La única especialización en Medicina del Trabajo y del Ambiente en Chile busca avanzar hacia una cultura laboral preventiva
El postítulo dedicado a las enfermedades ocupacionales y del ambiente no existía formalmente en el país hasta este año, cuando la Universidad San Sebastián lo comenzó a impartir en su sede de Valdivia de la mano de la Sociedad Chilena de Medicina del Trabajo. “Pretendemos que la patología laboral sea también un tema a nivel de la red asistencial y se derive a tiempo”, enfatiza la Dra. Helga Jacque, directora del programa que en el futuro se extenderá a las demás sedes de la casa de estudios superiores.
Cada año, 2,78 millones de personas mueren a causa de accidentes laborales y enfermedades ocupacionales, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT). De dicho número, aproximadamente 2,4 millones son causadas por enfermedades relacionadas con las tareas que realizan.
Si pensamos que en Chile, un país con diferentes tipos de trabajo dependiendo la región, existe una fuerza laboral superior a 10 millones de personas, de las que 9.3 millones están actualmente trabajando, según el más reciente informe del Observatorio Laboral de la Subsecretaría del Trabajo, se hace necesario avanzar hacia la prevención y la formación especializada en el área para reducir y trabajar en estas enfermedades y también de aquellas originadas por el ambiente al que se está expuesto.
La medicina del trabajo no se estudiaba formalmente en el país. Eso hasta octubre de 2024, tras los esfuerzos de la Sociedad Chilena de Medicina del Trabajo (SOCHMET) durante la última década. La organización, formada por médicos que ejercen en esta área, pero que adquirieron sus conocimientos de manera autodidacta trabajando en mutualidades o empresas, buscan elevar el nivel actual de la especialidad.
Así fue como ellos se unieron con el objetivo de consolidar esta especialidad. Cuatro miembros de la sociedad diseñaron un programa de estudios que fue adoptado por la Universidad San Sebastián en 2023. Helga Jacque, médico cirujano y directora del programa Medicina del Trabajo y del Ambiente USS, reconoce que la mayoría de las y los trabajadores no están familiarizados con el área, ni siquiera entre los profesionales de la salud o la ingeniería: “Hay una deuda grande en lo que es la formación de pregrado, no solo en carreras de salud, también en carreras del área de ingeniería”, señala, y da cuenta que “se necesitan especialistas que se dediquen específicamente a ello para que se conforme un grupo de trabajo multidisciplinario para poder abarcar el área laboral preventiva”.
Incluir la patología laboral en la red asistencial
El programa de especialización en Medicina del Trabajo y del Ambiente USS está dirigido a médicos que, tras completar el postítulo, adquieren las competencias para trabajar no solo en mutualidades, comúnmente asociadas a la medicina laboral, sino también en empresas y establecimientos públicas, donde podrán enfocarse en la prevención de accidentes y enfermedades provocadas por el ambiente al cual se está expuesto.
“Este futuro especialista debería ubicarse tanto en el área pública como privada, y sobre todo en la parte pública donde tenemos la tremenda deuda de poder detectar las patologías laborales”, enfatiza Jacque.
Lo cierto es que estadísticas internacionales respaldan la necesidad de avanzar. Si se analiza desde una mirada económica, la OIT estima que el costo global de las lesiones y enfermedades ocupacionales representan el 4% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial, lo que equivale a 3,2 billones de dólares cada año. Si a eso sumamos que la misma organización estima que se producen más de 374 millones de lesiones laborales no fatales al año, lo que permea en ausencias prolongadas del trabajo.
La Directora del programa señala que, por cada accidente laboral, se cree que hay seis enfermos profesionales, lo que a sus ojos es un “verdadero iceberg”, ya que también está muy asociado el accidente como la única arista dentro de la salud ocupacional.
A ello, la especialista complementa que muchas patologías no se detectan ni reciben el tratamiento adecuado, tanto de la enfermedad como del entorno que pudo provocarla, para poder mitigar el problema y evitarlo a futuro con otros trabajadores. Como consecuencia de la falta de formación, muchos médicos en hospitales o consultorios enfrentan estas patologías sin asociarlas a las tareas que la persona afectada ejerce.
“Pretendemos que la patología laboral y del ambiente sea también un tema a nivel de la red asistencial y se derive a tiempo y correctamente”, señala Jacque como parte de las expectativas del equipo detrás de la especialidad, para que reciban los mismos cuidados que las patologías mentales, cardiovasculares, metabólicas y un largo etcétera.
Las enfermedades ocupacionales más prevalentes a nivel mundial incluyen enfermedades mentales y musculoesqueléticas, muchas de las cuales podrían estar vinculadas al teletrabajo y a cambios recientes en las tendencias laborales, lo que marca un desafío de apoyar a los trabajadores para evitar un problema mayor. “Es un desafío urgente, sobre todo en salud mental y osteomusculares, que son entre el 60-80% de las patologías laborales”, sostiene.
Los primeros médicos en la especialización
La especialidad se inició el pasado 7 de octubre en Valdivia, capital de la región de Los Ríos, con la posibilidad de extender el trabajo al resto de las sedes de la casa de estudios (Concepción, De la Patagonia y Santiago).
En específico, la formación del postgrado incluye pasantías en atención primaria, hospitales y organismos públicos como la Seremi de Salud y el Ministerio de Salud. En el tercer año, los estudiantes se trasladan a Santiago para realizar prácticas en instituciones nacionales clave, como el Instituto de Salud Pública.
La malla curricular en primer año parte con una pasantía práctica en un CESFAM, para que ellos entiendan cómo es la atención primaria salud y cómo es el modelo de la salud familiar y comunitaria, entendiendo que un médico del trabajo no solo verá una patología laboral, sino que también debe conocer enfermedades preexistentes.
Actualmente, tres son los residentes de la especialidad. Francisca Martínez y Emilia Sáez estuvieron en el CESFAM Jorge Sabat de Valdivia, mientras que José Ruiz estuvo en el Cecosf de Collico. Los tres médicos en proceso de especialización, han seguido caminos distintos, pero convergen en una misma convicción: la necesidad de una salud laboral que no solo trate consecuencias, sino que prevenga y promueva el bienestar de los trabajadores.
Francisca comenzó desde sus primeros años en la profesión dedicada a la medicina del trabajo mientras atendía accidentes laborales y enfermedades profesionales en la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS). A medida que avanzaba en su carrera, comenzó a involucrarse más en áreas preventivas, buscando una perspectiva más completa. “Siempre he estado del lado de la consecuencia. Ahora quiero ver el panorama completo, desde la prevención hasta la reinserción laboral”, explica.
Inmersa en su especialización, Martínez aspira a cambiar esa dinámica: “Siempre quise buscar programas preventivos que fortalezcan la salud pública y eviten que los accidentes ocurran”. Su objetivo a largo plazo es tener una visión integral del trabajador, desde las exposiciones que enfrentan hasta la resolución de patologías y la reinserción laboral. Esto incluye colaborar con terapeutas ocupacionales para adaptar el entorno de trabajo y permitir que los trabajadores afectados continúen desempeñando sus labores tras un accidente.
Por otro lado, el Dr. José Ruiz proviene del ámbito de la atención primaria en el servicio público, y se sintió atraído por estudiar medicina laboral, debido a su enfoque en la prevención que propone la USS, siendo el entorno laboral un ámbito único y aún poco explorado en Chile. “Este es un campo que aborda la salud desde un ángulo diferente: el ambiente en que trabajamos influye directamente en nuestra salud”, comenta. Él considera que los cambios climáticos y ambientales también podrían impactar la salud de los trabajadores, generando enfermedades nuevas o exacerbando las existentes.
En tanto la Dra. Emilia Sáez, médica cirujana oriunda de Iquique reside desde hace un tiempo en Valdivia. Ella, tras una trayectoria hospitalaria tomó la decisión de especializarse. “Al momento de egresar, me di cuenta de que no había mucha información sobre lo que corresponde a Medicina del Trabajo”, cuenta Sáez, quien, tras pasos por servicios de medicina interna, hematología y nefrología, observó que muchas patologías atendidas en el sistema público parecían estar relacionadas con el trabajo, pero estas no recibían el enfoque adecuado.
“Había muchas patologías que estaban siendo tratadas en el servicio público, que podían corresponder a patologías laborales”, señala. Evidencia que generó en ella una necesidad de aprender y especializarse en esta área. “Me di cuenta que, en realidad, era muy necesaria, especialmente para aportar a la comunidad y lograr que los trabajadores se jubilen sanos”, afirma, complementando que su participación en este programa pionero le brinda la oportunidad de clarificar y mejorar la comunicación entre los sistemas de salud pública y laboral.
La profesional destaca el enfoque preventivo y ambiental de la especialidad, lo que considera un aspecto crucial para abordar los desafíos que presenta el trabajo en diferentes regiones del país. Proveniente del norte grande, Sáez rememora cómo su infancia estuvo marcada por la exposición ambiental derivada del desarrollo económico, lo que la sensibilizó respecto al impacto del entorno en la salud. Ante ello, agrega: “El entorno no solo afecta a nivel emocional y mental, sino también en la salud orgánica, ya sea en enfermedades pulmonares o musculoesqueléticas”. Al ser parte de la primera generación de especialistas en medicina del trabajo en Chile, ella y sus pares comparten una profunda responsabilidad hacia el futuro del área. “Es una gran responsabilidad porque entendemos que la necesidad de formar más profesionales en esta área es muy relevante”, proyectando que sus conocimientos puedan expandirse a otras regiones y universidades.
Desafíos a futuro
José Ruiz señala que, al no contar con una especialización formal en este campo, el país estaba “en desventaja frente a las nuevas exigencias laborales y ambientales”. Francisca Martínez complementa, indicando la necesidad de adaptar leyes a las nuevas formas de trabajo, sobre todo pensando en la desconexión entre los sistemas de salud general y los servicios específicos para patologías laborales, lo cual genera confusión en cuanto a qué sistema debe atender cada patología, lo que lleva a retrasos en la atención y, en algunos casos, se brinda una atención inadecuada.
A pesar de los desafíos, los tres residentes se muestran optimistas sobre el futuro de la salud laboral en Chile. Ambos ven su especialización no solo como una oportunidad de crecimiento profesional, sino como un campo con un gran potencial para mejorar la calidad de vida de millones de trabajadores en el país.
Helga Jacque, directora del programa, sentencia que una de las grandes fortalezas del postítulo es contar con socios de la SOCHMET en la creación de la experiencia y estrategia en el área docente, marcado un hito más en la integración de la salud laboral dentro de la red asistencial pública y privada.
Todo apunta a avanzar hacia una cultura preventiva en los entornos laborales, un aspecto esencial para reducir las estadísticas de enfermedades y accidentes laborales en Chile y el resto del planeta.
En total, la USS imparte 13 especialidades médicas, cuenta con 238 titulados a la fecha en geriatría, medicina de urgencia y cirugía, entre otras. En el caso del programa de anestesiología de Puerto Montt es el más austral del país. En urgenciología, cuenta con titulados desempeñándose en Hospital de Alto Hospicio y en cirugía en Puerto Montt. Con esto se contribuye en la tarea de disminuir las brechas de médicos especialistas a lo largo de Chile, incluidas zonas alejadas.
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