Elecciones en Venezuela: Maduro pone a prueba su alianza con Lula, Petro y AMLO
Los escollos puestos por el chavismo para el normal desarrollo de las elecciones en Venezuela parecen haber agotado la paciencia de Lula y Petro con Maduro, con López Obrador como la gran incógnita. Mientras los mandatarios de Brasil y Colombia fueron llamados “injerencistas” por Caracas tras cuestionar la inscripción de candidaturas, AMLO decidió guardar silencio ante el nuevo golpe del sucesor de Chávez.
Pareció ser la gota que rebalsó el vaso. Luego de que Caracas decidiera aumentar la apuesta y bloqueara la candidatura presidencial de Corina Yoris, la académica de 80 años propuesta por María Corina Machado como su delfín ante la imposibilidad de competir ella misma, tanto Brasil como Colombia se refirieron formal e informalmente al enlodamiento de las elecciones en Venezuela. México, el otro aliado en la región de Nicolás Maduro, se ha mantenido en silencio, pero la situación realza el momento crítico que vive el chavismo, que se ha mantenido en el poder desde hace 25 años.
Los ánimos se crisparon luego de que el gobierno de Maduro calificara de “injerencistas” a los gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva y Gustavo Petro, mandatarios de Brasil y Colombia, respectivamente, pese a que ambos, junto a Andrés Manuel López Obrador (AMLO), de México, han sido los principales impulsores de integrar al país caribeño en las conversaciones regionales, fuera de Cuba y Nicaragua. Es también por eso que el silencio del mandatario mexicano llama la atención, al menos comparado con la decisión de sus pares.
El complejo escenario que rodea los comicios programados para el 28 de julio en Venezuela ahora salpicó hacia los aliados de Caracas en la región, quienes tuvieron que responder ante el evidente intento chavista por evitar la participación de la principal contendora para enfrentar a Maduro, o, en su defecto, de cualquiera de sus designados para ocupar su lugar.
“Brasil se ha dado cuenta de que no podría seguir en silencio. Estábamos cada vez más aislados en Sudamérica frente a otros vecinos, sobre todo Chile y Colombia, que ya tenían posiciones duras, aunque sean gobiernos de izquierda”, explicó a La Tercera Paulo Afonso Velasco Júnior, académico de la Universidad del Estado de Río de Janeiro. En su opinión, su país se encuentra “aislado en Sudamérica” y en el Mercosur. “Los gobiernos de izquierda de la región, Chile y Colombia”, ya son “muy críticos con Maduro”, añadió.
¿Quiebre izquierdista?
Fue el propio Maduro el que respondió a los comunicados y palabras de Lula y Petro, señalando que “los gobiernos de derecha y la izquierda cobarde no son capaces de condenar los golpes ni las maniobras que atentan contra la paz. Callan de manera cómplice”, palabras nunca antes pronunciadas contra países que se mostraron abiertos a bajar sanciones e invitarlo a instancias regionales.
Petro salió a responder de inmediato por X, antes Twitter. “No hay izquierda cobarde, hay la probabilidad de, a través de profundizar la democracia, cambiar el mundo. La magia de Chávez fue proponer democracia y cambio del mundo. La revolución de hoy es: transformar el mundo, profundizando la democracia”.
La Cancillería en Caracas fue más allá, y denunció que los comunicados de Bogotá y Brasilia habían sido dictados por Estados Unidos y que se trataba de una “injerencia grosera” en asuntos internos del país.
La postura oficial del gobierno chavista hacía alusión a dos comunicados emitidos por Brasil y Colombia frente a la exclusión de la principal fuerza opositora, considerando que el plazo de inscripción venció el lunes. De hecho, Maduro incluso aseveró que Vente Venezuela, el movimiento de la inhabilitada María Corina Machado, era “terrorista”.
Desde el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil advirtieron que seguían el proceso electoral “con preocupación”, principalmente porque Caracas no explicó ni entregó argumentos serios sobre la obstrucción de numerosas candidaturas. Todo esto, en el marco del Acuerdo de Barbados, donde el chavismo, mediado por numerosos países, se comprometió a impulsar un proceso limpio y transparente.
“Sobre la base de las informaciones disponibles, se observa que la candidata indicada por la Plataforma Unitaria, fuerza política de oposición, y sobre la cual no pesaban decisiones judiciales, fue impedida de registrarse, lo cual no es compatible con los acuerdos de Barbados”, explicaron en un comunicado desde la Cancillería de Brasil.
Colombia siguió un camino similar. El gobierno de Petro, que desde hace semanas estaba siendo presionado a posicionarse frente a lo ocurrido en Venezuela, consignó el diario El Tiempo de Bogotá, pidió “garantías políticas y electorales para todos los actores políticos por igual”, ya que esto constituye “un eje fundamental en el marco de la democracia”.
La respuesta completa de Caracas fue de una virulencia nunca antes vista durante las administraciones de Petro y Lula. “Venezuela ha sido siempre respetuosa de los complejos procesos políticos en Colombia, incluso en momentos de violencia y grandes divisiones”, dijo Yván Gil, canciller venezolano. “Empujada por la necesidad de complacer los designios del Departamento de Estado de los EE.UU., la Cancillería colombiana da un paso en falso”.
Para Vicente Torrijos, profesor colombiano de Ciencia Política y Asuntos Estratégicos, el quiebre entre Maduro y Petro, de quien, vale recordar, reanudó las conversaciones entre ambos países, también tiene que ver con los objetivos propios del mandatario colombiano.
“Petro tiene dos grandes desafíos: mantener a su coalición en el poder en el 2026 y, ya como expresidente, convertirse en el líder de la izquierda latinoamericana, reemplazando gradualmente a Lula da Silva”, señaló a este periódico.
“En lo primero, quiere afianzarse mediante el proyecto de una Asamblea Constituyente que vaya más allá del reformismo coyuntural, campo en el que ha tenido serias adversidades. Y, en lo segundo, busca afanosamente ponerse del lado de las corrientes de izquierda que operan bajo el respeto de las libertades públicas”.
Sin embargo, prosiguió, lo difícil en ese escenario es lograr la imprescindible legitimidad. “Por eso, en lo interno, rompe las negociaciones con algunos grupos armados que han irrespetado el cese el fuego, llamándoles ‘traquetos’, es decir, narcotraficantes. Y en lo externo, toma distancia de los regímenes de izquierda que promueven procesos electorales susceptibles de ser descalificados por espurios, como el de Maduro, en Venezuela”, afirmó.
“En resumen, rescatando la figura de Hugo Chávez y distanciándose tácticamente de Nicolás Maduro, Petro busca esa legitimidad sin la cual no sabría a qué dedicarse cuando tenga que abandonar la Casa de Nariño dentro de dos años”.
El caso de Brasil también guarda relación con la política interna, aseguró el medio digital La Política Online (LPO). La postura de Lula frente a Venezuela había generado fuertes enfrentamientos dentro del gobierno, lo que repercute en sus intenciones por posicionarse como un líder regional. “No se dejan ayudar”, dijo a LPO una fuente cercana a Lula refiriéndose a Venezuela. “Ya no sabemos qué hacer”.
Velasco Júnior aseguró a este periódico que en Brasil, “teníamos que asumir algún tipo de posición un poco más clara y contundente. De forma crítica a lo que está pasando. Y, bueno, la nota del Itamaraty (sede de la Cancillería), demuestra preocupación con lo que está pasando”.
En su opinión, si bien el comunicado “no hace ningún tipo de crítica más directa y contundente a Maduro”, sí muestra “preocupación con lo que está pasando y, sobre todo, por la perspectiva de que no se cumpla lo que se acordó en Barbados. Ese es el punto muy claro para Brasil”.
Sobre las razones de por qué ahora, el académico brasileño postuló que se debe a “presiones, sobre todo, en la región. Dentro también, porque había críticas cada vez más contundentes, incluso de grupos más de centro y de centroizquierda, que son importantes para el gobierno de Lula. Y tenía que cambiar un poquito el tono. Hay que ver qué pasa de aquí por delante, pero ya ha sido un paso importante, una evolución importante”.
Donde hay total y absoluto silencio es en México. AMLO, defensor acérrimo de la integración no solo de Venezuela, sino también de Cuba y Nicaragua -como se pudo ver en 2022, cuando se restó de la Cumbre de las Américas tras no ser invitados-, optó por no referirse a la exclusión de la oposición en el nuevo proceso electoral venezolano, aunque, de momento, tampoco se ha manifestado a favor.
Enrique Krauze, historiador y ensayista mexicano, fue tajante en su opinión frente a la postura del mandatario mexicano: “López Obrador no es ni ha sido un demócrata. Siempre admiró a Fidel Castro. Públicamente, vertió sinceras lágrimas cuando Castro murió. Pensaba que Castro era equiparable a Mandela”, dijo a La Tercera.
“Y ya en la presidencia, López Obrador ha desplegado un autoritarismo sin precedentes en la historia contemporánea de México. Por eso no me sorprende su silencio cómplice frente al atropello a la democracia venezolana. En su mente, los dictadores revolucionarios ‘encarnan’ al pueblo, aunque en la práctica lo opriman”.
Juan Pablo Spinetto, columnista de opinión en Bloomberg, señaló hace un mes, previo a que Bogotá y Brasilia respondieran críticamente a Caracas, que “dejando de lado los argumentos morales, este silencio es también un error político por al menos tres razones. Uno, porque una Venezuela democrática y vibrante es del interés de América Latina, especialmente de países vecinos; dos, porque Estados Unidos no puede (ni debe) intentar resolver este enigma por sí solo; y tres, porque cuanto más veamos la opresión política en Venezuela, más largo y difícil será encontrar un camino hacia la normalización, con consecuencias para el continente, desde la migración a la delincuencia y la pérdida de oportunidades para el comercio, la inversión y la economía”.
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