El exigente y exitoso régimen del Augusto D'Halmar, el primer colegio municipal en el top 3 de la PSU

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Alumnos con resultados sobre los 800 puntos, junto al director del colegio y alcalde de Ñuñoa, Andrés Zahri.

Con 690 alumnos en total y 53 que rindieron el examen este año, logró un promedio PSU de 690,1 puntos y un puntaje nacional.


El Liceo Augusto D'Halmar es uno de los tres mejores a nivel nacional en resultados de la Prueba de Selección Universitaria (PSU), y el mejor entre los municipales, lugar que ha ostentado durante los últimos cuatro años. Pero ¿cómo un liceo gratuito, con 690 alumnos en total y 53 que rindieron el examen este año logra tener, a lo menos, ocho resultados sobre los 800 y un puntaje nacional?

Su director desde hace 25 años, Jaime Andrade, descarta que en el recinto exista "descreme", pese a que en séptimo ingresan 150 alumnos y no más de 70 logran llegar a cuarto medio. "Llevamos más de 12 años con puntajes sobre los 600 (este año promediaron 690,1). Acá se quedan los que se esfuerzan, los luchadores, los que quieren y pueden", dice enfático. Añade que quienes deciden dejar el colegio lo hacen porque no soportan el ritmo, un ritmo "normal, donde se pasan contenidos que se tienen que pasar y no se regalan las notas. Acá llegan niños acostumbrados a sacarse puros 7, pero no así a la exigencia, entonces cuando empiezan a bajar las notas no lo soportan".

Según agrega, "la lógica es formar personas completas, buenos ciudadanos y profesionales, de sectores que no pueden acceder a colegios privados, esa siempre ha sido nuestra meta", indicó. Califica su sistema como "universal", es decir, "aquí hay que ser bueno para todo y ahí está la dificultad".

Es así como no existe separación de las áreas humanista y la científica. Es más, hasta cuarto medio se imparte matemáticas, lenguaje y ciencias para todos por igual, con nueve horas semanales para cada ramo. Los exámenes solemnes, que son cinco al año, tienen el formato de la PSU: consideran 45 preguntas y 90 minutos de tiempo para responder.

"La clave es acostumbrarse al sistema y sobrevivir. El que finalmente se va, no lo hace porque sea menos capaz, sino que no se acostumbró a estudiar, a las interrogaciones sorpresa, o dejar cosas de lado, como en mi caso el skate, pero al final vale la pena", explica Claudio Aro, alumno del colegio que logró más de 800 puntos en la PSU.

Francisco Manríquez, puntaje nacional en Matemática, ingresó en séptimo sabiendo que quería estudiar Astronomía y que el colegio le ayudaría con ese objetivo. "El liceo es súper exigente, hay que venir dispuesto a sacrificarse, dispuesto a fracasar, pero a levantarte y acá te ayudan a eso", explicó.

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