Saad Hariri vuelve a ser primer ministro de Líbano y promete formar un gobierno de “expertos”

Lebanese Sunni leader Saad al-Hariri, talks to the media after being named Lebanon's new prime minister at the presidential palace in Baabda
Foto: Reuters

El nuevo premier había renunciado hace casi exactamente un año bajo la presión de un levantamiento popular sin precedentes, desencadenado por los fracasos de la clase política, acusada de corrupción e incompetencia.


Saad Hariri, un pilar de la política libanesa, fue designado el jueves primer ministro, prometiendo un gobierno de expertos que ponga fin al colapso económico del país, que espera desesperadamente reformas.

Irónicamente, Hariri había renunciado hace casi exactamente un año bajo la presión de un levantamiento popular sin precedentes, desencadenado por los fracasos de la clase política, acusada de corrupción e incompetencia.

Poco después de su nombramiento por el Presidente Michel Aoun, tras consultas parlamentarias, el empresario de 50 años prometió formar un gobierno “rápidamente”.

“El tiempo se acaba (...) El país se enfrenta a su única oportunidad”, dijo Hariri en un breve discurso televisado, prometiendo a los libaneses “trabajar para poner fin al colapso” que amenaza a la economía. El político, heredero de una inmensa fortuna, ya ha dirigido tres gobiernos.

El jueves prometió “un gobierno de expertos”, que no procedan de los partidos políticos, y “cuya misión será la aplicación de reformas económicas, financieras y administrativas” .

“Nueva batalla”

La comunidad internacional espera que el nuevo gobierno emprenda amplias reformas antes de desbloquear la asistencia financiera.

En Líbano –un país multirreligioso donde el presidente debe ser un cristiano maronita, el primer ministro un musulmán sunita y el jefe del parlamento un musulmán chiíta–  los dirigentes se ven muchas veces obligados a un interminable tira y afloja que alarga durante meses la formación de gobierno.

“Tan pronto como las consultas terminen, sonará el silbato para una nueva batalla, la batalla de la formación” del gobierno, predijo el diario Al-Akhbar, cercano al Hezbolá, y que prevé aún más “tensiones políticas”.

Hariri obtuvo el apoyo de la mayoría de los diputados sunitas y de la formación del líder druso Walid Jumblatt.

El bloque del Hezbolá, un peso pesado en la política libanesa, no expresó ninguna preferencia, pero su principal aliado, el movimiento Amal, apoyó la nominación de Hariri, sugiriendo un acuerdo tácito del Hezbolá chiíta.

Su nombramiento se produce en un momento de profunda crisis en el Líbano, todavía traumatizado por la explosión en el puerto de Beirut el 4 de agosto que mató a más de 200 personas e hirió a miles.

Según las autoridades, la deflagración ocurrió en un almacén en el que se había almacenado una enorme cantidad de nitrato de amonio durante más de seis años “sin medidas de precaución”.

“Riesgo de dislocación”

El actual gobierno de Hassan Diab renunció a raíz de esta tragedia.

Pero los desafíos que enfrenta el nuevo gobierno son colosales.

Hace un año, Líbano fue escenario de una protesta popular sin precedentes, que exigía la renovación de la clase política y servicios públicos dignos, en un país sometido a cortes de electricidad diarios, así como la mejora de la situación económica, que ha empeorado en el último año.

Líbano vive una depreciación histórica de la moneda nacional. Además, se han producido decenas de miles de despidos y recortes salariales en un país en el que la mitad de la población vive en la pobreza.

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