, sostiene.

El investigador USS explica que “el sentirse parte de algo sin cuestionarlo permite afrontar la inseguridad y la baja autoestima, proporciona identidad y sentido de comunidad, contribuye a la falta de pensamiento crítico o reflexión; ello se acrecienta ante la presencia de líderes carismáticos. Esto aplica a áreas culturales, religiosas, políticas o deportivas”.

El asunto se complica cuando, al estar en un grupo de pertenencia, ocurre el fenómeno de pérdida de la capacidad de ser uno mismo y se entra en conductas de masa. Otro concepto importante en la investigación es el “tribalismo identitario”, que es una alta lealtad hacia el grupo. Por ejemplo, en el fútbol, los hinchas se empiezan a vestir con los colores del club o se tatúan símbolos, con el fin de expresar una postura.

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Dr. Francisco Zamorano en las dependencias de la Clínica Alemana de Santiago.

Ante esto, el científico complementa: “Ser hincha no significa ir a pelear por el equipo, significa dejar bien parado a tu equipo donde vayas, no romper el estadio, no tirar cosas a la cancha”. Se toma un descanso, y resume: “Un buen hincha es querido en todas partes”.

La motivación personal

Ahora que está a punto de viajar a Estados Unidos a presentar su estudio, Zamorano -hijo de árbitro- recuerda sus años de infancia y adolescencia en la populosa comuna de Pedro Aguirre Cerda, al sur de Santiago.

“Yo me di cuenta cuando estaba en el colegio que el fútbol es uno de los pocos espacios donde se permite que tus emociones afloren”, reflexiona y reconoce que este deporte llegó a ser una conexión con lo que se olvidaba de todo.

Como muchos otros niños, no tuvo a sus papás presentes producto del trabajo. Su vida la pasó en la calle, pateando cualquier objeto que pudiese reemplazar a un balón. En perspectiva, analiza cómo las condiciones de vulnerabilidad que enfrentó, donde no tuvo imágenes o referentes fuertes de autoridad, lo llevó a él, y a otros amigos, a buscar naturalmente ese rol en quienes admiraba. “Como seres humanos buscamos acercarnos a quienes nos sentimos más parecidos”, reflexiona ante el rol que juegan los futbolistas frente a las nuevas generaciones.

Ese sentimiento era tan fuerte que cuando su club (Colo Colo) perdía, se deprimía a tal punto que una sensación de angustia podía acompañarlo por varios días si es que la derrota era ante la U. de Chile.

A esa edad, no tenía una explicación lógica frente a esa conducta. Una duda sincera que lo acompañó hasta sus pasos como académico, incluso después de doctorarse en Ciencias Médicas, especializándose en neuroimágenes para el estudio de patologías como el déficit atencional, autismo, esclerosis múltiple y esquizofrenia. “Ahora tengo las herramientas. Ya puedo mirar el cerebro, puedo ver qué es lo que pasa”, menciona orgulloso de lo logrado hasta ahora, y que no es poco y es inédito.

Esta investigación de la Universidad San Sebastián ha sido nominada a un premio en el RSNA. El Dr. Francisco Zamorano valora que investigaciones hechas en “el sur del mundo” llamen la atención de sus pares. Y lo que le tocó ver de pequeño, lo motivan aún más a seguir avanzando en esta línea de investigación. “Quiero hacer algo para evitar que los niños sigan pensando que porque su compañero es de otro equipo hay que pegarle o es más tonto. Eso es lo que sueño”, concluye.

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