Felipe Muñoz, alcalde de Estación Central: “La ciudadanía está pidiendo mano firme, restablecer el orden y el control; eso no puede ser un patrimonio de la derecha”
El edil de la conflictiva comuna aborda la crisis que, asegura, es una "tormenta perfecta" en su territorio. Apunta a su antecesor Rodrigo Delgado (UDI), aunque asevera que “a la izquierda nos ha tocado reconocer que hay realidades que no se pueden tapar con un dedo”. También asegura que "acá el 90% de quienes ejercen comercio ambulante son migrantes que no tienen otra forma de ganarse la vida".
Felipe Muñoz (independiente en cupo del Frente Amplio) asumió la alcaldía de Estación Central a mediados de 2021. Incluso antes de sentarse en el sillón edilicio, al igual que otras zonas del país, su comuna estaba sumida en una profunda crisis migratoria, delictual y habitacional, a la que ha intentado entregar respuestas. “Nos habría gustado avanzar mucho más rápido, pero hemos mejorado las condiciones en las que llegamos por el descuido de muchos”, asegura.
Chile y la Región Metropolitana se han ido acostumbrando a esta crisis. ¿Ve que se avanza o estamos estancados?
La realidad del fenómeno que nos azota como comuna es una tormenta perfecta. No es solo migración descontrolada. Hay hiperedificación, 90 mil habitantes de más en cinco años, aumento de violencia, falta de habitabilidad. Es una situación que hoy le corresponde al gobierno y las instituciones públicas abordar. No es posible que se pueda seguir migrando de esta manera, entendiendo que es un derecho humano. La gran presencia de migrantes irregulares produce una serie de complejidades que nos azotan.
¿Pero se avanza?
Creemos que hay algo de avance, pero hay un tema relevante, que es controlar el tema migratorio. No es posible que estén ingresando personas sin documentos, que no son parte de la fuerza de trabajo o que trabajan informalmente, que no tienen registro social de hogares, que duermen en la calle en carpas y se transforman en carga para los municipios. Se tiene que poner control, eso sería un gran avance. No se puede decir que todos producen algún tipo de delito, pero sí que gran parte llega irregularmente. Y súmale que tenemos dos malls, terminales, una universidad, la catedral evangélica. La comuna está intentando atender una crisis a la que no se le ha podido poner pausa.
A su juicio, ¿qué es lo más grave que ocurre en su comuna?
Hay varias complejidades. Gran parte de quienes llegan no llegan de forma regular. En otras comunas como Maipú o San Bernardo es distinto. Acá el 90% de quienes ejercen comercio ambulante son migrantes que no tienen otra forma de ganarse la vida y son presa fácil también para las mafias. Viven en departamentos diseñados para una o dos personas y viven cuatro o seis. Estas personas hacen su vida social en la calle y producen incivilidades que tienen preocupados a los vecinos. Que este proceso migratorio esté tan descontrolado hace que se comience con este sentimiento de xenofobia.
¿Ha acarreado también un empeoramiento de la imagen de la comuna?
Sin duda. Es difícil porque la comuna tiene barrios emblemáticos, tiene historia, pero tenemos un sector, el casco histórico, muy complejo. En ocho cuadras se produce el 65% de los delitos de la comuna. Eso requiere mucho esfuerzo e inversión. Los homicidios han aumentado y es un tremendo desgaste no solo por necesitar más recursos. Acá hay una zona de sacrificio urbano, se trajo a esa cantidad de gente sin contar con el equipamiento necesario. Están faltando 10 jardines infantiles, tres consultorios, 180 carabineros. La forma de construir nos condena a esto.
¿Identifica un gran problema?
Lo que identificamos es una tormenta perfecta. Hay aumento de la población y eso produce falta de equipamiento. Fiscalizamos, pero con un sistema penal en que las personas ni siquiera son investigadas. No se puede seguir tapando el sol con un dedo porque hay municipios a los que nos está impactando fuertemente.
¿Dónde se está fallando?
Muchas instituciones están fallando. Hay que adaptarse a la nueva realidad migratoria, que es distinta que hace un par de años. Que la fiscalía pueda tener más recursos para tomar más causas, porque hay sensación de impunidad. La aduana dice que fiscaliza menos del 5% y eso es muy bajo. La realidad migratoria requiere una mejor política pública, resolver de manera humanitaria y poder retomar el control del derecho humano de migrar, el que tiene que ser bajo ciertas condiciones. No es posible que siga de esta forma.
A usted le ha tocado vivir situaciones de fiscalización en que termina agredido.
Trato de no ser tan temerario, pero participo. Estamos acostumbrados a esas situaciones, pero creemos que es lo que tenemos que seguir haciendo. No vamos a aceptar que se incumpla la ley y aceptamos que nos tiren los carros, porque generan ruidos, tiran el aceite en la calle. Muchos vecinos nos dicen que hay personas que no quieren vivir en comunidad, entonces hay cosas en la ley que se deben respetar. Si no se respetan seguiremos fiscalizando las veces que sea necesario.
Mencionaba que en el comercio ambulante operan mafias. ¿Las tienen detectadas?
Sí, hemos entregado los antecedentes desde el día uno. Lo que pasa en el barrio Meiggs es un comercio que no es el que se pone con el pañito con confites o bebidas. Acá tienen capacidad de fuego, usan armas, mataron a una periodista hace un par de meses. Hemos entregado esos antecedentes al Ministerio Público, y fiscalía conoce quiénes son. Esto se denunció hace varios meses y no hay resultados. Es frustrante saber que tienen que pasar cosas para que se actúe. Es importante, por ejemplo, tener estrategias de copamiento, pero tienen que ser constantes.
El problema de eso es que se van a otras comunas y la situación de fondo no se resuelve.
Claro, una forma de trabajar el tema de fondo es que se investigue y se saque de las calles a estas personas.
¿Cuánto complica que las comunas aledañas no avancen en la resolución de temas?
Debe haber conversación y coordinación con los municipios vecinos. Con la alcaldesa Hassler (Santiago), con quien compartimos un barrio comercial, hay una necesidad de conversar y eso ha sido positivo para los que asumimos hace poco.
¿Y siente que con otras comunas avanzan en conjunto?
Cada comuna tiene complejidades y prioridades distintas. Lo que interesa es trabajar temas en común y aportarnos mutuamente, incluso con ordenanzas que funcionen para ambas comunas.
¿Qué responsabilidad le atribuye a su antecesor (Rodrigo Delgado, UDI) por la realidad de Estación Central? ¿Dónde siente que él más falló?
En no mirar lo que estaba pasando acá. Yo era concejal y dimos cuenta de las situaciones de los edificios, pero se condenó a la comuna. Todos los permisos fueron entregados en la administración anterior. Se trajo este modelo de desarrollo que lo que hace es traer vecinos nuevos, pero sin el equipamiento comunal suficiente. Si se construye así hay responsabilidad política.
¿Y por qué cree que ocurrió?
Hay distintas hipótesis, pero prefiero pensar que se creía que los permisos se traducían en ingresos. Pero traer esos ingresos no se tradujo en mejor calidad de vida para los vecinos. Ese modelo trajo un costo inimaginable que recién hoy visibilizamos. Construir de esa manera salvaje, donde nunca el centro fue el ser humano, sino el negocio, trajo un costo. El Estado chileno tendrá que pagar el equipamiento. Y ahí no van a estar los privados para aportar; ellos ya se beneficiaron.
¿Qué hacer hoy con los llamados guetos verticales?
Lo que nos corresponde es acercarnos a estos vecinos, una estrategia de convivencia. Algunos son primeros propietarios y deben conocer la ley de copropiedad. Sabemos que es una realidad y también reconocemos que en estos edificios el 70% vive arrendando, duran ocho meses, entonces difícilmente se vinculan con la comuna. No les interesa un lugar bonito u ordenado.
Y ya que hoy son autoridades, ¿qué responsabilidad le cabe a usted y al propio gobierno, del que es afín?
Toda la responsabilidad siempre es del alcalde. Estamos trabajando en la complejidad que nos toca, un escenario único. Esta es la comuna de mi vida, viven mis padres, crecen mis hijos. Sabemos que nos toca difícil, pero vamos a ganar esta pelea y restableceremos el orden. Existe voluntad de todos los actores para trabajar los temas y no puedo negar que existe apoyo del gobierno. Sin embargo, veo que falta.
¿Hace alguna autocrítica tras un año y medio de gestión?
Tampoco quiero ser autocomplaciente, pero dado los recursos, el escenario del país y la comuna, hemos ido trabajando para ir revirtiendo. No hemos descansado, hemos quintuplicado los vehículos municipales, pusimos un numero único que funciona 24/7, hemos aumentado los inspectores municipales, hemos inaugurado centrales de cámara, también hemos aumentado el número de cámaras, hemos terminado el comercio ambulante en algunas zonas como como la Plaza Argentina.
Hace un tiempo decía que la izquierda debe demostrar que es capaz de establecer el orden público, ¿ha sido capaz?
Lo que noto es que varios alcaldes logran entender la lógica de cómo ha ido cambiando el país. Cada uno con una concepción anterior. Estar a cargo de un municipio obliga a una dosis diaria de realidad que obliga a tomar conciencia de cosas. Por eso es importante que todos vayan escuchando a los alcaldes, que nos toca reconocer lo que está pasando. A la izquierda nos ha tocado reconocer que hay realidades que no se pueden tapar con un dedo. La ciudadanía está pidiendo mano firme, restablecer el orden y el control; eso no puede ser un patrimonio de la derecha, donde simplemente era un eslogan, porque durante 20 años había comercio ilegal. El avance se traduce en voluntades políticas, y la izquierda lo ha asumido como desafío.
Si la izquierda no lo logra, será castigada en las urnas.
Sí, y no solo por esos temas. Todos tenemos que estar muy atentos a lo que plantean los vecinos, recibir críticas, reconocer cuando se falla. Hoy la mejor lección respecto a cómo se tiene que hacer política y política pública es escuchar, dar espacios participativos, acoger críticas. El peor amigo ahora es la soberbia.
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