Más de 200 estudiantes de la Universidad San Sebastián realizan trabajos de voluntariado en sectores rurales de O’Higgins, Biobío, Los Ríos y Los Lagos
Mejoramiento de infraestructura en colegios; operativos de salud y de servicios sociales, como asesoría jurídica y financiera; y actividades de entretención para niños y adultos mayores, son algunas de las actividades realizadas. En el caso de Chiloé, los jóvenes arribaron a la isla con el apoyo del Centinela I, embarcación de esa casa de estudios utilizada para labores de docencia, investigación y vinculación con el medio.
Natalia Cárdenas, estudiante de segundo año de la carrera de Terapia Ocupacional en la Universidad San Sebastián (USS), es un claro ejemplo de resiliencia y superación. A sus 18 años, ha logrado superar un glioma visual que le causó una discapacidad severa durante su infancia, una experiencia que no solo marcó su vida, sino que también la motivó a ayudar a otros con dificultades similares.
Desde pequeña, Natalia ha tenido que enfrentar retos significativos, pero en lugar de dejarse vencer, ha encontrado en su vivencia una fuente de inspiración. Esta experiencia de vida fue clave para que decidiera estudiar Terapia Ocupacional, una disciplina que le permitió transformar sus propias dificultades en un motor de ayuda para los demás. “Mi terapeuta ocupacional me dijo -mientras estuve en tratamiento- que esta situación no iba a ser una limitante para poder hacer todo lo que me gustaba y desarrollarme como persona. Eso me marcó y por eso elegí estudiar esta carrera”, comparte con entusiasmo.
Como parte de su compromiso social y su deseo de retribuir lo recibido, Natalia se unió al programa de voluntariado de la USS, el cual, bajo la coordinación de la Dirección General de Desarrollo Estudiantil, se realiza en sectores rurales de las regiones de O’Higgins, Biobío, Los Ríos y Los Lagos.
Son más de 200 estudiantes que, han decidido posponer sus vacaciones y contribuir con su ayuda al desarrollo de una serie de iniciativas en beneficio de la comunidad, como, por ejemplo: la mejora de infraestructura en escuela, operativos de salud y de servicios sociales, asesoría jurídica y actividades recreativas para niños y adultos mayores, entre otras.
“Estamos trabajando en la escuelita de Curaco de Vilupulli (en Chonchi, Chiloé) para que cuando los niños vuelvan en marzo se encuentren con un lugar mucho más hermoso, pintado, instalando bancas nuevas. Apoyar a la comunidad es muy gratificante, me siento con el alma cargada con mucha energía, al igual que mis compañeros. Los trabajos que estamos haciendo son laboriosos, cansadores, pero con el ambiente de compañerismo que se arma el esfuerzo no se nota y vale la pena”, comenta Natalia.
La estudiante agrega que “entrar a la Universidad San Sebastián implicó un vuelco en mi vida, pues uno se debe enfrentar a una nueva realidad y a una socialización a la cual no estaba acostumbrada. Pero me encontré con personas maravillosas. Mis profesores y compañeros me han hecho sentir incluida y querida. Mi adaptación a la vida universitaria ha sido fantástica, nunca pensé que me iban a tratar como lo han hecho. La USS se destaca por ser una comunidad muy familiar y preocupada por lo que le pueda pasar a sus estudiantes. Y en mi carrera, el ambiente que se vive es de mucha unión y eso es genial”.
Llegada en velero
El operativo, que se realizó en la localidad de Chonchi, contó con la participación de estudiantes y académicos de distintas áreas de la USS, quienes trabajaron de manera conjunta para llevar asistencia a las comunidades más aisladas de la zona. Los operativos, que abarcaron atención sanitaria, asesoría jurídica y actividades de desarrollo social, son parte del compromiso de la universidad por acercar sus recursos y conocimientos a quienes más lo necesitan, especialmente en áreas rurales y con acceso limitado a servicios básicos.
Los estudiantes pudieron llegar a la isla con el apoyo del Centinela I, embarcación de la USS utilizada tradicionalmente para fines educativos y de investigación, que se ha convertido en una herramienta esencial para llevar a cabo estas intervenciones en sectores del archipiélago de Chiloé de difícil acceso. Con su capacidad logística y equipos especializados, la nave permitió que los estudiantes pudieran brindar su apoyo en una variedad de áreas, mejorando la calidad de vida de las comunidades locales a través de este innovador enfoque multidisciplinario.
Experiencia valorada
José Pablo Núñez, director general de Desarrollo Estudiantil USS, quien ha estado al centro de la organización de los trabajos de voluntariado, destaca: “las actividades de voluntariado ya son una tradición dentro de la universidad, y son muy queridas y valoradas por los estudiantes y por las comunidades donde se realizan. Esta labor consiste en implementar mejoras en zonas rurales, en escuelas, y también en operativos de atención en salud o jurídicos. Se valora mucho este aporte concreto a la comunidad, pero también creemos que estas experiencias que viven nuestros estudiantes son muy valiosas para su crecimiento como personas y como futuros profesionales comprometidos con la sociedad. Nuestro objetivo es que los trabajos de voluntariado de la USS no sean acciones aisladas ni se hagan solo en el verano, sino que se vayan manteniendo en el tiempo, de modo de hacer seguimiento al trabajo que se realiza”.
El Gran Juego para niños de Nontuelá
Patricio Soto pasó a segundo año en la carrera de Química y Farmacia, en la sede Valdivia de la USS. El es uno de los voluntarios que trabaja hoy en la Escuela rural de Nontuelá, ubicada en la comuna de Futrono, con otros 35 compañeros que llegaron para pintar muros y salas, hermosear los espacios comunes del establecimiento; además de realizar trabajos con la comunidad, ayudando a cortar leña, limpiar jardines, y realizar un ropero solidario.
Pero la gran obra que destaca el estudiante es “El Gran Juego”. Se trata de la construcción e instalación de un juego de madera que están levantando en el patio de la escuela, que incluye un tobogán y todo lo necesario para que los niños y niñas se diviertan en sus tiempos de recreo. “Esta es mi segunda vez en Nontuelá. Lo que vimos antes es que los niños no tenían juegos para disfrutar, así que como universidad nos planteamos hacerles este gran regalo, que es muy entretenido, y será inaugurado en un acto con toda la comunidad”.
El estudiante, agrega que “estos días me ha tocado interactuar con muchas personas, y también con el director de la escuela. La verdad es que la recepción y el cariño que hemos tenido de parte de la gente ha sido impresionante. Además, con estos trabajos voluntarios estamos aprendiendo a trabajar en equipo, a colaborar desinteresadamente y a cambiar un poquito la vida de las personas. Esta oportunidad que nos entrega la universidad es fantástica”.
Trabajos en dos escuelas de Los Álamos
Fernanda Gajardo, de 21 años, está en tercer año de Enfermería en la sede de Concepción. Esta es su primera vez participando en los voluntariados de verano. Además de sus amigos, que la acompañan, 80 estudiantes, lo que motivó a la joven a unirse a los trabajos en Los Álamos, en la comuna de Arauco, fue la oportunidad de potenciar sus habilidades, aprender más sobre sí misma, conocer a quienes la rodean y poner a prueba su capacidad de liderazgo.
Actualmente, Fernanda se encuentra visitando las escuelas Las Dunas y José Mariano Campos Menchaca, donde han llevado a cabo diversos proyectos de mejora para los establecimientos. Estos incluyen pintura y reparación de salas de clases, construcción de áreas recreativas, embellecimiento del patio techado, mejora de la cancha y juegos infantiles, y reacondicionamiento de espacios comunes.
A pesar del desafío físico que implica levantarse muy temprano cada mañana para cumplir con las tareas asignadas, Fernanda ha tenido la oportunidad de conversar con personas con las que en su rutina diaria quizá no habría interactuado. Y sabe que esta semana en terreno será una experiencia valiosa cuando ejerza como profesional: “Creo que en la carrera de Enfermería es súper vital tener un liderazgo positivo, y en el voluntariado he aprendido qué debo mejorar y cómo impactar de forma positiva en los demás”.
Operativos de estudiantes en Mostazal
Paula Faunes, de 21 años, acaba de pasar a cuarto año de Odontología USS en la sede de Santiago. Junto a 44 compañeros, está participando en el voluntariado en la comuna de Mostazal, en la región de O’Higgins, específicamente en el Colegio Camino Real Mario Miranda Pinto. Con experiencia previa en voluntariados enfocados en operativos de salud dental, y la entrega de comida a personas en situación de calle, esta es su primera vez en los campamentos de verano de la USS. “Siempre he tenido la vocación de servir y ayudar a los demás. Me encanta mi carrera y, si puedo participar en un voluntariado para beneficiar a personas que a veces no pueden acceder a atención por ubicación o temas económicos, quiero ayudar”, comenta.
Paula fue seleccionada como líder del grupo de voluntarios y tiene la tarea de distribuir las responsabilidades para mantener el orden y la convivencia. “Tengo la suerte de conocer a mucha gente porque somos de la misma sede”, dice, destacando que a todos los une el mismo espíritu de colaboración y trabajo en equipo. En su caso, ha llegado a atender hasta 25 pacientes por día en las intervenciones dentales que están realizando. Además, el equipo incluye clínicas jurídicas que ofrecen asesoría sobre pensiones y posibles demandas, así como orientación financiera a cargo de estudiantes de Ingeniería Comercial.
“Uno se da cuenta de que el tema dental siempre es muy difícil”, reflexiona Paula, quien, pese a las dificultades, mantiene el optimismo y la fortaleza que un grupo de estudiantes, aún en formación, puede aportar con las herramientas que ya poseen.
Mejoras en escuela de Coltauco
Carolayn Díaz pasó a cuarto año de la carrera de Terapia Ocupacional USS en el campus Los Leones, en Santiago, y se trasladó junto a 30 compañeros hasta Coltauco, en la región de O’Higgins, para contribuir con pequeños pero necesarios cambios en la Escuela Josefina Vial de Vial. En su segunda experiencia como voluntaria de verano, Díaz agradece a la universidad por proporcionar los recursos y el espacio para salir de casa y aplicar lo aprendido, especialmente en zonas rurales.
Si bien centrarse en los estudios y avanzar en la carrera es importante, Carolayn reconoce que el ambiente generado en su primera experiencia en Machalí dejó amistades tan valiosas que mantienen el vínculo hasta hoy. “La verdad es que tenía una visión muy cerrada de mi vida universitaria. Yo decía que venía a estudiar, no a hacer amigos. Al entrar al voluntariado, me di cuenta de que no debe ser así”, reflexiona.
Para ella, el voluntariado ha sido una forma de encontrarse consigo misma y de dialogar con otros compañeros, sin importar la carrera, la carga académica o los miedos y frustraciones que conlleva estudiar. “Los voluntariados ayudan a aligerar la vida universitaria”, asegura. Además, destaca que todas estas experiencias impactarán de alguna manera en su futuro laboral. “Nos ayuda a darnos cuenta de realidades diferentes. Es un granito de arena, pequeño, pero que hace felices a otros, como los niños que volverán en marzo a la escuela”, concluye.
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