Lecciones desde afuera: cómo ha sido el regreso al trabajo en el extranjero

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La idea es avanzar sin retroceder. ¿Cómo seguir adelante y hacer frente a esta pandemia volviendo a trabajar? Una opción es aprendiendo de los países que ya llevan semanas en este camino, de sus victorias y sus errores. Cuatro chilenos viviendo en el extranjero nos cuentan algunas de sus experiencias.



Chile avanza lentamente hacia un plan de desconfinamiento después de varias semanas de cuarentena que nos obligaron a reformular nuestras vidas en muchos aspectos, desde lo social a lo laboral. Por ejemplo, hemos aprendido a trabajar en condiciones que jamás habríamos imaginado y, si bien lo que hoy llamamos teletrabajo no es lo que esperábamos, se ha demostrado que, en muchos casos, las empresas pueden seguir funcionando de forma remota, aunque siga habiendo espacios para mejorar, de eso no hay dudas.

El 24 de julio pasado la autoridad sanitaria presentó el plan Paso a Paso, la fórmula con la cual volveremos poco a poco a salir a las calles, a nuestros trabajos y recuperar una gradual normalidad. Primero fueron nueve las comunas, después ocho más, las que avanzaron al paso 2, el de transición, aunque en Punta Arenas tuvieron que retroceder de la etapa 3 a la 2, y otras que nunca estuvieron en cuarentena, ahora pasaron al confinamiento. Es decir, todavía hay muchas lecciones que sacar para que la reactivación sea un éxito y no un fracaso.

Y aunque todos los países son distintos, algo positivo de esta pandemia para Chile, es que podemos aprender de cómo otras naciones que fueron víctimas de este virus han avanzado hacia un nuevo estilo de vida que podríamos denominar “normalidad post-pandémica”.

La Unión Europea junto a la OMS formularon protocolos en relación a la vuelta al mundo laboral para que todos sus países pudiesen basarse en ellos. También está el caso de Nueva Zelanda, elogiado por todo el mundo. A continuación, revisaremos ambos protocolos para hacernos una idea de cómo han avanzado.

El modelo europeo

La Agencia Europea para la Seguridad y Salud en el Trabajo, órgano que pertenece a la UE, creó una guía titulada COVID-19. Regreso al lugar de trabajo (Adaptación de los lugares de trabajo y protección de los trabajadores), que aplica para todos los países de la Unión y que cada uno que ha ido adaptando según sus necesidades. Sin embargo, hay algunos consejos esenciales que vale la pena destacar teniendo en cuenta las lecciones que podemos sacar y aplicar en nuestro país:

  • Es crucial que el proceso se realice por pasos, indican en esta guía. El trabajo que se considera esencial para la protección de la salud y la economía, es el que se autoriza primero, y el trabajo que se puede realizar eficazmente desde casa, al final, incentivando el teletrabajo.
  • Para minimizar la exposición al virus solo los trabajadores que son fundamentales deberían estar presentes en el lugar físico laboral y minimizar la presencia de terceros.
  • Reducir, en la mayor medida posible, el contacto físico entre los trabajadores (por ejemplo, durante las reuniones o los descansos).
  • Si es posible, pedir a los empleados más vulnerables, como personas mayores o con enfermedades crónicas (hipertensión, problemas pulmonares o cardíacos, diabetes o que se estén sometiendo a un tratamiento contra el cáncer u otro tratamiento inmunosupresor) y embarazadas, que trabajen desde la casa. Aquellos con familiares cercanos de alto riesgo también deberían teletrabajar.
  • Utilizar barreras impermeables, mamparas u otros entre los trabajadores, sobre todo si no es posible que mantengan una distancia de dos metros entre ellos. Si no pueden utilizar una barrera, debe dejarse un espacio adicional entre los trabajadores, por ejemplo, asegurando que haya al menos dos escritorios libres a cada lado.
  • Si el contacto cercano es inevitable, debe restringirse a menos de 15 minutos.
  • Facilitar agua y jabón o un desinfectante de manos adecuado en lugares prácticos y aconsejar a sus empleados que se laven las manos con frecuencia.
  • Limpiar instalaciones constantemente, en especial los mostradores, las manillas de las puertas, las herramientas y otras superficies que las personas toquen frecuentemente y facilitar una buena ventilación si es posible.

El modelo neozelandés

Las cifras exitosas de Nueva Zelanda han sido un ejemplo para el mundo. Desde el 28 de febrero hasta principios de agosto, según el reporte de la OMS, se habían registrado 22 muertos y 1.219 casos de contagios. Pero esta semana se conocieron cuatro nuevos infectados por coronavirus en Auckland, por lo que rápidamente la primera ministra, Jacinda Ardern, decretó este martes 11 de agosto cuarentena para la ciudad más poblada del país. Los neozelandeses habían entrado en cuarentena por siete semanas el pasado 25 de marzo y después de eso comenzó el plan de desconfinamiento. Llevaban 102 días sin casos de contagio.

Sacando a Auckland de la ecuación, el resto de las ciudades neozelandesas hoy se encuentran en una etapa que se ha denominado Alerta 1, donde todo funciona y todos los ciudadanos, sin restricción, han podido volver a sus trabajos, ir al colegio, viajar dentro de la isla, hacer deporte, además de asistir a eventos deportivos y hacer reuniones con número ilimitado de personas. Aún así, esta etapa de Alerta 1 tiene reglas que se aplican tanto a nivel laboral como para cualquier ámbito de la vida cotidiana, que consisten básicamente en mantener las medidas de higiene básicas: el lavado de manos y taparse con el antebrazo al toser o estornudar siguen siendo fundamentales. No así el uso de la mascarilla, que no es obligatorio en todos los lugares.

Pero la etapa previa fue la Alerta 2, que comenzó el pasado 13 de mayo y permitió la reapertura de la economía y que la gente fuera retomando poco a poco sus actividades. En ella, para poder funcionar, las empresas debían cumplir con los siguientes requisitos básicos:

  • Todas las empresas podían abrir siempre y cuando lo hicieran de manera segura, con todas las medidas de higiene necesarias entregando la máxima seguridad a sus trabajadores. Quienes pudiesen quedarse en sus casas y teletrabajar podían hacerlo, debía entregarse esa flexibilidad.
  • Las grandes empresas debían tener un sistema de rastreo de contactos para registrar a todas las personas con las que interactuaban en sus instalaciones.
  • Se debía mantener la distancia física de un metro entre trabajadores o clientes.

La experiencia vista desde afuera

Pero una cosa son los protocolos que proponen los gobiernos y otra cosa es si las empresas y los empleadores las respetan, por eso conversamos con cuatro chilenos que viven en Suiza, España y Nueva Zelanda para que nos cuenten sus experiencias de lo que ha sido volver a trabajar en desconfinamiento.

Francisca Vásquez y su marido viven en Suiza, en la zona de Lugano, en el cantón de Tesino. Ella es diseñadora gráfica y él trabaja en una empresa de packaging. Es dueña de un pequeño estudio donde imprime y realiza imágenes corporativas en el que trabajan pocas personas. El rubro al que se dedica le dio además la oportunidad de poder realizar su labor desde sus casas sin problema y cumpliendo con sus clientes. Pero el caso de su marido es distinto, ya que la empresa en la que trabaja es grande y solo pudo volver a trabajar con sistema de turnos, con procesos de desinfección constantes. Eso sí, explica Francisca Vásquez, el uso de mascarilla es bien distinto en relación a Chile, puesto que no es necesario llevarla puesta en el escritorio de trabajo o dentro de la oficina, por ejemplo, solo si sales y estás en contacto con otros. Cuenta que en Suiza han sido precavidos y han ido con calma, evitando tener rebrotes fuertes y la ciudadanía se ha comportado a la altura.

Los neozelandeses habían entrado en cuarentena por siete semanas el pasado 25 de marzo y después de eso comenzó el plan de desconfinamiento. Llevaban 102 días sin casos de contagio.

Flavia Gattini es periodista y vive en Barcelona, España, hace casi 20 años. Trabaja en el área comercial y de marketing en una empresa que realiza ferias internacionales. Dentro de las primeras acciones que tomó su empresa después del confinamiento fue reducir el número de empleados que iba a la oficina, para mantener el distanciamiento social. Además, quienes tienen hijos, tienen la posibilidad de ir a trabajar día por medio y el resto de los días realizar teletrabajo desde sus casas. En sus oficinas las mesas están a más de 1,5 metros de distancia y cada puesto de trabajo tiene alcohol gel.

Algo fundamental y que a Gattini le causó un alivio inmediato al volver al trabajo, fue que su jefe consideró que era necesario hacer el test de anticuerpos a todos los empleados antes de volver (test de sangre que mide IgG y el IgM). Así todos estaban seguros de quiénes habían tenido covid y quienes estaban todavía absolutamente sanos.

En su empresa cumplen con todas las reglas sanitarias, dice ella, y además sus compañeros han sido responsables. Si alguno tiene la mínima duda de tener un síntoma que corresponda al virus, se queda en su casa y se hace la prueba PCR inmediatamente. A ella misma le ocurrió, tuvo unos pequeños malestares, llamó a su médico de cabecera, se hizo el test PCR. Su resultado fue negativo y volvió al trabajo dos días después.

La Agencia Europea para la Seguridad y Salud en el Trabajo, órgano que pertenece a la UE, creó una guía titulada COVID-19. Regreso al lugar de trabajo (Adaptación de los lugares de trabajo y protección de los trabajadores), que aplica para todos los países de la Unión y que cada uno que ha ido adaptando según sus necesidades.

La experiencia de Tomás Santibáñez, que también vive en España, pero en Madrid, es similar a la de Flavia Gattini, porque la empresa donde trabaja es pequeña. Santibáñez es compositor musical y trabaja en una productora haciendo música para series y películas. Cuenta que en su oficina son muy meticulosos con la limpieza, cuando están en contacto con gente externa siempre usan mascarilla y el alcohol gel está siempre a mano. A diferencia de Chile la mascarilla se ha comenzado a usar por obligación en lugares públicos hace pocas semanas. Cuenta que hay protocolos que el gobierno propone, sin embargo, cada empresa ve cómo los pone en marcha y cuáles de ellos sigue. Todo va a depender del tamaño y de las necesidades de la empresa. Tienen esa libertad.

En Nueva Zelanda todo parece un sueño para Valeria, lejísimos de cómo le podría haber tocado en Chile. Vive en Victoria con su marido y sus tres niños y está haciendo un doctorado. Cuenta que las clases de postgrado volvieron a ser presenciales cuando entraron en alerta 2, única y exclusivamente para los estudiantes que lo precisaran, por ejemplo, los que requerían del uso de laboratorios clínicos, y después, cuando los niños volvieron a clases, pudieron comenzar a asistir presencialmente. Quienes no pudiesen hacerlo, tenían la posibilidad de seguir de manera online. Como aún no lo necesitaba, Valeria volvió hace muy poco a las clases presenciales. Y lo mejor dice, es la página web informativa que creó el gobierno, no hay pregunta que no puedas resolver ahí, “te explican todo con peras y manzanas”.

Nueva Zelanda, dice, sigue siendo un buen ejemplo para sacar lecciones.

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