Decorar con desorden

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Muebles antiguos, cuadros, libros, hasta el cráneo de una oveja componen la decoración de la casa de esta artista que destaca por su estilo moderno.




La luz, los detalles y las historias llenan de vida la casa de la pintora Carola Balmaceda ubicada en medio de los cerros de Lo Barnechea, hasta donde llegó hace cuatro años cuando cambió la cercanía de los colegios –vivía en una casa Ley Pereira en Sebastián Elcano– por una casa más grande, más lejos, pero rodeada de naturaleza. "De esta casa me gustaron la vista a la cordillera y al valle, la luz, el jardín, estar en el cerro, la vegetación, la seguridad del condominio, la cercanía de mis papás y del club", explica.

La propiedad estaba abandonada y las terrazas tenían problemas de desnivel, tanto que cuando llovía el agua entraba a la casa. "Había que arreglarla casi entera, pero hemos ido de a poco, en la medida en que hemos podido. Primero la pintamos, cambiamos el piso, construimos de nuevo las terrazas y arreglamos un poco la cocina. Siempre se me ocurren cosas, ahora quiero construir un techo en la terraza y hacer algo en obra… siempre estoy inventando y cambiando", agrega.

El living, comedor, la salita y el dormitorio principal tienen una vista privilegiada al valle. Cada espacio sigue un estilo de decoración suelto y lleno de objetos heredados, comprados en Franklin, camino al Sur o por internet, como el macetero y la batea mapuche que están en la terraza y el living, respectivamente. "No soy ordenada, entonces la cosa 'perfect' nunca me va a resultar y al final sería una frustración", explica sobre su estilo.

El broche de oro lo dan los cuadros de diversos autores nacionales, entre los que destacan un dibujo de Paula Lynch, una ilustración de Loreto Corvalán y las obras de Francisco de la Puente, Ignacio Gana y un Cienfuegos que le regaló su marido, entre otros.

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Al rescate del jardín

El jardín sigue la misma lógica de la casa: un desorden ordenado. "Estaba abandonado y mantuvimos todas las especies que sobrevivieron, como las pataguas, los boldos, un espino y el resto lo fuimos plantando nosotros, todo suelto, muy natural.

La casa tiene varias terrazas, donde destacan las sillas que heredó de su abuela y ella las pintó calipso. "Todo tiene su historia, me encantan los adornos que tengan algo detrás, tengo muchas cosas de mi abuela y cada vez que vamos al Sur me vuelvo con algo, como la lana que compré para hacer telar (…) y terminó de adorno. La encontré bonita así entera".

Autodidacta y experimental

Una de las características de esta artista es la búsqueda constante y la experimentación. Hace un año construyó su taller al fondo del jardín donde está preparando los cuadros que expondrá en la Galería QUQU en agosto. En paralelo está trabajando con cerámica. "En los cuadros me gusta el tema del collage y mezclar cosas, y en cerámica es lo mismo, y el gres en ese sentido es supermanipulable y versátil. Soy fanática de las cosas viejas, voy al Persa y soy cachurera. A la escultura de la terraza le puse una tapa y la parte de arriba es un soquete de porcelana, me encanta incorporar otros objetos e inventar"

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