La polémica por la “descivilización” de Francia: Macron alerta por aumento de la violencia en el país
Muerte de policías, amenazas a alcaldes y el asesinato de una enfermera llevaron al mandatario francés a pedir a sus ministros que el gobierno sea “intratable” frente a las violencias.
“Descivilización” fue la palabra exacta que usó el Presidente Emmanuel Macron para referirse a la situación actual en Francia, en el contexto de un reciente consejo de ministros. Mencionando las agresiones y amenazas a alcaldes, junto con distintos momentos de violencia vividos en los últimos días, el mandatario utilizó un término que causó polémica en los medios franceses.
“Hay que ser intratable en el fondo: ninguna violencia es legítima, sea verbal o contra las personas. Hay que trabajar en profundidad para detener este proceso de descivilización”, fue la frase que pronunció Macron.
Pero si la intención del discurso era buena, gran parte de la atención mediática gala se enfocó en el origen de la curiosa palabra: por un lado, se encontró a un escritor de extrema derecha que había titulado uno de sus libros “Descivilización” en 2011, aunque también se usó como término sociológico desde hace décadas.
No han sido pocas las situaciones violentas que han ocupado la conversación francesa estas últimas semanas. Partiendo por el 9 de mayo, cuando Yannick Morez, el alcalde de la comuna de Saint-Brevin-les-Pins, hizo pública su renuncia al puesto. Esto, luego de que un grupo de desconocidos intentara incendiar la casa del edil.
Morez alegó haber tomado la decisión “por razones personales”, evocando el incendio, pero también destacando una “falta del apoyo estatal”. Ya de hace meses, el alcalde había acusado distintas amenazas a causa de su apoyo a la instalación de un “Centro de Recepción de Solicitantes de Asilo”, un proyecto que ya estaba aprobado en 2016.
Respecto a esta renuncia, el Presidente Macron mostró su apoyo a Morez. “Los ataques contra Yannick Morez y contra su familia son indignos. A este cargo electo de la República, a su esposa y a sus hijos, les manifiesto mi solidaridad y la de la Nación”, tuiteó entonces el mandatario.
Casi dos semanas después, otra noticia enlutó a la ciudad de Reims: el asesinato a puñaladas de la enfermera Carène Mezino, madre de familia de 37 años, el 22 de mayo. El atacante fue un hombre de 59 años con antecedentes psiquiátricos, que ya había apuñalado a cuatro personas en 2017.
“La agresión de personal médico es incalificable, inadmisible”, declaró un día después el ministro de Salud, François Braun, que llamó a un minuto de silencio en todos los hospitales de Francia. Mezino trabajaba de hace una década en el Hospital de Reims.
Un día antes había tenido lugar la muerte de tres policías de la comisaría de Roubaix, que fueron atropellados por un conductor que, más tarde, dio positivo en alcohol y estupefacientes, indicó Le Figaro. Manon, de 24 años, y Paul y Steven, de 25, estaban en misión policial cuando sufrieron el accidente en la carretera, causado por un conductor que venía contra el tránsito: “Había un futuro padre, y el padre de una niña de dos años. Ha sido un shock terrible”, aseguró Frédéric Veau, director general de la policía.
La agenda de Macron inevitablemente se alteró luego de ese último accidente: terminó anulando un viaje al sur, para hablar de ecología, para ir a rendirle un homenaje a los policías muertos en Roubaix.
Previamente, la noche del 15 de mayo, un grupo de manifestantes agredió a Jean-Baptiste Trogneux, de 30 años y que es el sobrino nieto de Brigitte Macron, durante un cacerolazo contra la reforma de las pensiones. La primera dama francesa denunció al día siguiente “la cobardía, la estupidez y la violencia” de los que presuntamente agredieron a su familiar. “Esa violencia no tiene cabida en ninguna democracia en absoluto y especialmente en la nuestra”, dijo Macron. “La Justicia tendrá que decidir, evidentemente. Como tío, considero estas acciones inaceptables, y como Presidente de la República, son incalificables”.
A estos hechos se le agregó, justo este jueves, un atentado a cuchillazos en la ciudad de Annecy, a kilómetros de la frontera con Suiza. Ahí, un demandante de asilo, que se declaró “cristiano de Siria”, apuñaló a cuatro niños y dos adultos luego de gritar “en nombre de Jesucristo”.
El agresor fue detenido y se descartó que tuviera motivos terroristas. “Ataque de una cobardía absoluta esta mañana en un parque de Annecy. Varios niños y un adulto están entre la vida y la muerte. La Nación está conmocionada. Nuestro pensamiento los acompaña, así como a sus familias y a los equipos de socorro movilizados”, tuiteó en esa ocasión el presidente francés.
Dominique Albertini, periodista y editor de la sección política del diario Libération, comentó la situación a La Tercera: “Evidentemente el tema se vuelve aún más actual luego de lo que sucedió en Annecy, y que probablemente dará paso a un gran debate nacional sobre la inseguridad y la inmigración, que hará revenir la idea de que Francia sería más violenta que antes”.
En ese contexto fue que Macron señaló la “descivilización” que estaría viviendo Francia. El concepto, ya desarrollado y expandido entre los investigadores sociológicos, causó polémica porque muchas veces había sido la derecha y la extrema derecha las que habían usado el término. Específicamente, Renaud Camus, una figura de la “extrema derecha identitaria”, ampliamente conocido por difundir la teoría del “gran reemplazo”. Respecto al uso de Camus, Albertini asegura: “Lo que denuncia es un ‘asalvajamiento’ de la sociedad a causa de los inmigrantes, a grandes rasgos”.
De todas formas, la palabra no es de autoría de la derecha. El término “descivilización” ya había sido acuñado en 1939 por el sociólogo alemán Norbert Elias, en su obra La Civilisation des moeurs, traducida en español como “El proceso de la civilización: Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas”.
En tal libro, Elias analizaba el retorno de la violencia en la Alemania de los 30, usando el término “descivilización” para describir el relajo del “control de las pulsaciones” en una sociedad que se volvía cada vez más violenta. De todos modos, sea el uso de Elias o el de Renaud Camus, la palabra hizo ruido en los medios franceses.
A pesar de los grandes titulares y declaraciones rimbombantes, Dominique Albertini asegura que sería impreciso decir que Francia es menos segura que antes: “Lo que se puede decir es que en el largo plazo en Francia, como en muchos países desarrollados, el nivel de violencia ha tendido a bajar. Y que hoy, en los sondeos, el tema del poder adquisitivo, el ambiente y la salud son las mayores preocupaciones de los franceses, por delante de la seguridad”.
De todos modos, existiría una mayor sensibilización a los hechos violentos, sobre todo después de los atentados terroristas de la década pasada. “La gente se ha vuelto más sensible y eso tiene muchas explicaciones. Por un lado, los medios de comunicación se han desarrollado, y entre ellos los canales de noticias continuados, donde la violencia, la delincuencia y la crónica roja tienen más cobertura que antes, se habla más”, apunta el periodista.
En los últimos años, con la aparición de figuras de extrema derecha como Éric Zemmour y las segundas vueltas electorales con Marine Le Pen, Albertini acusa también un aprovechamiento político de esta sensación: “Está el desarrollo de partidos de derecha y de extrema derecha que han tomado estos temas como sus temas principales, enarbolando incluso un discurso paranoico. Por otro lado, se puede hablar de los atentados islamistas que ha habido estos últimos años, que tuvieron víctimas, que traumatizaron a todo el país, y que instalaron legítimamente la idea de que estamos todos en peligro, que este tipo de cosas le puede pasar a cualquier en cualquier momento”.
Respecto a la “descivilización”, Albertini asegura que se puede ver como un buen símbolo del desvío político que viene viviendo el presidente francés: “Macron, al final, no sabemos a quién le pidió prestada esa palabra, pero se trata de una palabra muy ambigua, en la que nadie sabe qué referencia hace. De todos modos, es una palabra que solemos escuchar de la boca, sobre todo, de hombres de derecha y extrema derecha, así que es un uso que vemos como testimonio de la derechización que ha venido teniendo Macron, tanto en su acción política como en su discurso”.
El columnista Serge July se refirió, en el diario Libération, al uso de la palabra por el presidente: “Una fórmula que no le pertenece, pero que le permite sin duda hacer un guiño a su electorado de derecha y de extrema derecha, en tanto busca reconstruir su popularidad luego del desastre de la reforma de pensiones”.
En el mismo diario, el periodista político Jonathan Bouchet-Petersen crítico la elección de palabra por parte del mandatario. “Desde luego, meter en el mismo saco estos casos sin relación solo para decretar, como hizo el presidente en su consejo de ministros, que existe un ‘proceso de descivilización’ en nuestra sociedad, es cuanto menos cuestionable. Y peor, cuando la semántica elegida no es precisamente neutra”, sentenció el columnista.
Desde Mediapart, uno de los medios independientes más importantes del país, acusaron la “banalización” de las ideas de la extrema derecha. “Más política que académica, la elección de la palabra no le debe nada al sociólogo Norbert Elias, y le debe todo a la banalización de las ideas de la extrema derecha”, indicó el fundador del portal, Edwy Plenel.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.