Perderse en el bosque

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"Después de avanzar un buen rato pasas un par de montañas y llegas a este valle, maravilloso, es como estar en Valdivia, bosque nativo, robles, raulíes. Lo más bonito es cómo va cambiando durante el año de colores: rojo, amarillo, verde. La gracia del lugar es esa, estando a la vez tan cerca de Santiago"...




En Curicó, Los Niches hacia la cordillera, se encuentra este valle en altura, un bosque joven de unos 50 años, como relata Felipe Montegu, arquitecto de La Invernada y hermano del dueño de casa.

Su nombre le viene dado por la reserva que la acoge. Ahí, plantada entre los árboles como un habitante más del bosque goza libre de cableado eléctrico público, postes de luz y celulares. Se alimenta del sol y del agua que trae la vertiente. Prohibidos los generadores. "Las casas están energizadas por paneles solares, baterías y no llega la señal del teléfono, lo que hace que el lugar sea en verdad maravilloso… perderse en el bosque y vivir en contacto con la naturaleza".

Como los sitios son grandes, 15 mil m², también se puede sentir el bosque en solitario. "O sea, uno recorre el lugar y puede no encontrar otra persona, estar metido solo en silencio y no ver a nadie. Eso mismo inspira un poco la casa que fue diseñada para mi hermano", cuenta Felipe, que trabajó junto al constructor Francisco Mateo y el calculista Juan Acevedo. "Ayuda a pensarla desde sus costumbres, necesidades, y este tema de diseñar en el bosque tiene la particularidad de no tener grandes hitos a distancia, como el mar o las montañas. Las referencias aquí son inmediatas, los hitos empiezan a ser los grandes árboles que resaltan dentro de ese paisaje, los claros de luz entre los follajes".

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Abrazar los árboles

Entre los troncos de los arrayanes que la rodean empieza a aparecer y darse forma naturalmente La Invernada, estirándose, haciéndose un sitio, casi sin talar –que era uno de los requerimientos–, y sumándose a la pendiente del terreno. "La idea era poder recorrer el bosque en la medida en que uno está en el interior y usa los espacios, por eso se planteó este volumen quebrado de dos elementos que se adaptaron a los espacios de la naturaleza. Puede estar nevando afuera, pero uno lo recorre igual desde dentro. La idea era que con su forma abrazara el bosque, se orientara hacia las vistas, hacia árboles más añosos y que los demás quedaran incorporados en los espacios en el fondo", dice Felipe, refiriéndose a la relaciones visual y espacial de la casa.

Cocinar en patota

Dentro, la cocina es el corazón pulsante del hogar, que se expande con el buen tiempo haciéndose un solo gran espacio con el quincho, para acoger a la familia y las visitas. "Es donde ocurre todo. Ellos en su casa en Santiago también funcionan en torno a una cocina abierta donde todos, incluso los niños, cocinan. Nuestro gran inspirador es Mallmann… lo que ocurre en torno a la parrilla, los hornos de barro, esa cocina un poquito más rústica, afuera... nos encanta a los hermanos, a la familia, nos pasamos las tardes en este lugar o dentro en torno a esta mesa de lenga, y el living lo ocupan los niños para jugar. Muchas veces duermen ahí delante de la Bosca y nosotros estamos acá".

Hacia la otra punta de la casa se distribuyen los dormitorios, el de los niños y uno de invitados en la primera planta; el de los dueños de casa en la segunda, con las terrazas que miran al bosque.

Decorada sencillamente por los propietarios y con muy pocos elementos, los muebles del living son en obra siguiendo las líneas de la casa, que tiene la madera de pino como única y gran protagonista. Fue la elección lógica como material, por su diálogo con el entorno, porque era técnicamente lo más rápido y simple y porque permitía levantar la casa dejando libre el terreno.

"Habitar el bosque al ir recorriendo los espacios y desniveles, habitar la geografía del terreno, que se sintiera en la relación entre los espacios, que fuera vertical y no solo horizontal", esa era la idea que inspiró a Montegu para realizar esta acogedora casa en medio el bosque.

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