Santiago Roncagliolo, escritor peruano: “El fracaso de la democracia alimentó a Fujimori”
“Me parece una historia que sería inverosímil para una novela y que retrata la historia de un país inverosímil en los últimos 40 años”, afirma Roncagliolo sobre la figura del expresidente peruano muerto la semana pasada, a los 86 años.
Santiago Roncagliolo bien sabe de dictaduras. Nacido en Lima en 1975, el escritor peruano dejó su país con apenas dos años edad, luego de que su familia fuera deportada a México por el gobierno militar de la época. Tras su regresó a Perú años después, emprendió rumbo a España en 2000, el mismo año de la caída de Alberto Fujimori, el gobernante que se hizo reelegir por segunda vez en unas elecciones fraudulentas y terminó huyendo a Japón.
A raíz de la muerte de Fujimori la semana pasada, a los 86 años producto de un cáncer a la lengua, Roncagliolo escribió una columna de opinión en el diario español El País, donde se refiere al fallecido mandatario peruano (1990-2000) como el “perfecto desconocido”: el candidato de origen japonés sin experiencia política que terminó convirtiéndose en el “inventor la dictadura del siglo XXI”, según el escritor. “Se acabaron los cuartelazos, la nueva fórmula era civil y electoral: aprobar la reelección, controlar las decisiones judiciales y manejar los medios”, describió, dando cuenta que “hoy en día, gobernantes tan diversos como Bukele, Maduro o Putin emplean estrategias similares”.
En conversación con La Tercera, Roncagliolo ahonda en su análisis sobre la figura de Fujimori, las circunstancias que lo llevaron al poder, el impacto que tendrá su muerte en el fujimorismo y el estado actual de la democracia en Perú.
¿En qué circunstancias sabes de la noticia de la muerte Fujimori?, ¿cómo te impacta?
A mí personalmente me hace pensar en toda esa peripecia política que es digna de una novela. De un hombre que sale de la nada, se convierte en el salvador de un país, se transforma luego en un dictador y más tarde en un prófugo, y cae en desgracia y ya nadie da medio por él, pero luego en realidad ya en la cárcel empieza a volverse popular y cuando muere hay una gran parte de la población que lo trata como un dios. Y eso tiene que ver con toda la historia de los fracasos de la democracia en el Perú, incluso más que con cosas que él haya hecho en un momento u otro. Me parece una historia que sería inverosímil para una novela y que retrata la historia de un país inverosímil en los últimos 40 años.
Su familia fue deportada por la dictadura a mediados de los 70. ¿Qué paralelos harías entre el régimen militar y el gobierno de Fujimori?
Yo creo que lo que él (Fujimori) inaugura en los 90 es la idea de que incluso para ser autoritario necesitas elecciones. No puedes dar un golpe de Estado como hizo Pinochet y quedarte ahí. Y con un gobierno de uniformes militares sin la legitimidad de la gente. Es lo que empieza a pasar a finales de los 90 y sigue pasando ahora cuando ves a Maduro, por ejemplo, donde el fraude es completamente burdo y escandaloso, pero él necesita unas elecciones, necesita presentar que se hicieron unas elecciones. Putin hace elecciones, Bukele monta unas elecciones. El dictador tiene que ser popular, tiene que bañarse de la autorización del pueblo, ya no puedes simplemente dar un golpe de Estado y quedarte y eso marca una enorme diferencia entre las dictaduras en las que exiliaron a mi familia en los 70 y estas.
Usted dijo que Fujimori “inventó la dictadura del siglo XXI”. ¿Se le puede situar como inspirador de gobernantes actuales como Bukele o Putin entonces?
No creo que Putin haya estado leyendo sobre Fujimori, pero creo que el tiempo cambia y él (Fujimori) lo detecta, porque las dictaduras de los 70 son unas dictaduras de la guerra fría, de un momento en que hay que estar de un lado u otro, pero nadie está especialmente preocupado por la democracia. Lo que pasa a partir del 90 es que, cuando cae el muro de Berlín, triunfa la idea de la democracia electoral, ya no te puedes escapar de la idea de una democracia electoral para legitimarte. Y él es el primero que lo detecta, y luego otros lo detectan también en sus contextos.
En ese sentido, el politólogo peruano Alberto Vergara sostiene que Fujimori “dibujó una suerte de manual del líder antidemocrático contemporáneo”. Aparte de la necesidad de hacer elecciones poder legitimarse, ¿qué otras características sumaría a este tipo de gobernante?
Yo creo que es un líder, y eso también fue su caso muy particular, que prospera en un momento en que la población no cree en una democracia. No es que no cree en nada de la democracia, pero, por ejemplo, cuando él llega al gobierno, nadie cree en los derechos humanos. La gente cree que está en una guerra y hay que hacer todo lo que haga falta en una guerra dentro de Perú. Nadie cree en el sistema de contrapeso de poderes, que el poder judicial pueda hacer nada contra el terrorismo, ni que la diferencia entre legisladores y Poder Ejecutivo haya servido para un mejor gobierno, porque el país se está hundiendo. Entonces, para poder cargarte todo el resto de la democracia, el equilibrio de poderes, la libertad de expresión, los derechos humanos, tienes que mantener ese núcleo de la democracia que son las elecciones.
La gente te elige democráticamente para cargarte las normas de la democracia. Y eso es lo que te da legitimidad para hacerlo. Y eso ocurre, y es el caso de Putin, y es el caso del chavismo, y es el caso de Bukele con la delincuencia y la inseguridad. Eso ocurre cuando buena parte de tu población piensa que esas normas de la democracia no le están funcionando, no le están haciendo vivir bien. Y entonces no quiere un equilibrio de poderes, quiere un emperador, alguien con poderes extraordinarios que resuelva sus problemas.
Según Vergara, este “manual” de Fujimori lo que hizo fue “matar a la democracia desde adentro”. ¿Comparte ese análisis?
Sí, claro, O sea, él acabó con ese sistema. Además, dejó el precedente de que la democracia es un problema, no una solución. Para muchos de los votantes peruanos que vieron una mejora de la economía a principios de los 90 y de la situación de seguridad, se interiorizaron que la democracia era un problema, que hacía falta alguien fuera de la democracia para salvarnos de la democracia. Entonces cuando a él lo condenan luego en el 2009, él está acabado porque la gente tiene fe en la democracia, tiene fe en que va a vivir mejor con la democracia. Pero conforme ese mismo sistema democrático ha sumido al país en la inseguridad, corrupción, crimen organizado, anemia infantil, pobreza, pues la gente ha ido dejando de creer de nuevo en que este sistema democrático vaya a hacer su vida mejor y recuperando la figura del emperador, del dictador en el fondo.
Recién en julio pasado, Keiko Fujimori anunció oficialmente que su padre, y no ella, sería el candidato presidencial de Fuerza Popular en 2026. ¿Eso era algo realmente plausible?
De hecho, era imposible. Ahora sabemos físicamente que era imposible que él fuese un candidato. Legalmente también era imposible, también estaba inhabilitado. Pero lo ponía a él como figura de candidatura. Entonces, cuando se le impidiese legalmente, le permitía presentar que el sistema corrupto no quería que el hombre que nos salvó nos volviera a salvar de ellos. Y esto ya sacaba el foco de Keiko Fujimori, que tiene un antivoto muy grande. Él era más popular que su hija. Y entonces era muy útil para la candidatura de su hija.
¿Usted considera que la muerte de Fujimori le da un nuevo impulso al fujimorismo en Perú?
Mira, en este momento estás hablando de un país donde la anemia infantil ha crecido como siete puntos, la pobreza también, la inseguridad es insoportable, la gente percibe que los legisladores solo están legislando para proteger al crimen organizado y para protegerse ellos de sus propios juicios penales. El fracaso de la democracia alimenta a Fujimori. El seguidor de Fujimori no es que quiera una dictadura en general, es que cree que esa democracia con equilibrio de poderes no funciona en ese país. Ya que todos los presidentes han ido presos por corrupción, ya que en más de un gobierno ha habido muertos en protestas, ya que su vida es peor, no tiene servicios públicos. Ante todo eso, prefiere un Fujimori que al menos recuerda que le resolvió algunos problemas. Es el mismo sustento que tiene Putin, que se encaramó sobre el fracaso del sistema democrático. O sea, puedes decirles dictadores, puedes decirles criminales, es verdad, pero no tendrían toda esa fuerza si no hubiese fracasado toda la clase política que representaba la democracia institucional.
¿Es pesimista del futuro de Perú, considerando el estado actual de la democracia en el país?
En este momento no hay ni partidos políticos. Entonces es muy difícil saber cómo se podría hacer una organización social para plantear un proyecto de país. Pero también es una lotería, las elecciones son una lotería, porque justamente parte de la herencia de Fujimori es que alguien que tiene éxito en su vida personal a lo mejor es mejor presidente que todos los políticos. Entonces eso hace e hizo que en las últimas elecciones se presentaran como 20 (candidatos) y algunos suben una semana, otros bajan otra semana y si te toca bien la semana de la primera vuelta, ya pasas a la segunda vuelta. Y si te toca con Keiko Fujimori, toda la gente vota en contra de ella y acaban haciéndote presidente, que es lo que pasó. Con la misma lógica de azar podríamos llegar a tener un buen presidente. Pero en este momento no sabes ni quiénes son los candidatos, ni cuáles son sus ideologías, ni qué representan, ni con quién van a estar, ni quiénes serán los congresistas, porque no se pueden reelegir los de ahora. Entonces, no hay ni siquiera argumentos para ser pesimista, no hay argumentos para predecir ningún tipo de futuro en las próximas elecciones.
Los diarios peruanos coincidían en sus editoriales en describir a Fujimori como una de las figuras más polarizadoras en la historia de Perú. ¿Cuál cree que va a ser el juicio de la historia sobre su figura?
Pues yo creo que es un personaje muy complejo. Evidentemente es un hombre con crímenes de derechos humanos graves, es autor de crímenes de corrupción y fue responsable por asesinatos, incluso asesinatos de niños. Pero, a la vez, es un personaje que representa la complejidad de un país muy complicado. O sea, no basta con insultarlo, puedes insultarlo todo lo que quieras, pero si no quieres que haya otro tendrás que entender que también se ha alimentado del fracaso de varias clases políticas en la democracia. Y yo espero que lo que nos deje sea una historia que nos haga preguntarnos cómo hacer una clase política democrática que funcione, que no dependa de que alguien como él que tenga poderes extraordinarios.
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