Circo para todos: la travesía de La Cuarta Estación
Si hacer arte en regiones es un desafío, descentralizar el circo contemporáneo es utópico. Pero no imposible. Hace más de una década que esta compañía establecida en Coquimbo busca ser más que un espectáculo: un agente de cambio en la región. Esta es su historia.
La primera vez que circuló un tren por la ex estación de Coquimbo fue en 1862. Y la última vez que se usaron sus vías fue en 1975. Incluso un incendio la destruyó parcialmente.
Eso hasta 2012.
Las ex bodegas de Avenida Maestranza dejaron atrás el abandono. Se limpiaron los escombros y se llenaron de telas de colores, colgadas desde el techo. De transportar personas a distintos lugares en trenes, la ex estación pasó a transportar arte.
Era el circo que venía darle una nueva vida al lugar.
Primera estación: Semillero
Fue cerca de 2010 cuando dos agrupaciones de circo, Circo Kalendero de La Serena y la Agrupación juvenil Plaza Las Américas de Coquimbo, se unieron. Ahí nació el Circo La Cuarta Estación.
Así, la magia del circo contemporáneo aterrizó en la cuarta región. El espectáculo venía con todo: artes circenses tradicionales se mezclaban con técnicas teatrales. Ya no eran solo saltos o acrobacias, se sumaba la música, una escenografía impresionante y efectos de luces. El telón de fondo elegido fue la ex estación de trenes de Coquimbo.
Sebastián Araya conoció La Cuarta Estación antes de La Cuarta Estación. Este artista de 28 años, oriundo de La Serena, llegó a las artes circenses a través de otra academia de circo. Recuerda que su primer acercamiento fue en una mala época de su vida. Se puede decir, comenta, que hicieron un trabajo de circo social con él.
–Me encarrilaron en el camino. Yo me enamoré, así de simple– explica Araya.
Hoy su especialidad es el mástil chino. Un tubo vertical rígido de más de cinco metros para el que se necesitan habilidades como fuerza, resistencia, control y equilibrio.
–El Circo La Cuarta Estación es un espacio de creación, donde convergemos varios artistas de muchas disciplinas. Intentamos meter todo a la juguera, ordenarlo y sacar un producto artístico de calidad y que también tenga un mensaje, que esté cargado con algo, que no sea un arte vacío –dice Araya.
Para eso está diseñado “Semillero”, un programa de formación de talentos de este circo que es abierto a la comunidad. El programa, cada vez que se realiza, le da clases gratuitas a más de 20 personas y tiene una malla curricular en función del nuevo circo, que va desde entrenamiento, pasando por disciplinas como teatro, danza contemporánea y hasta diseño gráfico.
Es más: casi todo el elenco actual del Circo La Cuarta Estación ha ingresado gracias a este programa que crearon los fundadores.
Pero Gonzalo Peralta –diseñador industrial, artista visual y actual director ejecutivo del circo– no llegó así. Era pintor, escultor e incluso tenía su propia agencia de diseño. Fue hace seis años cuando con su familia decidió cambiar radicalmente su vida. Quería salir de Santiago. Tres años después, Peralta se daría cuenta que la vida le tenía preparada una sorpresa. Pasó de la vorágine de la capital, a la adrenalina de arte circense.
No se arrepiente, dice.
–Llegamos a Coquimbo y nos dimos cuenta que en regiones hay mucho por hacer. Y para muestra de un botón, pudimos hacer del circo un espacio laboral no solo para nosotros, sino para todo el elenco –explica Peralta.
La primera vez que llegó al circo fue porque le pidieron diseñar una escenografía, algo que se moviera, que tuviera dinamismo, donde el movimiento fuera perpetuo.
–Cuando vi eso, lo que hacía La Cuarta Estación, me volví loco. Imagínate a Leonardo Da Vinci encargado de un circo. El diseño industrial, en un escenario así, se despliega en todo su espectro. Desde lo funcional, lo estético hasta lo simbólico.
Y Peralta agrega:
–Era un lugar que te hacía pensar: “qué ganas de poder formar parte de todo esto”.
Así entró a la compañía, primero como diseñador escénico y hoy también como director ejecutivo y quien se encarga de organizar el sistema al interior del circo. El proyecto obtuvo fondos del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, lo que hoy les permite dar empleo directo al elenco del circo, que son 10 personas permanentes en el staff, y contar con otro tipo de profesionales –como músicos, coreógrafos y profesores– cuando un show en especial lo amerita. Además de tener 15 programas y alrededor de 90 actividades anuales.
Segunda estación: Añañuca
Cuenta la leyenda que en tiempos previos a a Independencia, cuando Monte Patria aún se conocía como Monte Rey, vivía allí una flor de carne y hueso, una bella joven indígena: Añañuca.
Era tan hermosa que todos los hombres querían conquistarla, pero nadie lograba adueñarse de su corazón. Hasta que un día llegó al pueblo un joven minero buen mozo que pasaba por allí en busca de un tesoro.
El circo contemporáneo, como explica Gonzalo Peralta, es cuando se ponen en función del espectáculo del circo, disciplinas como la danza, el teatro y las artes visuales. Todo esto arma un show que tiene un mensaje. No solamente es pirotecnia: es contenido. Así, en 2019 la compañía La Cuarta Estación decidió llevar la leyenda de Añañuca al lenguaje del circo.
Era una leyenda de la zona y querían armar un espectáculo. Diseñaron una escenografía de seis metros de altura, con una suerte de pétalos, con estructuras y telas tensadas en postes.
–Preparamos esa escenografía durante seis meses. Teníamos que presentar. Dijimos “¿dónde se podría estrenar esto?”. Y la respuesta fue obvia: Monte Patria, lógico –comenta Peralta.
La localidad está a 114 kilómetros de Coquimbo. Con la ayuda y financiamiento del Festival ARC –organizado por la Seremi de las Culturas de Coquimbo–, llevaron todo el espectáculo allá. Llegaron en una micro llena: integrantes, músicos, luces, camas y petacas.
En el corazón del pueblo, al lado de la plaza de armas de Monte Patria, comenzaron a montar la estructura y los parlantes. Los niños y los más grandes comenzaron a acercarse para ver qué pasaba. Llegó la noche, se prendieron las luces y empezó el show.
El joven quedó prendado de la belleza de Añañuca y ella también. Los dos, perdidamente enamorados, decidieron unir sus vidas. Vivieron felices durante un tiempo. Pero una noche, el joven tuvo un sueño.
–El gran reto era, a través de diferentes números de circo, relatar una historia y una tan compleja como una leyenda. Empezamos a ver que los niños y el público estaban reaccionando– recuerda Peralta.
La plaza de armas de Monte Patria estaba llenísima. El público eran alrededor de dos mil personas. Fue el mejor lanzamiento que Añañuca pudo tener.
En el sueño del joven había un duende que le avisaba del lugar secreto donde se encontraba el tesoro que por tanto tiempo había buscado. A la mañana siguiente, el muchacho partió en su busca. Sin avisarle a nadie, ni siquiera a su esposa.
–Oye, el minero la dejó –dijo un niño.
–Que es malo, ¿por qué le hizo eso? –respondió otro.
A medida que avanzaba el espectáculo, el público identificaba su leyenda.
Pasaron los días, los meses y el joven minero nunca regresó. Se creyó que el joven minero había sido víctima del espejismo de la pampa, causando su desaparición y presuntuamente, su muerte.
–Mira, se puso a llorar la Añañuca –comentó una mujer
–¡Añañuca es de acá!– gritó un niño entonces.
–El desafío el circo contemporáneo es cómo usas el lenguaje y cómo instalas el mensaje sin dejar el circo. Porque sigue siendo circo: hay números. En Añañuca hay un trapecio, una rueda, hay acrobacia grupal, hay efectos especiales –explica Peralta.
Con un dolor tan inmenso que que no le cabía en el pecho por la pérdida del amado. Añañuca perdió las ganas de vivir y finalmente, también murió.
En ese instante, desde la estructura instalada en Monte Patria, comenzó a caer agua, como si fuera lluvia. Era el momento en que la Añañuca moría en llanto.
Un día de incansable y suave lluvia, los pobladores llevaron el cuerpo de la joven a su sepultura en un lugar de la montaña. Pero al día siguiente, con la salida del sol, los mismos presenciaron un sorprendente suceso. El lugar donde había sido enterrado su cuerpo estaba ahora cubierto por una abundante capa de flores rojas.
Añañuca se había convertido en flor, para permanecer siempre junto a su amado. A esa desconocida flor roja se le llamó “Añañuca”.
Ese es, según el director ejecutivo del Circo La Cuarta Estación, uno de los mejores estrenos que ha tenido la compañía.
Tercera estación: Circo para todos
El día del artista circense es así. Parte temprano, muy temprano, con un proceso de entrenamiento de cuatro a seis horas. La otra mitad del día son entrenamientos y ensayos. Es como un trabajo de 9 de la mañana a 6 de la tarde. A veces, para sacar una sola obra, son seis meses de ensayos. Es una disciplina en la que puede tomar años lograr un número.
Es una forma de vida.
Y entremedio hay que dejar horarios para la gestión cultural y para los dispositivos sociales que ha instalado La Cuarta Estación en la región. Dentro de los programas del circo está, por ejemplo, “Circo en terreno”, que es una gira por 10 localidades diferentes cada año en las que se presentan con algún espectáculo. Ovalle, Vicuña, Tierras Blancas, Barrio Inglés y Peñuelas son solo algunas de las comunas que han visitado.
–El circo hace una cantidad de cosas impresionante, pero lo puede hacer porque hay una pega, hay un sustento. La gente está trabajando dignamente. Esto tiene que ver con un proceso de dignificar. Y, más que dignificar, entender el arte como una posibilidad laboral concreta –dice Peralta.
Este diseñador industrial, por ejemplo, revela que ha habido sacrificios de todos. Él, por su lado, ha dejado de lado algunas oportunidades laborales con mayor remuneración. Pero acá, dice, hay otro tipo de retorno.
–La cultura es el motor. Nosotros conocemos la historia de la humanidad en función de los hitos culturales, de los hitos artísticos. Necesitamos pensar en la cultura. Acá hay un retorno del alma. Hay una responsabilidad ética de seguir haciendo más y mejor arte, de que haya más cultura. Hay que fundar nuevas universidades, armar nuevos centros de formación, nuevos centros técnicos en lo artístico. El ministerio tiene que generar más recursos. La casa se incendia, pero quedan las personas. El capital cultural de las personas es lo que importa y lo que nos conforma como sociedad –dice Peralta.
El contacto con lo social. Eso es lo que inspira también al artista circense, Sebastián Araya.
–Hoy me inspira la injusticia que se está viviendo. La desigualdad social y cómo el arte o cómo usar el arte como herramienta para evidenciar todo esto, a través de una sensibilización del público –explica Araya.
Por eso, Circo La Cuarta Estación también tiene programas en donde se relacionan con Instituto Nacional de la Juventud (Injuv) y otros con el Servicio Nacional de Menores (Sename). La idea es darle acceso a la cultura a personas en situación de vulnerabilidad social.
Hay más. Por ejemplo, el programa Circo para todos, donde la ex estación de trenes abre sus puertas para quienes quieran aprender más del arte circense. También están las “domingueras” que, antes de la pandemia, se realizaban todos los domingos y era un espacio para cualquiera que quisiera visitar el circo.
–El circo contemporáneo o nuevo circo, nosotros nos hacemos cargo en los territorios porque no somos nómadas. Somos más bien gente que se establece en el territorio, a partir de las necesidades de las personas y de la disciplina. En La Cuarta Estación estamos enfocados en fomentar, visibilizar y profesionalizar el área para que llegue un momento en que las personas entiendan que es una disciplina compleja –explica el director ejecutivo.
Cuarta estación: Al infinito y más allá
La pandemia, como a todos los sectores, ha redefinido las rutinas de La Cuarta Estación. Por ejemplo, la compañía hizo un autoconfinamiento en tres casas, donde vivieron juntos todo el elenco. Nadie extra podía entrar o salir, la idea era poder seguir con los ensayos sin exponerse. Pero incluso antes de este confinamiento, como todo grupo humano, el elenco ha pasado por épocas difíciles.
–Con ese pelito de morosidad y de amor tú puedes sacar adelante este hijo. Tienes que darle la posibilidad de que se caiga, de que llore. Porque, claro, nadie nace sabiendo. Entonces, en esta organización nos hemos sometido a un plan de gestión intenso. Ha significado la partida de algunos, el ingreso de otros. La pandemia ha sido un momento de catalización para el circo, en donde las personas que quieren profundamente el oficio son los que dan la batalla –dice Peralta.
Pero este tiempo ha sido utilizado por el elenco para adquirir nuevos conocimientos. El elenco está haciendo un diplomado en artes circenses y también formación con una maestra de circo de Argentina, Luciana Mosca. Y la parte más ejecutiva realiza un diplomado en diseño escénico.
–Tenemos que ligarnos desde otras áreas escénicas que tienen que ver con el teatro, con la danza y otras áreas escénicas. Todo eso de alguna forma está empujando y haciendo de este estilo algo muy maravilloso, muy bien logrado por varias personas. Aunque estamos en vías de –explica Sebastián Abarca, director artístico de La Cuarta Estación.
Además, gracias a la nueva vida que le dio la pandemia a las redes sociales, han podido llegar a nuevas audiencias. Infinito, un documental que muestra una de las últimas obras de este circo, alcanzó más de 20.000 reproducciones (en este link puedes ver el documental sobre la obra “Infinito”). Y Añañuca, la leyenda de Monte Patria, se hizo incluso de manera online.
¿Y para el resto? Circo para todos en modalidad online y clases abiertas de, por ejemplo, flexibilidad o de acrobacias verticales. Incluso La Cuarta Estación ofreció un espectáculo de varieté online, a través de una “carpa virtual”, a residencias colaboradoras del Sename de Coquimbo, vía Zoom. A distancia, este circo también pretende llenar de risas, alegría y emoción y pretenden hacerlo durante todo 2020.
Sin embargo, no todo ha sido luces para este equipo durante la pandemia. Hace algunos meses, y aprovechando que el elenco no está asistiendo a su lugar de ensayo habitual, la ex estación de trenes, entraron a robar. De hecho, han entrado robar seis veces durante la pandemia. Las mesas de sonido, las mesas de luz, los parlantes, los focos led. Todo lo esencial para el espectáculo ya no está.
Eso se suma a lo que dice Peralta. Es un desafío hacer arte en Chile y, explica, es un desafío sobretodo en regiones. Pero gracias a la gestión este circo ha podido apalancar recursos, tanto públicos, como privados y propios (a través de la taquilla), para hacerlo posible.
–Ya somos un patrimonio, somos agentes activos del patrimonio cultural de la región y con nuestro trabajo estamos aportando al tejido cultural de la región. De alguna manera, el Circo La Cuarta Estación le pertenece a la cuarta región –dice Peralta.
¿Y los sueños? Gonzalo Peralta dice que sueña en cinco años más hacer espectáculos de alta calidad, donde todo el elenco participe del proceso creativo y que sea un equipo multidisciplinario.
–A mí me encantaría que el circo se transformara en una universidad. Más que una necesidad, que fuera una alternativa de formación. Que se entiendan diferentes disciplinas, que se entienda la expresión corporal, la danza, que eso colinde con el diseño industrial, con la arquitectura. Mi sueño sería ser como una Bauhaus del circo.
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