Campaña en Italia: entre el auge de la extrema derecha, el calor y la amenaza de Putin
El partido de ultraderecha Hermanos de Italia es el favorito de cara a las elecciones generales del próximo 25 de septiembre. De ganar, Giorgia Meloni, su líder, se convertiría en la primera mujer en la historia de Italia en ser primera ministra. Aunque, como ocurre en el país, todo puede cambiar a última hora.
“Listos para levantar a Italia” proclaman los afiches que desde principios de agosto tapizan las calles de las ciudades italianas. Giorgia Meloni, líder del partido de ultraderecha Hermanos de Italia, es el rostro de dicha publicidad electoral. Y vaya que está lista. Hasta ahora los sondeos le atribuyen el 25% de las preferencias de cara a las elecciones generales del próximo 25 de septiembre. Todo indica que podría ganar.
Agosto, que para los italianos quiere decir vacaciones, fue el apogeo del verano europeo y este año las olas de calor no dieron tregua. Las grandes ciudades se sumergen en una cierta languidez estival y de a poco se vacían, al tiempo que las localidades balnearias o de montaña se llenan. Los candidatos de estas elecciones se marcharon con sus comicios a las playas, ingeniándoselas para capear las altas temperaturas, mientras que los canales televisivos reinventaron su formato veraniego para darle espacio a la carrera política y sus protagonistas. “Tenemos que ver cuándo y dónde realizar eventos públicos sin que a la gente le afecte tanto el calor y ver cuál es el mejor horario para asistir a los programas de televisión”, explica una fuente interna de la coalición de derecha.
La última vez que los italianos asistieron a una campaña electoral en agosto, el país era un reino y a los comicios se presentaba Benito Mussolini. Era 1919 y en Europa aún se sentían los estragos de la Primera Guerra Mundial.
103 años después, a estas elecciones, se presentan los llamados herederos de aquel fascismo, Hermanos de Italia, quienes han sabido captar, con destreza y precisión, el descontento de los ciudadanos abatidos por la crisis económica y social tras la pandemia de Covid-19. Sin embargo, su líder aclara que “la llama de nuestro símbolo no tiene nada que ver con el fascismo. Es el reconocimiento del trayecto de la derecha democrática a través de la historia de nuestra república y estamos orgullosos de ello”, en una reciente entrevista con la revista británica The Spectator. Un modo para calmar los temores de Europa ante una posible victoria de la extrema derecha en Italia.
En los 17 meses del gobierno anterior de Mario Draghi, expresidente del Banco Central Europeo y que llegó a ser primer ministro de Italia para sacar al país del estancamiento, Hermanos de Italia se mantuvo en la oposición y criticó cada una de sus reformas. Estrategia que sin duda le rindió frutos ya que en tan solo cuatro años subió 20 puntos en las preferencias.
La actual ley electoral italiana sugiere la formación de coaliciones. El llamado Rosatellum es un sistema mixto donde dos tercios de los escaños del Parlamento se asignan con método proporcional, según el porcentaje de votos que se obtenga, y el otro tercio depende del voto mayoritario con circunscripciones uninominales. Una ley electoral que beneficia las alianzas. Mientras más amplia es la coalición, más oportunidades tiene de ganar.
Y eso la derecha, lo ha entendido perfectamente.
Silvio Berlusconi (Forza Italia), Matteo Salvini (Liga del Norte) y Giorgia Meloni, se presentan compactos con una promesa implícita: El partido que más votos reciba, elegirá al próximo primer ministro. Todo apunta que podría ser Giorgia Meloni, que se convertiría así en la primera mujer en la historia de Italia en obtener ese puesto. Aunque, como ocurre en el país, todo puede cambiar a última hora. “Si Meloni tiene pocos votos más de la Liga y Forza Italia, será difícil que sea el próximo primer ministro, pero si obtiene un éxito relevante le será más fácil. No es seguro que Berlusconi y Salvini acepten de buen humor. En ese caso, Hermanos de Italia se consolidaría como el primer partido de centroderecha a expensas de la Liga y Forza Italia”, explica a La Tercera el politólogo italiano Roberto D’Alimonte.
Pero el Cavaliere con sus 85 años no pierde sus ansias de protagonismo y arremete en esta ronda electoral como candidato a senador, cámara de donde fue expulsado en 2013 tras ser declarado culpable de fraude fiscal. “He recibido presiones de mucha gente, incluso de externos a Forza Italia, para presentarme”, declaró a medios italianos.
El que fuera tres veces primer ministro de Italia aprovecha los reflectores electorales para apuntar sus dardos contra los jueces, uno de sus caballos de batalla, prometiendo que si gana la derecha las sentencias de absolución no podrán ser apeladas por los fiscales o la acusación. Una reforma que ya había intentado pasar, pero que el Tribunal Constitucional declaró ilegítima en 2006.
El abrupto término del gobierno de Mario Draghi trajo consigo rupturas internas en los partidos que esbozaron la caída, quitándole la confianza. De Forza Italia salieron tres de sus principales figuras: Renatro Brunetta, Maria Stella Gelmini y Mara Carfagna. Las dos últimas entraron a formar parte del llamado Tercer polo. Una jugada que con solo un golpe desestabilizó a la centroizquierda italiana.
La fragmentación de la centroizquierda
Hay una cierta sensación que se expande silente entre los sostenedores del Partido Democrático (PD): La decepción. No sería la primera vez que votan por el PD solamente para evitar que gane la derecha. “No sé si votaré en estas elecciones. Para mi es un voto amargo, porque en realidad ya no le tengo confianza”, asegura Giacomo, trabajador del sector privado de 41 años.
Los democráticos italianos siguen siendo el partido más grande del país, pero, a pesar de pisarse los talones con la ultraderecha y necesitar tomar ventaja de aquí al 25 de septiembre, no logran establecer un discurso político propio, limitándose a responder a los ataques e iniciativas derechistas.
“Hermanos de Italia son aliados de Vox, extrema derecha española que ancla sus posiciones en el franquismo. Vox, como sus aliados europeos, considera a la UE como una amenaza para la soberanía de sus países”. Así se presentaba Enrico Letta, secretario del PD, a la prensa extranjera hispanohablante.
Luca Ricolfi, sociólogo italiano, analiza la estrategia de la alianza centroizquierdista: “El problema del PD es que en los últimos años se ha focalizado demasiado en la asistencia a los inmigrantes, en lo políticamente correcto y en los derechos LGBT, ignorando los temas sociales como salarios, empleo y welfare. Le ha dejado a la derecha la representación de los sectores más populares”.
Lo cierto, es que al Partido Democrático le quedan pocos días para dar al clavo y reavivar la confianza de sus electores, pero el camino se le pone cuesta arriba a causa de su errática estrategia política. Formó una coalición con la Sinistra Italiana de Nicola Fratoianni, abiertamente rupturistas y críticos del Ejecutivo de Mario Draghi. Una alianza que llega solo hasta las urnas puesto que prevé, según el mismo partido izquierdista, “total autonomía en el programa, la lista y la prospectiva política”. Por otro lado, el secretario del PD en una entrevista con CNN afirmó: “Los partidos de derecha se encargaron de interrumpir el gobierno anterior, en cambio nosotros lo apoyamos y sacaremos adelante la agenda Draghi”. Lo que no queda claro es cómo piensa cumplir tal promesa aliándose justamente con quien desconoce la existencia de tal agenda.
Una campaña electoral donde además el PD deberá enfrentar al recién nacido Tercer polo, aglomerado de centroizquierdistas y derechistas que tiene a la cabeza a Carlo Calenda, exministro de Matteo Renzi, y a este último tras las cámaras, que a su vez fue primer ministro y secretario del mismo Partido Democrático.
Según los sondeos, no superan el 5% a 6%. No es mucho, pero es lo suficiente para preocupar al PD y restarle posibilidades de ganar.
Otra formación que podría quitarle el sueño a Enrico Letta son los antisistema del Movimiento 5 Estrellas, los verdaderos artífices de la caída del gobierno de Draghi. Fuerza política que corre en solitario ya que nadie quiere compartir el escenario con los responsables de estas elecciones anticipadas, aunque los sondeos le den un 12,5% de las intenciones de voto.
La sombra de Rusia
La guerra entre Rusia y Ucrania será el escenario geopolítico de la carrera electoral italiana. La crisis energética y el aumento del costo de la vida son tema obligado para las coaliciones, pero hay un dato que pone en alerta y es la influencia del Kremlin.
El comité parlamentario para la seguridad (COPASIR) habla de guerra híbrida e injerencia en el voto. Adolfo Urso, presidente del órgano, advierte que Italia “corre el riesgo de transformarse en la palanca para forzar el atlantismo europeo”. En un informe elaborado por el comité se evidencia la preocupación por la difusión de las fake news “con una narrativa antioccidental y en contra de la OTAN”, además, se invita al Parlamento italiano a “pedir explicaciones de las relaciones entre algunos partidos y exponentes políticos con Rusia” y a “prohibir el financiamiento desde el extranjero a los partidos políticos”.
Por otra parte, el llamado del expresidente ruso Dmitri Medvedev invitando a los europeos a “castigar” a sus “gobiernos idiotas” en las urnas, hizo que en cuestión de minutos volaran dardos de izquierda a derecha, esta última acusada de mantener relaciones poco transparentes con Moscú, en especial Matteo Salvini y Silvio Berlusconi, a quien pareciera no incomodarle su vieja amistad con Vladimir Putin.
“La estrecha relación que algunos partidos italianos han tenido con Putin se la van a echar en cara”, explica el politólogo e historiador italiano Giovanni Orsina, aunque descarta una influencia directa de Rusia en la campaña electoral italiana.
Se vienen días decisivos en Italia. Las cartas ya están sobre la mesa y será el ganador quien a partir del 26 de septiembre deberá poner en marcha sus promesas para hacerle frente al duro invierno que se vaticina en Italia y en el Viejo Continente.
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