Al ombligo del mundo
Nos fuimos a Isla de Pascua, tierra mágica en medio del Pacífico. Un desfile de aguas claras, campo y vegetación ardiente, moáis sobrecogedores, una historia ancestral y su lengua repleta de significados. Aprendimos mucho, también se nos abrió el corazón. Aquí reunimos parte de nuestro recorrido; un hotel espectacular, un centro de desarrollo y los secretos más profundos de la simbología de la isla. Viaje con nosotros.
En la zona de Hangaroa se ubica el hotel con el mismo nombre. Siete hectáreas de placer, 10 mil m² construidos. Aunque parece un gigante, su arquitectura, cuidada y estudiada a la medida de la isla, se mimetiza con el entorno, no molesta. Su apariencia vernácula se basa en el centro ceremonial de Orongo, un lugar muy importante para la cultura rapanui. Sinónimo de un período de democracia, allí se rendía un campeonato, y el que ganaba era quien gobernaría durante los meses venideros. Así como las construcciones de Orongo, el hotel emula sus formas curvas y suaves, y al igual que sus techos, los del hotel están cubiertos de pasto. “Arquitectura y paisajismo son el resultado de nuestro entendimiento de la cultura rapanui. Una experiencia, que en lo personal, se resume en respeto y admiración”, señala el arquitecto del hotel, Tomás Bunster. Luego continúa: “La relación de este proyecto con el paisaje es armónica y respetuosa. Su diseño es la combinación de un lenguaje de lomajes suaves, colores y texturas de una isla de origen volcánico y un predominio de líneas horizontales”.
El diseño paisajístico, por su parte, responde a lineamientos propios de los senderos de la isla que se abren camino entre las rocas y producen accidentes con líneas quebradas irregulares. Fueron ejecutados con un material similar a adoquines, diseñados y fabricados en Isla de Pascua utilizando los colores predominantes que hay en ella.
El Hangaroa, además de ser íntimo, lujoso, exquisito y respetuoso, tiene su lado sustentable. Cuenta con un equipamiento eléctrico de alta eficiencia, iluminación solar masiva y tecnología led. Además el hotel se autoabastece de aguas de riego a través de un sistema de purificación de aguas servidas, logrando una infiltración del 0% de ellas. Los detergentes y productos de limpieza deben estar fabricados bajo sistemas de gestión medioambiental.
Cuenta con 75 habitaciones, y aunque de distintos tamaños, todas son enormes. Dos restaurantes -con una cocina de autor basada en los pescados y productos locales-, un bar, un spa para derretirse, un gimnasio, un salón de convenciones, un cine con 64 butacas y lavandería independiente. Como el hotel más grande de la isla, también creemos que es el más bonito. Su interiorismo estuvo a cargo de la decoradora Paula Gutiérrez, que, según nos contó, intentó seguir las líneas arquitectónicas simples del hotel. “La idea fue integrarse a la arquitectura, usar colores naturales, colores que estuvieran en la naturaleza de los pastos, de los aguas, por eso también trabajamos con barnices más naturales. En el lobby se encargaron muebles de argentina con una estética contemporánea y a la vez rústica, podría ser una versión rústica del estilo que tiene la isla. Aquí también se usaron linos en los sofás. La idea es que el huésped se sienta en un lugar bastante natural que se logra con un conjunto de cosas. No era trabajar en un concepto de casa en la playa, la idea era que la gente se sintiera en Isla de Pascua, que eso es distinto. Los troncos que usamos, por lo tanto, fueron toscos, pero sencillos y sofisticados. Continuando con esa línea de sofisticación, por ejemplo, las mesas de cerámica del lobby son italianas, Gervasoni; otros muebles son de Eugenio Aguirre, que también son bastante sofisticados”.
Y si seguimos escarbando, la rusticidad en su justa medida está en todo el diseño interior. “Aquí la sensación es querer estar adentro, pero observando el paisaje. En ese sentido, la idea es que se integraran en él y que uno mire hacia afuera. En la isla además no existe el concepto de decoración, existe el concepto de habitar, en ese sentido hay una sutileza con la decoración del hotel”, termina Paula.
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