José Ignacio ‘Chascas’ Valenzuela: “Tu historia tiene que generar adicción”

Hace justo un año MT Mag conversó con el guionista chileno radicado en el extranjero, luego de que se conociera su autoría en una serie de Netflix, la cual entonces saldría a la luz prontamente en 190 países. Pero la pandemia lo cambió todo y, finalmente, ¿Quién mató a Sara?, se estrenó ayer a través de la plataforma digital. Aquí recordamos la entrevista hecha al escritor de melena abundante que no solo se trata de trabajo, también de patriotismo y, por supuesto, de amor.




¿Hay alguien a quien no le diga nada la palabra Netflix? Me cuesta creerlo, pues es uno de los mayores fenómenos de masas por estos días. Por eso mismo que jamás pasaría inadvertida la noticia de que un guionista chileno escribiría para esta plataforma una serie original. “¿Quién mató a Sara?”. Así se titula la historia de suspenso que escribió José Ignacio ‘Chascas’ Valenzuela (47) y que ya está pronta a estrenarse en 190 países, y doblada y subtitulada en muchos idiomas.

“¡No puedo esperar a que salga al aire y el público pueda devorársela en un maratón de fin de semana!”, afirma emocionado. Reconoce que se trata de uno de los pasos más importantes de su carrera, no solo porque Netflix confió en él para poner en pantalla una historia de su autoría, sino también porque le permitió explorar nuevos temas. “¿Qué pasó con Sara?” cuenta la historia de Álex, un joven que es condenado por el crimen de su hermana Sara y que es liberado luego de pasar 18 años preso. Al salir, solo desea vengarse de Rodolfo Lazcano, a quien cree el verdadero responsable. “Pero claro, nada será como él pensaba…”, adelanta Valenzuela.

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Este escritor chileno, de 47 años, casado y padre de Leonora, por supuesto, que tiene mucho más que contar. Radicado en Estados Unidos desde hace 18 años, el actual y buen momento del ‘Chascas’ no llega de la nada. Claro que no. Es consecuencia de años de profesión, disciplina y éxitos, partiendo por el primero de ellos, la recordada teleserie “Amor a domicilio” (1995), que trajo consigo el trabajo en paralelo durante más de 15 años para Televisa y TV Azteca en México. De ahí saltó a Telemundo en EE.UU., donde conoció a Roberto Stopello, quien lo llamó ahora para escribir la serie.

Hoy es autor de 17 telenovelas y series nacionales y extranjeras. En el medallero se cuenta la nominación a un Emmy por su trabajo como escritor de la serie Amores, así como también la distinción “Novela del Año” en los Premios Tu Mundo por su teleserie “Santa Diabla”. Lo último que escribió para Chile, “Dama y obrero” (2012), también fue éxito de sintonía.

Ni hablar de libros, cine y también teatro, porque entonces el historial se alarga varias páginas. Además que ahora lo que nos convoca es Netflix y, en ese sentido, Valenzuela tiene la película bien clara.

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¿Qué opinas de plataformas como Netflix y Amazon Prime?

Las plataformas de streaming modificaron para siempre la manera de consumir los productos audiovisuales. Sencillamente, porque hoy el control lo tiene el espectador, es él quien decide cuándo, dónde y en qué cantidad consume ese producto. Y hasta hace no mucho era el canal de televisión, el que te decía tienes que estar todos los días a tal hora, porque a esa hora yo te voy a mostrar mi producto.

Y eso, ¿ha cambiado la manera de escribir?

Por supuesto, hoy cuando escribes algo, tienes que tener claro el factor maratón, que puedes consumir una temporada completa de una serie en un día. Así que como autor tengo que tener conciencia de que lo que está diseñado como una serie de 10 capítulos, puede terminar convirtiéndose en una película de 10 horas. Entonces tienes que estar permanentemente dando giros en el relato, teniendo en cuenta una palabra muy complicada que se llama adicción. Y es que hoy tu historia tiene que generar adicción, por lo tanto, ya no sirve como antes, por ejemplo, que los capítulos de los viernes sean los más impactantes. Hoy, si no tienes un giro poderoso cada 15 minutos, es muy probable que tu producto no funcione.

Ahora bien, técnicamente, una historia tiene que tener tres partes, acto uno, dos y tres. El acto uno es donde se presenta al mundo y eso, a nivel estructural, en un producto de más largo aliento, ya sea serie o telenovela, se podría demorar tres o cuatro capítulos. Sin embargo, hoy en día para cautivar al espectador y lograr esa adicción que se necesita, casi no tiene acto uno. Se comienza, prácticamente, con el detonante de la historia, entrando en lo que es el acto dos, el desarrollo de esta, y eso exige una manera distinta de contar.

¿Crees que el auge de Netflix, por ejemplo, ha repercutido de alguna forma en Hollywood?

Tengo la sensación de que Hollywood decidió abrazar a su consumidor más masivo, que son las personas de alrededor de 12 años. De ahí que hoy estemos llenos de remakes de películas de hace 20 años, las cuales este público no vio, básicamente, porque no había nacido. Por otro lado, la migración de Hollywood hacia el streaming es enorme. Las grandes actrices, directores y escritores que ya no tienen cabida o no les interesa hacer cine para adolescentes están empezando a hacer una nueva historia desde las plataformas de streaming.

Y hacia dónde crees que van las temáticas...

No lo sé, exactamente. Sí creo que cada día vamos a estar más segmentados, otra de las consecuencias del streaming. Hace 25 años se me exigía que mi producto convocara desde ancianos hasta niños, que fuera familiar, que pudiesen gozar, entender, el abuelo, el papá y el hijo. Y claro, había solo un televisor en la casa y había que evitar que uno de ellos tres se lo apropiara. Hoy esto no tiene ni un sentido, porque la gente consume sus productos en teléfonos, tablets y computadores, lo que ha hecho que te puedas poner súper específico a la hora de escribir.

¿Qué opinas del contenido chileno que se puede ver en el extranjero?

Me he gozado todas las películas y series, tengo el mayor respeto por los productores, escritores y creadores de ellas. "Bala Loca" es una joya, que disfruté de principio a fin. "Prófugos", "El Reemplazante", "Los Archivos del Cardenal" están muy por encima de la media latinoamericana. No es casualidad que siempre se lleven todos los premios. Son superlativas.

Y de otras como “Qué Pena tu Vida”, por ejemplo...

No tengo nada contra las películas livianas. Uno mismo muchas veces tiene ganas de explorar cosas distintas, hay días en que quiero estudiar el estructuralismo francés y otros, en que quiero hacer una pausa y enterarme de las 10 tendencias para un verano sin polera, por ejemplo. Y no tiene nada de malo.

De un tiempo a esta parte, chilenos como tú y Gabriel Rodríguez, ilustrador del cómic “Locke & Key”, cuya serie acaba de estrenarse en Netflix, se están haciendo notar en el extranjero. ¿A qué atribuyes esta mayor presencia fuera de nuestras fronteras?

Desde el lado de los guiones, hace un buen tiempo que el trabajo de los escritores chilenos se destaca afuera. Probablemente, tenga que ver con que en Chile hemos sido capaces de explorar temas que en otros países es, prácticamente, imposible tocar.

Siempre se habla de que Chile es un país muy conservador, pero yo no estoy de acuerdo. Creo sí que hay una élite muy pacata y que hace mucho ruido, pero la sociedad, en general, es muy abierta, sin miedo a enfrentar temas peliagudos a través de sus historias. Ejemplo de ello es "Alguien Te Mira", que puso como personaje central a un sicópata asesino, y también "El Laberinto de Alicia", que trataba sobre la pedofilia.

Por eso los guiones chilenos dan la vuelta al mundo y se hacen versiones, tras versiones, tras versiones. Y por eso, hoy tampoco me extraña que detrás estén apareciendo actores chilenos en papeles fascinantes y diversos.

A propósito de teleseries chilenas, ¿por qué crees que hoy existe tanta nostalgia por las producciones de antaño?

Creo que este revival por las teleseries de los 80, 90 tiene un efecto más nostálgico que real. Es decir, si hoy pusieran en pantalla abierta una de estas teleseries no tendría tanto éxito, porque las maneras de contar eran otras, más lentas, lo que hoy es insostenible. Ahora bien, qué refleja eso, que la gente extraña la experiencia emocional que les provocaban. Hoy las teleseries nacionales no están contando Chile y no están siendo administradas en pantalla como debiesen ser. Hoy, en Chile, se trabaja con muy malas prácticas. Les piden a los guionistas que escriban 70 capítulos, pero el canal transmite 150, lo que aparte de ser una estafa para el escritor, lo es para la audiencia. Y es que cualquier persona con conocimientos dramáticos sabe que partir un capítulo en tres solo atenta contra la calidad de este. A las teleseries chilenas les faltan mejores ejecutivos y directores de programación, que no vengan del mundo del retail, sino más bien que amen la televisión.

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Capítulo imperdible

El ‘Chascas’ lleva más tiempo viviendo fuera de Chile que dentro y aún así se declara “profundamente chileno”. Cuenta que hasta hace muy poco, cuando no se podía votar en el extranjero, se tomaba un avión cada vez que había elecciones. “Me costaba carísimo, pero para mí era fundamental, cómo podía no hacerlo si durante muchos años vi que había gente a la que mataban por exigir derecho a voto”. De ahí, entonces, que este exitoso compatriota no se sienta ajeno en lo absoluto con lo que sucede en el país.

¿Cómo has vivido todo el proceso del estallido social?

No me imagino lo que debe ser vivirlo allá, pero desde fuera me genera un nivel de angustia muy grande. Tengo mucha esperanza para el próximo 25 de octubre, que el 'apruebo' va a ganar. Espero que arrase.

Y que una nueva Constitución solucione gran parte del problema. ¿Qué piensas de eso?

Una nueva Constitución es el primer paso para cambiar muchas cosas. Llevamos años escuchando que los grandes cambios que requiere Chile son inconstitucionales, esa es la respuesta que se da, junto con que el país no está preparado. Lo que no entiendo es qué clase de oráculo es ese, porque es esa misma gente la que hoy dice que no lo vio venir. Entonces me parece tan evidente que alguien que no vio venir algo que era tan obvio no tiene ninguna capacidad para decir si estamos o no preparados.

Por eso, también, ¿te cuesta tanto sentir que hoy no puedes ir con tanta facilidad a Chile?

Claro, hoy tengo una hija, que por razones muy absurdas no puede entrar al país. Y hasta el momento no hay nada que hacer, lo único que podría solucionarlo es que el Congreso aprobara la adopción homoparental y el matrimonio igualitario, pero sabemos que esto no va a pasar todavía, porque a pesar de que están los votos en ambas cámaras, esos dos proyectos tienen que ser puestos en tabla por el gobierno, el que debe ponerle el sentido de urgencia y sabemos que no lo va a hacer.

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Entonces, ninguna posibilidad de volver a Chile...

Es que no podría tener una vida completa con Leonora allá, porque, por ejemplo, si quisiera salir con ella del país, tendría que tener el permiso de una madre y ella no tiene madre, sino dos padres. Y el Estado chileno no reconoce el acta de que tiene dos papás. La única forma de homologar ese certificado es poniéndome a mí, el chileno -del matrimonio-, como padre y dejar a Anthony fuera de todo derecho sobre ella.

Más allá de esto, ¿cómo ha sido el proceso de llegar a ser padre de Leonora?

¡Uf! podría hablarte días de eso. Empezó mucho antes de un embarazo. Fueron años de lucha, de búsqueda de derechos, de sentir que mi amor, mi pareja, mi vida, requería y exigía el mismo derecho que cualquier otra manera de amar o vivir. Empezó cuando con Anthony decidimos ser pareja y yo, por ejemplo, no podía tenerlo en mi seguro de salud. Y, asimismo, nunca nos dejaron adoptar ni en Chile ni en Puerto Rico (país de mi esposo), ni en ningún país. El tiro de gracia fue cuando nos dijeron que en el caso remoto de que nos dieran un niño, debía tener más de siete años para saber hacer la denuncia en caso de que abusáramos de él. Ahí entendí que siempre nos habían visto como unos pedófilos.

Y ahí dijeron basta...

Luego de tres años y medio de lucha, la única opción que nos dejaron fue la del vientre de alquiler. Así llegó Leonora, una niñita de casi un año de vida, a la cual amamos profundamente con Anthony. Aún no averiguamos de quién es Leonora, un día decimos se parece a ti, otro se parece a mí, la clave será cuando sea más grande y descubramos si sabe bailar salsa. MT

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