Annie Jacobsen, periodista: “La amenaza nuclear ha alcanzado proporciones no vistas desde la crisis de los misiles de Cuba”

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El líder norcoreano Kim Jong Un observa una prueba con un misiles, en octubre de 2022. Foto: Reuters.

La destacada periodista estadounidense conversó con La Tercera sobre su último libro, Guerra nuclear: un escenario, en el que entrega una descripción detallada sobre cómo sería hoy un ataque termonuclear. “Cuando empezó la carrera armamentista nuclear había dos naciones con armas nucleares: Estados Unidos y la Unión Soviética. Ahora hay nueve. Añadir un décimo sería catastrófico”, advierte.


En 1983, estando en preparatoria, Annie Jacobsen vio una película que la marcó. Se trataba de The Day After (1983), filme que en Chile se tradujo como Holocausto nuclear. La cinta postulaba un conflicto atómico entre Estados Unidos y la Unión Soviética, aunque la trama se centraba en cómo los habitantes de Kansas sufrían los horrores de una guerra nuclear.

Jacobsen, de 57 años, se convirtió luego en una periodista especializada en conflictos armados y nunca olvidó las dramáticas escenas retratadas en The Day After. Dado el peligro latente sobre el uso de armas atómicas y la retórica nuclear de dirigentes como el norcoreano Kim Jong Un o el ruso Vladimir Putin, Jacobsen publicó en 2024 un libro que lleva por título Guerra nuclear: un escenario (Debate), ya disponible en librerías chilenas y que ha sido éxito de ventas en Amazon.

“Mis seis libros anteriores estaban relacionados con la CIA o el Pentágono, eran libros de historia. He escrito sobre varias guerras y operaciones desde la Segunda Guerra Mundial en adelante. Y para cada libro cito 100 o más fuentes. A menudo les preguntaba qué los motivó a participar en la guerra, en operaciones tan violentas y operaciones de inteligencia. Y a menudo me decían: ‘Hice lo que hice para prevenir una guerra nuclear: la Tercera Guerra Mundial’. Esa es una idea muy común en el Departamento de Defensa de Estados Unidos, entre los soldados, los espías, los pilotos, los científicos, los ingenieros. Lo hacemos para evitar una Tercera Guerra Mundial nuclear”, plantea en esta entrevista con La Tercera vía Zoom.

Annie Jacobsen
La periodista estadounidense Annie Jacobsen. Foto: Hilary Jones.

Jacobsen recuerda las declaraciones del Presidente Donald Trump en agosto de 2017, cuando en medio de la tensión con Corea del Norte, el mandatario advirtió que Pyongyang “mejor que no hiciera más amenazas a Estados Unidos”. “Ellos se encontrarán con un fuego y furia que el mundo nunca ha visto”, señaló en esa oportunidad. “Entonces, comencé a preguntarme: ¿Qué pasaría si falla la prevención? ¿Qué pasaría si falla la disuasión? Y me propuse escribir este libro. Fue durante la pandemia de Covid y eso jugó un papel en mi reportaje, porque muchos altos funcionarios de Seguridad Nacional se jubilaron, tuvieron tiempo y aceptaron hablar conmigo”, dice la investigadora.

“Mi intención era demostrar a los lectores de todo el mundo con detalles fácticos sobre qué ocurriría en una guerra nuclear, con qué rapidez se produciría y también quería señalar que la amenaza es real, existe todos los días, las 24 horas del día, los siete días de la semana. Muchos de los funcionarios militares del Comando y Control de Seguridad Nacional hablaron conmigo públicamente, porque esta amenaza es real”, añade.

Desde que usted comenzó a escribir su libro el mundo ha cambiado completamente, porque las personas se habían olvidado de la amenaza nuclear y ahora eso vuelve a ser una preocupación, ¿Cree que el mundo está en un punto inédito en la historia?

Soy una periodista de Seguridad Nacional que escribe sobre guerras, armas y secretos. Una de las trágicas ironías es que durante el Covid, en 2021, cuando hablaba con personas como exsecretarios de Defensa o excomandantes del Stratcom (Comando Estratégico de Estados Unidos), una de las cosas que me decían era: ‘Qué bueno que estás reporteando eso, la gente se ha olvidado de la amenaza nuclear’. Y luego, cuando empecé a escribir el libro y nos adentramos en la guerra en Ucrania, de repente la temperatura cambió drásticamente. Y tuve fuentes que cambiaron de actitud y yo estaba más preocupada de que el ruido de sables se hubiera convertido en una situación más peligrosa. También tuvimos una cita del secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, y lo nombro en mis agradecimientos, donde dice -y esto fue en 2022 o 2023- que estamos a un error de cálculo, apenas a un malentendido de la aniquilación nuclear. Desde que se publicó el libro en marzo (de 2024), la amenaza nuclear ha alcanzado proporciones sin precedentes, no vistas desde la Crisis de los Misiles de Cuba (en 1962).

En este sentido, un punto álgido de esta tensión ocurrió cuando Rusia lanzó a fines de noviembre el misil Oreshnik contra el territorio ucraniano. ¿Qué puede decir sobre esto?

Yo estaba en Londres cuando el Presidente Biden tomó lo que a esta reportera le pareció una decisión muy peligrosa, de permitir que Ucrania llevara a cabo un ataque con misiles en los últimos días de su Presidencia. Parecía una decisión confusa y no tenía mucho sentido. La respuesta rusa inmediata fue lanzar un misil balístico de alcance intermedio (Oreshnik) a Ucrania. Ese misil, además de tener una capacidad hipersónica que lo hace increíblemente difícil de rastrear, puede llevar una ojiva nuclear. Como escribo en el libro, esa es la situación de pesadilla que podría llevar a una guerra nuclear. ¿Cómo es que eso no sucedió? Aprendimos algo muy importante del canciller ruso, Serguéi Lavrov, ya que Rusia notificó a sus pares estadounidenses antes del lanzamiento. Esto me sorprendió. ¿Cómo les notificó si no hay contacto? El Presidente de Estados Unidos no ha tenido contacto con el Presidente de Rusia desde 2022. Lavrov dijo que transmitieron información electrónica. Yo no sabía qué era eso. La mayoría de la gente no lo sabía. (No lo supe) hasta dos semanas después, cuando me llevaron al Departamento de Estado norteamericano y me mostraron de qué estaba hablando Lavrov. Hay un sistema electrónico ping mediante el cual se transmite información de una nación a otra. Es asombroso. Y así es cómo Lavrov transmitió la información. Estados Unidos sabía que tenía que confiar en que se le estaba dando la información correcta. Pero sabían que ese misil balístico con capacidad nuclear, utilizado por primera vez en la historia del mundo en una situación de guerra, no podía ser más peligroso. Al Departamento de Estado se le dijo que ese misil balístico con capacidad nuclear no llevaba un arma atómica. Ahora bien, aunque eso es absolutamente asombroso, peligroso y terrible para Ucrania, es tranquilizador y aterrador al mismo tiempo. Es tranquilizador que exista un sistema basado en la confianza, basado en la comunicación electrónica y la confianza. Es aterrador que se haya presentado ese nivel de amenaza, porque eso es lo que provino de Rusia.

Annie Jacobsen

¿Cree que Rusia haya querido enviar una señal política?

No creo que fuera política. Creo que fue una amenaza activa, real y 100% física. No era lenguaje, era acción. Era un sistema de armas. Sabemos que no era nuclear. ¿Pero sabes qué había dentro? ¿Eran explosivos? No lo sabemos. No se ha informado mucho al respecto. Es increíble y amenazante.

En su libro usted menciona queen Estados Unidos la decisión para lanzar un ataque nuclear recae en una sola persona: el Presidente ¿Cómo funciona eso?

La idea es que los lectores comprendan que esta información no es la imaginación de Annie Jacobsen. Se trata de personas de alto rango, cercanas al Presidente, que me dijeron cosas que son impactantes, que me dijeron cosas que deberían hacernos a todos, en cualquier idioma, en cualquier país, leer y pensar sobre lo que esto significa. Que el Presidente de Estados Unidos tenga autoridad exclusiva sobre varios miles de armas nucleares y pueda usarlas debería sorprender a todo el mundo. Los lectores podrían decir, ¿cómo es eso posible en una democracia? Si el Presidente quisiera declarar una guerra terrestre, tendría que acudir al Congreso. Ese no es el caso de la guerra nuclear. El Presidente no pide permiso a nadie, ni al secretario de Defensa, ni al jefe del Estado Mayor Conjunto, ni al Congreso. Y eso lo confirman esos tres organismos e individuos.

En la actualidad muchos más países poseen armas nucleares y hay gran preocupación por el programa atómico iraní. ¿Cómo evalúa esa situación?

El hecho de que más países tengan más armas nucleares nos hace menos seguros, y me refiero a que todo el mundo es menos seguro. Cuando empezó la carrera armamentista nuclear había dos naciones con armas nucleares: Estados Unidos y la Unión Soviética. Ahora hay nueve. Añadir un décimo sería catastrófico. Sería aumentar el riesgo de catástrofe. Es esa la parte de la ecuación, que es increíblemente peligrosa, la que implica malentendidos y errores de cálculo. Y cuantos más actores hay en la mezcla, más cosas pueden salir mal en el escenario que describo. En el libro narro un ataque que viene de Corea del Norte y eso se basa en una sugerencia de Richard Garwin (el físico estadounidense que diseñó la primera bomba de hidrógeno), que es decididamente la persona con más conocimientos sobre armas nucleares que aún está viva. Ha asesorado a todos los presidentes sobre armas nucleares, desde Eisenhower. Es el diseñador de la bomba termonuclear y su miedo es que exista un líder rebelde con un arma nuclear, por eso elegí a Corea del Norte. Pero a medida que se desarrolla la narrativa, Rusia se involucra debido a una falta de comunicación. El secretario de Defensa estadounidense, Leon Panetta (2011-2013), me confirmó qué es la falta de comunicación -una vez que las armas nucleares comiencen a ser lanzadas-, lo que podría llevar a futuros intercambios a gran escala. Ahí es cuando te das cuenta de lo peligroso que es agregar a alguien más a la ecuación. Justo hace unas semanas, Foreign Policy publicó un artículo que decía que Corea del Sur quiere armas nucleares. Y el subtexto era que esa es una buena idea.

¿Cuál es la diferencia entre las bombas nucleares de la década del 40 y las de ahora?

Una de las cosas que quería hacer para los lectores era simplificar los sistemas científicos y tecnológicos complejos hasta sus fundamentos básicos para que puedan ser comprendidos por personas como yo. Y para hacer eso, recurro a las personas más inteligentes de la sala, incluidas las personas que fabrican las armas. Un arma termonuclear es tan poderosa que utiliza un arma atómica dentro de sí misma como detonador. En el libro describo su alcance destructivo para demostrar con precisión los efectos de un arma atómica como esa, en comparación a las utilizadas en Hiroshima y Nagasaki. Y puede que digas, ¿cómo sabemos esto? Lo sabemos porque Estados Unidos hizo explotar armas termonucleares en el Pacífico durante la Guerra Fría para medir precisamente esto. Y entrevisté a los hombres que trabajaron en esas pruebas, que conectaron esas bombas, que midieron las distancias y que las registraron para el Departamento de Defensa.

Usted también menciona en el libro que al Presidente de Estados Unidos lo acompaña un asesor que lleva consigo un maletín conocido como “balón nuclear”. ¿Qué puede contar sobre esto?

El desarrollo de las armas nucleares se ha puesto deliberadamente detrás del velo para que la gente no lo sepa. Lo que no significa que no se hayan escrito libros increíbles sobre todo esto. Lo que quería hacer con mi libro era escribir una narrativa motivadora que aterrorizara a la gente con hechos. Y el maletín nuclear es eso, porque muchas personas han visto en fotografías que hay un asistente militar con el Presidente las 24 horas del día, los siete días de la semana, los 365 días del año, en todo momento con ese maletín, en caso de que el Presidente necesite lanzar un contraataque nuclear, por lo que el maletín debe estar al alcance de su mano. Es un maletín de cuero, dentro del cual hay documentos que se conocen como el libro negro. El libro negro, me dijo un experto en armas nucleares en Los Álamos (laboratorio perteneciente al Departamento de Energía -donde se diseñan armas nucleares y se trabaja para garantizar su seguridad y confiabilidad- (lleva ese nombre), porque implica (que se produzcan) muchas muertes. Los detalles de esto son extremadamente clasificados, pero lo que sabemos de manera general es que dentro de eso hay una especie de menú, como un juego de cartas laminadas que le permite al Presidente elegir el tipo de contraataque que se debe llevar adelante si hay un misil nuclear que se dirige hacia Estados Unidos.

¿Es cierto que países como EE.UU. no pueden realmente defenderse de un ataque nuclear?

Cuando estaba escribiendo este libro, un día me encontraba en una cena junto a un exmiembro del personal del Congreso que me dijo: ‘Annie, nuestros misiles interceptores derribarían un misil entrante’. Pero él estaba equivocado. Y se trata de una persona que tenía un puesto de alto rango en el Congreso. Una vez más, estos hechos son confusos por una razón: las matemáticas simples por sí solas cuentan la historia. Nosotros, Estados Unidos, tenemos 44 misiles interceptores. Rusia tiene 1.674 misiles nucleares listos para ser lanzados. Además, cada misil interceptor en Estados Unidos solo tiene una tasa de éxito del 50%, y eso si se trata de una prueba curada, según el Departamento de Defensa. Lo que significa que las personas responsables de derribar el misil saben cuándo se acerca el misil y también las condiciones meteorológicas. En palabras de la propia Agencia de Defensa de Misiles, disparar un misil interceptor contra un misil balístico entrante es como disparar contra una bala usando una bala.

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