Cuatro de cada 10 uruguayos creen que la regulación de la marihuana funciona mal a más de una década de la ley

En la imagen, varias personas en una manifestación en Montevideo a favor de la marihuana mientras el Senado aprobaba la ley, el 10 de diciembre de 2013. Foto: Reuters

Un estudio del diario El Observador y la Universidad de la República muestra que el 64% cree que la regularización aumentó el consumo de cannabis. Otras drogas todavía están lejos de tener un respaldo mayoritario entre los ciudadanos, aunque la discusión ya se ha instalado en la campaña electoral de cara a los comicios en octubre.


En 2013, cuando Uruguay se convirtió en el primer país del mundo en regularizar y controlar el mercado de marihuana, solo una cuarta parte de la población estaba a favor de la iniciativa. A poco más de una década después, casi la mitad de los adultos están de acuerdo con la ley, según reveló un estudio hecho por el periódico local El Observador y la Universidad de la República (Udelar).

El 47% de los uruguayos se pronunció de acuerdo con la regulación, mientras que el 35% está en desacuerdo. Hay un 18% que tiene una opinión neutra y solo el 1,1% de los encuestados planteó que sería bueno seguir con las políticas actuales para disminuir el narcotráfico y el consumo de drogas, según demuestra el estudio en el que participaron más de 5.000 encuestados, representativos de la población uruguaya mayor de edad.

En la imagen, participantes en una manifestación en favor de la legalización de la marihuana delante del Congreso en Montevideo, el 10 de diciembre de 2013. Foto: Reuters

En lo que estuvieron de acuerdo muchos encuestados es en que la regulación generó un aumento del consumo de cannabis. Casi dos de cada tres (64%) cree que aumentó algo o mucho desde que se aplica la ley que regula el mercado, mientras que hay un 34% que prefirió no contestar o dice no saber. Los que consideran que ayudó a disminuir apenas representan el 2%.

Hay opiniones políticas divididas respecto a cómo combatir el narcotráfico: mientras el 42,3% dijo que incrementar la prevención y la educación es la mejor opción para resolver el problema, el 39,6% sostuvo que la vía es el aumento de penas y la represión y el 15,8% “despenalizar, prevenir y regular el mercado”, según indica el semanario uruguayo Búsqueda.

Trabajadores de un cultivo de marihuana en Uruguay. Foto: Archivo

Entre los diversos estupefacientes por los que se consultó al público, el cannabis fue la sustancia que obtuvo mayor aceptación (29%). Según explicó a El Observador el politólogo Fabricio Carneiro, uno de los autores de la investigación, ello se debe a que “previo a la implementación de una política pública, es frecuente que se hable de las consecuencias negativas y los temores. A medida que la política avanza, y siempre y cuando no se constaten esas consecuencias, la sociedad suele ir aumentando su aceptación”.

Así sucedió con el matrimonio igualitario, con la despenalización del aborto y ahora la marihuana, indicó. También señaló que esa podría ser la explicación de por qué los uruguayos son, en su mayoría, aún reacios a regularizar las drogas “más duras”, que en el sondeo obtuvieron porcentajes significativamente menores de aprobación: el consumo de cocaína contó con un 16%, las drogas psicodélicas con un 15%, el éxtasis con un 12%, la heroína con un 8% y la pasta base con un 5%.

Una vista aérea muestra contenedores con cocaína apilados en el puerto de Montevideo, Uruguay, el 3 de enero de 2024. Foto: Reuters

Ni siquiera las drogas psicodélicas, que son consideradas el “siguiente paso en el proceso de regulación” y que ya son legales en una veintena de países, recibieron la adhesión de la mitad de los encuestados. Mucho menos la pasta base, a quien la población -sin importar su voto, edad o nivel educativo- sigue viendo como “un veneno” que debe permanecer en la ilegalidad.

El sondeo también permitió dilucidar el perfil de quienes están a favor de regular el cannabis: el mayor apoyo fue entre las personas que tienen educación terciaria completa. Y pese a que una mayoría de los encuestados está de acuerdo con la regulación, son más los que piensan que la regulación uruguaya no está funcionando bien. El 38% de los encuestados dice que funciona mal o muy mal frente al 31% que cree que funciona bien o muy bien, según precisó el estudio conjunto del diario uruguayo con la Unidad de Métodos y Acceso a Datos de la Facultad de Ciencias Sociales de la Udelar.

En la campaña electoral de cara a los próximos comicios en octubre, en tanto, también se ha instalado con fuerza la discusión sobre la regularización de drogas. El Frente Amplio, el partido con mayor intención de voto según las encuestas, tiene en su programa de gobierno 2025-2030 un inciso en el que habla de “promover a nivel regional e internacional, la revisión de políticas de drogas a efectos de consolidar el paradigma de regulación de mercados y de derechos humanos”.

El primer mercado que está en esa agenda, según dijo el expresidente de la Junta Nacional de Drogas e integrante de la unidad temática del Frente Amplio que discutió el tema, Diego Olivera, será el de los psicodélicos (hongos, LSD, MDMA, etc.). “Tiene que ser en un camino similar al de la marihuana. Se puede avanzar con los hongos, sobre todo con fines terapéuticos”, agregó Olivera a El Observador.

Desde la derecha, las propuestas van por otro carril. El candidato presidencial por el Partido Nacional, Álvaro Delgado, propuso en la campaña previa a las primarias varias medidas de combate al narcotráfico, que incluían mayor presencia policial y aumento de penas. Y el candidato por Cabildo Abierto, Guido Manini Ríos, es el que más explícitamente planteó la necesidad de desarticular la regulación de la marihuana aprobada durante el gobierno de José Mujica y modificar por completo la política de drogas.

Por su parte, Diego Sanjurjo, integrante del Partido Colorado -de centroderecha y liberal- y actual asesor del Ministerio del Interior, ha mostrado una mayor apertura a la regularización, destacando públicamente iniciativas realizadas en países como Suiza para controlar el uso de opiáceos y manifestándose afín a analizar proyectos piloto similares en Uruguay con drogas como la cocaína y la pasta base.

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