USS debate sobre causas y efectos a 50 años del 11 de septiembre de 1973
En la oportunidad, Samuel Valenzuela, académico chileno radicado hace años en Estados Unidos, donde ejerce como profesor titular del Departamento de Sociología de la Universidad de Notre Dame, indicó: “Chile ha sido pionero en la democracia en el mundo”. En esta nota, profundiza sus planteamientos.
Manifestando con orgullo su origen penquista, comenzó su exposición “Reflexiones sobre el trasfondo histórico de la democracia en Chile”, el destacado sociólogo chileno radicado hace años en Estados Unidos, Samuel Valenzuela, en el Seminario internacional “A 50 años del 11 de septiembre de 1973″, organizado por la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad San Sebastián (USS), dando inicio a dos jornadas dedicadas a la reflexión en torno al quiebre y recuperación de la democracia en el país.
Graduado de la Universidad de Concepción, analista, sociólogo, cientista político, investigador y profesor titular de la Universidad de Notre Dame, en Estados Unidos, Valenzuela, quien es hermano de Arturo Valenzuela, exsubsecretario de Asuntos Hemisféricos durante el gobierno de Barack Obama, quiso aportar desde sus variadas investigaciones a la discusión sobre la importancia de comprender la democracia chilena desde sus inicios.
Esto, con el objetivo no sólo dar con análisis más acuciosos y completos de la historia de nuestro país, sino que también de destacar nuestra democracia a nivel global desde los primeros años del siglo XIX hasta la actualidad, de la que entrega varios hitos que sorprenden.
En la ocasión, también participaron Patricio Fernández, asesor de la Presidencia para la Conmemoración de los 50 años, quien valoró la instancia, “que permite ir matando prejuicios, ayuda a que se establezcan canales de diálogo. La democracia es un modo de convivencia, es un entendimiento cultural, es una manera de valorizar al otro como alguien enteramente necesario. Espacios como este van en esa línea”.
La ronda terminó con las palabras de Gonzalo Arenas, director de la Escuela de Derecho USS, quien analizó el gobierno de Allende, los partidos que lo respaldaban y parte de los hitos y dudas que marcó su mandato. “Con el el Seminario quisimos hacer un intento de profundizar desde el mundo de la academia en las causas que llevaron al debilitamiento de nuestro democracia, que fue un proceso largo que empezó en los años sesenta, y que en 1973 terminó siendo la culmine de este proceso de degradación democrática progresiva que ya venía sufriendo el país”.
“Chile ha sido pionero en la democracia en el mundo”
Luego del seminario, Samuel Valenzuela profundizó sus planteamientos con Formando para crear.
-¿Cómo se explica la caída de una democracia tan consolidada como la chilena en 1973?
-Es una pregunta que, desde diferentes puntos de vista, investigaciones, instituciones, se ha intentado responder. La radicalización de los partidos de izquierda y derecha en nuestro país, la desconexión entre las bases trabajadoras y el mundo empresarial, y la miseria de las familias por falta de políticas de pensiones, lo explican. Este crecimiento de los polos políticos comienza a verse cada vez más profundizado a lo largo de los años y culmina, como si se tratara de un derrumbe de un camino, en el quiebre de la democracia en 1973.
-¿Qué responsabilidad tuvo la Unidad Popular en el quiebre?
-El gobierno de Allende llegó a tratar de hacerlo todo de un momento a otro. Empezaron las manifestaciones, nacieron grupos extremos de izquierda y derecha, como el MIR y Patria y Libertad, aguijoneando a sus partidos más cercanos. Paso a paso, la polarización fue más grande, no había consenso con las áreas de propiedad social, había confrontaciones, hasta que se derrumbó la democracia chilena.
-¿Por qué y cómo Chile recupera su democracia a fines de los 80?
-En los años 80 y luego a poco tiempo de uno de los hitos más importantes de nuestra historia (el Plebiscito de 1988), Estados Unidos, entre otras naciones y organismos internacionales, comenzaron a presionar a Augusto Pinochet por la correcta ejecución del plebiscito para que entregara el poder. Estas presiones también incluyeron donaciones a la oposición de la época, así como la suspensión de preferencias y tratados en materia económica, lo que debilitó la figura de Pinochet hasta su derrota electoral el 5 de octubre de 1988.
-¿Y qué elementos internos influyeron en el triunfo del No?
-Efectivamente, esa presión internacional no fue lo único que ayudó a la transición a la democracia. La tradición republicana, consolidada por una historia de casi dos siglos (en esos años), también jugó un rol importante, tanto en el desarrollo como en el desenlace de este período. La democracia chilena, formada en el siglo XIX, afectó la forma en que funcionó la junta militar. No era un gobierno colegiado. Acá existía una verticalidad de mando, que es el producto de la tradición democrática; y Pinochet, como comandante en jefe del Ejército y luego como primus inter pares, quería proyectarse como Presidente de la República y mantener esa verticalidad del mando, pues vio en ese sistema la única manera que tenía de mandar”.
Democracia chilena
-¿Qué características tiene esa tradición de la que habla?
-Las democracias son como construir un gran camino. En Chile, en el siglo XIX existía un camino de tierra y estrecho, donde solamente pasaba una carreta o dos. Conforme pasaron los años, ese camino democrático se fue ampliando para que sea más rápido, eficiente y para que todos pudieran transitar. En esa construcción, Chile ha sido uno de los países pioneros en la democracia en el mundo.
-¿Esa construcción democrática o ese camino es visto como tal en el extranjero?
-Si tú hablas de América Latina en Europa o Estados Unidos, todo el mundo empieza a mirar al cielo. Es como que ni Chile ni América Latina existieran, como si estuvieras hablando de un mundo desconocido, de algo que antes llamaban el tercer mundo. Y ese es un problema serio. Actualmente, estoy empeñado en un trabajo nuevo que investiga y manifiesta, desde fuentes primarias de diferentes países, que la democratización ocurrió en tres mundos: en América Latina, en Estados Unidos y en Europa, siendo América Latina la que tuvo elecciones más tempranamente. Si bien no distaba mucho en tiempo con Estados Unidos, en este último país solamente votaban los blancos. En cambio, en Chile votaron todos desde el momento que nació la República.
-¿En qué hechos se ha manifestado la relevancia de la democracia chilena?
-Existen hitos importantes que se desconocen internamente, los que son necesarios de destacar. Por ejemplo, Mariano Egaña creó el primer registro electoral nacional que existió en el mundo en el año 1823. También destaco la validación del voto secreto en 1890; y la libertad electoral de la que gozaban los chilenos, fue mucho mayor que la de los norteamericanos, así como la posterior votación de las mujeres. Se trata de hechos innovadores de nuestra democracia a nivel mundial. Cuando los menciono en otros países, impresiona mucho, y forman parte de lo importante de su estudio y difusión.
-¿Qué le parecen los vaivenes electorales en Chile en los últimos años?
-A lo largo de nuestra historia no han cambiado mucho las tendencias políticas en nuestro país. Por ejemplo, la elección de Gabriel Boric, prácticamente es la misma alineación que vivimos con el Sí y el No de la época de Pinochet. Pero ¿cómo explicas tú que 35 años después exista la misma distribución que había en el siglo XX a partir de la elección presidencial de fines de 1925? En esa elección ya se produce la distribución izquierda, centro y derecha. Entonces, las tendencias electorales siempre han estado marcadas por esta equivalencia de fuerzas, que pueden gobernar si forman alianzas electorales o políticas.
-¿Qué le parece que en Chile se esté perdiendo valoración la democracia, según encuestas recientes?
-Los chilenos tienen una imagen extraordinariamente crítica del país. Doy un ejemplo. Uno va a la página de la OCDE sobre el sistema de salud y Chile está un poquito a la derecha de la mediana en términos de su sistema de salud en cuanto a eficiencia, acceso y calidad. El sistema de salud norteamericano, por su lado, se ubica a la extrema izquierda; es decir, es peor que el chileno en cuanto acceso de las personas más vulnerables. Acá, a la gente indigente, me consta, se le trata bien, porque es un sistema fuerte. Pero los chilenos evalúan mal el sistema de salud y piensan que el sistema es el peor del mundo, cuando objetivamente no lo es. Y los norteamericanos, por su parte, evalúan el suyo como el mejor del mundo.
-¿Por qué cree que se da este fenómeno?
-Esta visión ultra crítica del país responde a una sensación de que siempre estamos mal y nos enfocamos siempre en lo malo. Se podría decir, de manera reduccionista, que cada avance que existe trae consigo un nuevo problema, lo que genera un disparo de expectativas, como sucedió con el denominado estallido social. En todas las democracias hay zonas de disconformidad. Es un derecho de las democracias salir a protestar por algo. Chile demostró no estar ajeno a este fenómeno, pero llama la atención esta perspectiva ultra crítica y cuando se observa la manera de informarse, estamos frente a algo complejo.
-¿Qué hay de complejo en la forma en que nos informamos los chilenos?
-La radicalización política la vemos día a día, en todos los temas. Esto sucede porque la gente se está informando a través de las redes sociales y eso es extremadamente polarizante, porque los algoritmos alimentan a la gente solo de contenidos que quiere escuchar o ver, lo que se conoce como cámaras de eco o de resonancia. Desgraciadamente, esa es una enfermedad en todo el mundo y en Chile tiene ribetes extremos. Hay una manipulación de los mensajes que llegan a través de agentes que tratan de destruir la democracia en todo el mundo, lo que es impresionante y muy peligroso.
-¿Qué consejos le daría a la democracia chilena?
-Teniendo una mirada hacia el futuro, el sistema político tiene que legitimarse para poder obtener una mayor representatividad. En mi opinión, considero importante que el país pueda ir mutando hacia un sistema de voto preferencial, que en inglés se conoce como ranked voting, en el cual es el electorado el que dicta cuáles son las coaliciones políticas. Va a llegar un minuto donde no se va a poder continuar con un sistema que premia con una votación tan reducida la elección de una persona que va a ser el representante de un distrito, circunscripción, gobernación o municipalidad. Con márgenes de votos tan reducidos, que la gente se sorprende al saber que tal o cual candidato o candidata fue electo con el cero como algo de los votos, eso no se sostiene, escapa al sentido común; entonces, el voto preferencial tiene un efecto centrípeto, no centrífugo, lo que ayuda a dar gobernabilidad.
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