Vassilis Ntousas, analista: “Es mucho más probable que Europa tenga que enfrentarse a unos Estados Unidos más egoístas en los próximos cuatro años”

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se encuentra entre otros líderes mientras asiste a una sesión plenaria de la OTAN en Watford, cerca de Londres, el 4 de diciembre de 2019. Foto: Reuters

El experto del German Marshall Fund comenta con La Tercera las consecuencias que puede tener la victoria de Donald Trump al otro lado del Atlántico, y cómo reciben en Kiev la noticia.


Desde Europa, una eventual victoria de Kamala Harris en las presidenciales era vista como “diablo conocido”: después de cuatro años de gobierno de Joe Biden, casi tres años de guerra en Ucrania y un apoyo más o menos estable desde Washington, la llegada de la vicepresidenta al poder podía ser vista como la continuidad. Con Donald Trump, la situación es distinta: un presidente estadounidense altamente impredecible, sin doctrina específica para guiar su política exterior, y que para peor, no se mostró cien por ciento comprometido con Kiev durante la campaña presidencial.

En entrevista con La Tercera, el cientista político y jefe de Operaciones Europeas en la Alliance for Securing Democracy (ASD) del German Marshall Fund en Bruselas, Vassilis Ntousas, comenta la perspectiva europea tras las elecciones en Estados Unidos ganadas por el republicano Trump. Quizás, “echando agua al vino” de los temores europeos, el experto llama a la calma y asegura que hay distancia entre lo dicho en campaña y lo que realmente puede hacer el presidente electo.

El presidente ucraniano Volodymyr Zelensky junto a Donald Trump en Nueva York. Foto: Reuters

Trump dijo en una entrevista, al respecto de la guerra en Ucrania, que él “terminaría con el conflicto” en un solo día. ¿Cómo reciben Kiev y Moscú la victoria suya en las elecciones?

De hecho, el presidente Trump ha estado sembrado fuertes dudas durante su campaña sobre si se continuará entregando el apoyo norteamericano a Kiev, incluso con esta sugerencia y su disposición para terminar la guerra entre Rusia y Ucrania “en un día”. Ahora bien, tenemos que separar la campaña de lo que realmente pasará.

Antes que todo, terminar la guerra en “un día” es altamente improbable, y en cualquier caso sería un movimiento muy arriesgado, que casi ciertamente implicaría que Kiev tendría que ceder a condiciones rusas que entrarían, ya no solo contra el interés ucraniano, sino también europeo.

Otro factor que tiene que ser considerado en las decisiones que tome el presidente electo es el hecho de que Rusia ha puesto su economía en “modo de guerra”, mientras que las tropas norcoreanas están siendo entrenadas para desplegarse en el campo de batalla. En tanto, a Kiev le está costando mantener sus líneas defensivas, especialmente en el este de la región del Donbás. Lo que significa que hay claros riesgos delante nuestro, pero aún es demasiado prematuro saber cómo el presidente electo va a mantenerse o no consecuente con lo que ha dicho en campaña.

Vladimir Putin junto a Donald Trump. Foto: Archivo

Con su eslogan de “America First”, Estados Unidos Primero, hay quienes se refieren a Trump como un “aislacionista” en el modo en que conduce su política exterior. ¿Es justo o preciso usar ese término?

Tanto el primer mandato de Trump como su campaña de este año contuvieron fuertes elementos de retórica y acción que indicarían una voluntad de retirarse de una política y una participación más activas de Estados Unidos en relación con el panorama internacional. Tiene fuertes impulsos hacia el unilateralismo, en términos de acciones estadounidenses que podría llevar a cabo, y hacia el transaccionalismo en términos de las relaciones de Estados Unidos con aliados y socios.

Pero Trump también es un político que aporta un sentido único de imprevisibilidad al cargo, y también ha mostrado una preferencia igualmente fuerte por asegurar “victorias” para Estados Unidos, tanto dentro como más allá de las fronteras estadounidenses. La presencia y seriedad de Estados Unidos en todo el mundo es tal que el escenario mucho más probable es que Trump, por elección o por necesidad, mantenga una postura mucho más flexible.

Si proteger los intereses estadounidenses va a ser su principal prioridad en un contexto de duras realidades y complejos desafíos que enfrenta el país en el exterior, esto significará casi inevitablemente tener que proyectar la fuerza y la disuasión de Estados Unidos en múltiples teatros geopolíticos en todo el mundo.

La verdadera pregunta es en qué medida se sentiría tentado a hacerlo solo o con las redes establecidas de socios y aliados que han apoyado y confiado en el liderazgo estadounidense a lo largo de las últimas décadas.

Trump también ha dicho que tal vez no apoye a los países de la OTAN que no hayan pagado “sus facturas”. ¿Cómo observa la Alianza Atlántica estas advertencias tras su victoria electoral?

Obviamente, el liderazgo y el compromiso de Estados Unidos con la OTAN son fundamentales para la Alianza, desde cuestiones puramente operativas hasta cuestiones estratégicas más amplias. No se puede negar eso. Pero, como vimos durante el primer mandato de Trump, cada presidente de Estados Unidos pone sobre la mesa una forma diferente de abordar los asuntos de la OTAN, y el contraste entre el modus operandi de Trump y el del presidente Biden es indicativo de ello.

Esto significa que el regreso de Trump a la Casa Blanca probablemente cambiará la forma en que Estados Unidos se relaciona con sus aliados de la OTAN y con qué objetivos. Sin embargo, en lugar de las posturas más alarmistas que ven las reflexiones pasadas de Trump sobre cuestionar el valor de la OTAN o retirarse de ella, yo diría que el escenario mucho más probable es simplemente un cambio de tono y enfoque. Esto, porque el primer escenario ya no es posible: el Congreso promulgó una ley el año pasado que prohibía explícitamente al presidente retirar a Estados Unidos de la OTAN sin la aprobación del Congreso, como voluntad de romper lazos.

Es probable que se preste más atención a China, y a que Europa aumenten aún más sus contribuciones a la defensa, al igual que un mayor grado de transparencia sobre lo que será necesario para que Estados Unidos siga brindando el mismo nivel de garantías a la seguridad europea. Los europeos se están preparando para este escenario, ya que cualquier otro escenario sería demasiado complejo y costoso para ellos recuperarse.

Donald Trump y el entonces primer ministro británico Boris Johnson en un encuentro de la OTAN, en Reino Unido. Foto: Archivo

¿Qué peligros para Europa podría representar el gobierno de Trump? ¿Qué podemos esperar de la relación UE-EE.UU. durante los próximos cuatro años?

No es un secreto que la mayor parte de Europa se mostró, por lo bajo, cautelosa ante la perspectiva de un regreso de Trump a la Casa Blanca. Tras su amplia victoria, tampoco es un secreto que Europa se ha estado preparando para este escenario durante los últimos meses. Es mucho más probable que Europa tenga que enfrentarse a unos Estados Unidos más egoístas en los próximos cuatro años, y a una Casa Blanca que está mucho menos apegada a la idea de que Europa es un primer recurso de acción, como durante la presidencia de Biden.

Algunas de las preocupaciones más apremiantes de la UE son sobre el futuro de la OTAN, teniendo en cuenta la constante retórica de Trump sobre la Alianza, y la viabilidad de garantizar el apoyo continuo de Estados Unidos a Ucrania. A esto se suma, por supuesto, la aprensión por las repetidas promesas de Trump de imponer aranceles generales y generalizados a todos los bienes entrantes, todo lo cual significaría graves costos para las exportaciones europeas y, por lo tanto, para la economía europea, y también podría desencadenar una guerra comercial mutuamente dolorosa.

Todo esto apunta a cierto grado de turbulencia transatlántica, quizás incluso más que durante el primer mandato de Trump. Pero la esperanza es que se encuentre una forma de colaborar juntos, como se encontró durante los años 2017-2021, a pesar de los desafíos involucrados.

Finalmente, ¿cómo podría afectar la victoria de Trump a la política europea? ¿Le Pen, Orban o Meloni, las figuras de extrema derecha del continente, se ven más fuertes, más reforzadas, con la presencia del republicano en la Casa Blanca?

Una gran área de preocupación para la mayoría de los europeos es precisamente el impacto político que tendrá la victoria de Trump para el continente. La gran mayoría de los líderes europeos ven esta victoria, y su naturaleza radical, como un potencial para envalentonar o galvanizar a fuerzas y partidos políticos que en gran medida se alinean con su agenda política MAGA, y brindan una plataforma que podrían imitar y de la que podrían aprender. Estos partidos abarcan en gran medida desde la extrema derecha, pero también se extienden a aquellos que se sienten fuertemente atraídos por el inequívoco mensaje de populismo económico de Trump.

Desde Hungría hasta Francia y los Países Bajos, y desde Reino Unido hasta Austria y quizás también Italia, hay muchos simpatizantes que ahora pueden sentir una reivindicación de los fundamentos del credo político que comparten con Trump, una seguridad de que ahora tienen un aliado como el ocupante de la Casa Blanca, y un estímulo de que fuertes ventanas políticas están soplando en una dirección positiva para ellos.

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