Investigadora USS obtiene micronutrientes de colágeno de la cáscara y pepa de uva para nuevas formulaciones alimenticias y nutricosmética

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Dra. Carolina Añazco Oyarzún, investigadora de la USS en la sede Valdivia.

A los 30 años, los seres humanos ya hemos perdido, aproximadamente, el 15 por ciento del colágeno en razón de 1,5% al año, proteína asociada a la juventud, pero que impacta en articulaciones y huesos. La bioquímica e investigadora de la U. San Sebastián, la Dra. Carolina Añazco Oyarzún, ha estudiado la “molécula de la juventud” en laboratorios de Chile y Estados Unidos. Hoy apunta a la creación de mecanismos de formación de colágeno, utilizando cáscaras y semillas de uvas, para la regeneración de tejidos, y nuevas formulaciones alimenticias para prevenir el envejecimiento de la piel. Un trabajo que la conecta con sus raíces en Chiloé, mezclando ciencia con medicina ancestral.



Las experiencias que vivimos en la infancia marcan los caminos que decidimos transitar en la vida profesional. Para la Dra. Carolina Añazco Oyarzún, investigadora de la USS en la sede Valdivia, haber crecido en Puerto Montt, y viajar cada año a Chiloé a ver a su familia materna, significó el despertar de una curiosidad por la naturaleza y su entorno que mantiene hasta estos días.

Desde pequeña le llamaron la atención las plantas y sus propiedades. Tras cruzar el transbordador que conecta a Dalcahue con Huyar Alto, un pequeño poblado en una de las islas del archipiélago llegaba a casa de sus abuelos, donde siempre acompañó tanto a su abuela, a su madre como a sus tías en la búsqueda de medicina ancestral.

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Recuerda que “si alguno de mis familiares tenía dolor de estómago, íbamos a buscar alguna hierba para quitar el dolor. O si necesitábamos curar una herida, se usaba matico; y también teñíamos la lana de oveja con tintes naturales de las hojas de los bosques”.

Esas situaciones, que mezclan la historia familiar con lo ancestral, la acompañaron a la hora de decidir la carrera que iba a estudiar. Fue en cuarto medio cuando optó por estudiar Bioquímica, tras descubrir que era el camino para transformarse en investigadora, y así responder sus dudas sobre el mundo de las moléculas, el organismo humano y nuestro entorno.

Tras estudiar en la Universidad Austral de Valdivia, Carolina se enamoró de la molécula de colágeno, dedicando gran parte de su trayectoria a encontrar respuestas sobre su funcionamiento; contando con doctorado en Biología Celular y Molecular, y un entrenamiento postdoctoral en colágeno realizado en Vanderbilt University Medical Center, Estados Unidos. En tiempos donde la juventud se busca a través de la ciencia, entender el comportamiento de esta proteína, que le da forma y resistencia al organismo, se vuelve esencial para mejorar la calidad de vida de las personas.

La importancia del colágeno

La doctora Añazco recalca que, en los seres humanos, a partir de los 20 años, las células de nuestro cuerpo comienzan a disminuir la síntesis y recambio de colágeno. Desde esa edad, cada año el organismo pierde 1,5 por ciento de colágeno; es decir, a los 30 años ya se ha perdido un 15 por ciento. La labor de esta proteína no solo influye en una piel más joven, sino que su rol incide en el fortalecimiento de las articulaciones, tendones, huesos, vasos sanguíneos, músculos o dientes.

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Frente a la popularidad del último tiempo de suplementos y cremas que contienen colágeno, Añazco ha enfocado su investigación a nivel molecular. Sus dudas están puestas en la calidad de la proteína que utilizan las personas.

“Se habla muchísimo de la producción y cómo puede retrasar el envejecimiento, pero nadie se cuestiona si ese colágeno en realidad es de calidad, estable, que va a funcionar”, explica la investigadora desde el Laboratorio de Bioquímica Nutricional, ubicado en la Facultad de Ciencias para el Cuidado de la Salud de la Universidad San Sebastián, en la Sede de Valdivia.

Para que una molécula de colágeno sea estable y funcional, se necesita de un mecanismo que forme enlaces químicos, que es la herramienta que provoca que átomos y moléculas interactúen entre sí, siendo vitales para la fuerza y resistencia de las fibras de la proteína.

Si bien en el laboratorio están presentes tecnologías de diversos tipos, Carolina siempre evoca a su memoria familiar. El colágeno, al ser una proteína que se extrae del reino animal, los humanos la consumen principalmente de la carne. Durante su infancia en Chiloé acostumbraba a comer cazuelas con osobuco, patitas de pollo, patas de vaca, queso de cabeza de cerdo y otros platos abundantes de colágeno. Esos recuerdos la impulsan a volver a esa comida típica, y hacer del buen uso de la tecnología para poder consumir dosis correctas de la proteína.

Uvas chilenas y nutricosmética

Desde 2021, Carolina Añazco dirige una investigación FONDECYT desde el Laboratorio USS, en el que junto a un grupo multidisciplinario de científicos estudian si existen cofactores en la cáscara y la pepa de la uva que ayuden a estabilizar la molécula de colágeno y generar un colágeno funcional.

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En este caso, con residuos traídos de la industria vitivinícola de Cauquenes, la doctora busca encontrar en los compuestos naturales ciertos químicos vegetales que podrían regular la formación de uniones en la molécula de colágeno en la dermis humana.

Si se logra confirmar la hipótesis investigada por Añazco, sería posible encontrar parte de un ingrediente que la industria de la cosmética y de la nutrición podrían utilizar para la generación de biomateriales compatibles con la salud humana, que actúen directamente en la piel. “Ayudaría, por ejemplo, a generar productos que sirvan en la regeneración y cicatrización en heridas en quemados con productos naturales”, dice la especialista, y agrega: “Nuestra propuesta contempla el desarrollo de aceites y extractos, provenientes de los subproductos del proceso de vendimia de uva País o uva Tintorera, y cuyas semillas y hollejos son abundantes en moléculas bioactivas que estabilizan la estructura del colágeno cutáneo”.

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Una investigación asociada también a la economía circular, al aprovechar y revalorizar lo que algunos agricultores consideran actualmente como basura. “Nosotros queremos darle un valor agregado”, manifiesta Añazco sobre este trabajo que involucra a la USS junto a la Universidad Autónoma de Talca, Universidad Austral y la Universidad de Chile.

Por otro lado, Carolina Añazco realiza una investigación paralela en “nutricosmética”, la ciencia que mezcla el cuidado personal y la buena alimentación, enfocado en la prevención del envejecimiento. Afirma que “no se trata de tener solo menos arrugas, sino de hacer de esta etapa natural de la vida un evento más saludable a través del cuidado personal”.

La científica USS sueña con crear bebidas cosméticas que tengan todos los cofactores y péptidos del colágeno para poder consumir la proteína por vía oral, una forma práctica de llevar los componentes a los vasos sanguíneos, lo que permite llegar de manera más rápida a la dermis.

Carolina Añazco se incorporó en octubre de 2021 a la Universidad San Sebastián, siendo parte de un proyecto que apunta a la creación de investigación y doctorado. “Nosotros somos un polo de investigación importante en la zona sur, y desde la sede de Valdivia estamos enfocados en la nutrición y la alimentación”, explica sobre su labor.

Nuevos caminos

Al igual que el colágeno y su presencia en alimentos propios del sur, Carolina quiere seguir integrando a los recursos naturales de esa zona para encontrar respuestas a los problemas globales, sobre todo a las enfermedades crónicas no transmisibles tan presentes en el país como la diabetes, cardiovasculares o padecimientos que derivan de la obesidad.

Por eso, su investigación no solo se reduce a la uva chilena, sino también a frutos silvestres como el maqui, la rosa mosqueta o el calafate de la Patagonia, así como a subproductos de salmón y de otros animales que poseen colágeno, para aislar sus enlaces químicos y buscar estabilidad en la proteína para el consumo humano.

Un trabajo que conecta a la académica USS con sus orígenes, todo con el fin de prevenir enfermedades que están al alza y hacer del envejecimiento un proceso más saludable.

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