Cristián Castillo, arquitecto de Barrio Maestranza Ukamau: “Este es un proyecto de 427 arquitectos”
El arquitecto fue uno de los encargados de dar vida a este proyecto de vivienda social, que recientemente recibió el Premio Aporte Urbano en la categoría Mejor proyecto de Integración Social.
De escaleras rojas y muros grises, el Barrio Maestranza UKAMAU, ubicado en Estación Central, es una imagen imponente, tanto por como se ve como por todo lo que representa para quienes lo habitan. Y es que este proyecto emplazado en un terreno de tres hectáreas que anteriormente pertenecía a EFE, es el resultado de una larga lucha de un grupo de familias reunidas en la organización UKAMAU, conformada por antiguos habitantes de la comuna, que durante décadas vivieron en condiciones de hacinamiento.
Fue hace más de una década que se organizaron en un Comité de Vivienda para dar con el terreno en donde se pudieran instalar de una vez por todas, de manera digna. “Este es uno de los primeros proyectos de vivienda social que parte desde la demanda y no desde la oferta”, cuenta Cristián Castillo, uno de los arquitectos que lideró la obra de la mano de las familias: “Los vecinos se organizan y para seguir viviendo en su territorio hacen un análisis de las posibilidades que habían en la comuna, encontrando estos terrenos de EFE que estaban sin usarse y que estaban a la espera de las condiciones de venta para realizar otras obras”.
Se trató en un comienzo de un camino cuesta arriba, relata Cristián: “En una tarea bastante titánica, porque originalmente EFE se negaba a acogerlos como posibles compradores, ellos logran ser potenciales compradores del terreno. Ya con éste, toman contacto con nosotros que hemos trabajado en proyectos de vivienda social. Hicimos un primer proyecto, con cuyo esbozo pudieron establecer una relación técnica con Serviu y convencerlos de la factibilidad del proyecto”.
Poco más de un año se demoraron en desarrollar y aprobar el proyecto por parte de los arquitectos, lo que permitió que se trabajara a la par con la comunidad. “Este es un proyecto de 427 arquitectos”, dice siempre Castillo, refiriéndose a las 424 familias y a los tres arquitectos que participaron. Y es que se preocuparon de trabajar a la par con la comunidad de UKAMAU, realizando asambleas tres días a la semana para poder escucharlos a todos y anotar cada opinión, comentario y crítica. “Esto logró que las familias se empoderaran del proyecto, porque lo que hicimos fue dibujar sus sueños, interpretando lo que entendían como una vivienda”.
La dignidad y la habitabilidad de los departamentos fue, en tanto, un caballo de batalla para todos los involucrados. “La idea siempre fue transformar esto en un condominio y no en un loto”, explica el arquitecto, y añade: “Normalmente el Estado piensa que los pobladores no son capaces de mantener el lugar y pagar sus cuentas, pero los convencimos de que esta era la forma de vida que querían tener y que la iban a cuidar, y así lo han demostrado. El proyecto se entregó hace más de un año y está cada día más bonito”. Sin ir más lejos, como parte del proceso hubo que convencer a las autoridades de hacer instalaciones de gas en las cocinas, pues dudaban que los vecinos fueran a pagar las cuentas.
De esta forma el proyecto se convirtió en una prueba viva de que trabajar junto con familias organizadas sí funciona, porque están dispuestos a preservar sus formas de vida cuidando el patrimonio que adquirieron. “Peleamos al lado de ellos. Si el proyecto dejaba de avanzar ellos tomaban las riendas y resolvían con el ministro y los directores”, cuenta Castillo: “Fue un aprendizaje enorme caminar junto a ellos”.
Por lo mismo, no fue azaroso que a la hora de ir a recibir el Premio Aporte Urbano a Mejor proyecto de integración social, Cristián Castillo no llegara solo, sino que acompañado por la vocera de UKAMAU: “El proceso le pertenece tanto a las familias como a los que trabajamos en él. Ellos instrumentalizaron sus sueños, y entre todos lo diseñamos”.
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