Golpes, insultos y amonestaciones: ¿Cómo viven la evasión los conductores de buses del transporte público?

Fiscalizacion del Ministerio de Trasporte en la evasion en el transporte publico de Santiago

Con la evasión por sobre el 40% registrada en el primer semestre de 2022, distintos trabajadores del gremio sostienen que este es un panorama histórico y social que les toca a diario enfrentar. Ni siquiera la implementación de cabinas los salva de las amenazas y la violencia a veces desatada de los pasajeros.


Alicia Gutiérrez (50) tomó la decisión de ser conductora de buses en 2019. Con el fin de salir de su hogar y tener mayor contacto con las personas, decidió entrar a trabajar a la empresa de buses Red, justo tres meses antes de la revuelta social que tuvo lugar el 18 de octubre.

Hasta esa fecha, dice, todo marchaba normal. “En ese entonces yo estaba asignada a la zona norte de Santiago y me tocaba recorrer parte de Independencia hasta Quilicura. Pero paa erl estallido social todo se nubló para mí. Ahí conocí la evasión y lo violenta que podía ser la gente si es que los encarabas para que pagaran su pasaje. En ese tiempo yo incluso sufrí tocaciones y golpes por parte de los evasores, fue muy traumante para mí”, relata acongojada.

Ese hecho obligó a Alicia a aceptar una licencia psiquiátrica por tres meses y a cambiarse de sector, “pensando en que si me venía al barrio oriente esas cosas no iban a pasar, pero todo siguió igual”, comenta.

Hoy, la conductora recorre a diario las calles de Lo Barnechea con el servicio C14. Dice que el ambiente es distinto, pero hay algo que le sigue recordando sus primeros meses trabajando en el centro de Santiago: “Acá la evasión sigue siendo la misma, e incluso mayor: gente de cuello y corbata; personas que se suben con televisores e incluso ejecutivos. La evasión no tiene color social, se ve en todos lados. Pero ahora trato de no hacerme problema, porque enfrentar a un evasor es sinónimo de poner en riesgo mi integridad física. Y es algo a lo que no estoy dispuesta”, aclara.

El escenario del no pago en los servicios de transporte público llegó a un punto crítico en el primer semestre de este 2022, marcando un 40,2% durante los seis primeros meses del año. Y así lo aclaró el ministro de Transportes y Telecomunicaciones, Juan Carlos Muñoz, el pasado mes de noviembre: “Este es un problema complejo, este es un problema difícil, es un problema multisectorial que nos toca no solamente en materia de las finanzas, en materia de dinero, es un problema también que nos toca desde un punto de vista ético y moral, y tenemos que abordarlo como sociedad”, planteó en su momento el ministro.

Un problema social e histórico

José Orellana (55) cruza a diario el centro de Santiago a través del servicio 516, de la empresa MetBus. Su recorrido va desde Santiago hasta Las Parcelas, en Peñalolén, y la evasión es algo que él conoce muy de cerca.

“En el viejo Transantiago llevo más de 17 años. Pero en el sistema de transporte llevo más de 25, porque antes trabajaba en las micros amarillas, donde el sistema de pago era totalmente distinto a lo de hoy. Antes no había esta tecnología y la gente debía pagar en efectivo. Antes yo me enfrentaba a los evasores y no los dejaba subir hasta que pagaran el pasaje”, recalca.

“(Pagar el pasaje) Es algo que se debe hacer, es un deber como ciudadano. Pero ahora uno ya no puede decir nada, porque si te enfrentas a uno se te vienen como 10 (personas) encima. Han sido innumerables las veces en que he recibido insultos y amenazas. Eso te achaca y te desmotiva, pero uno no puede dejar el trabajo botado, debe trabajar nomás. Nos sentimos desprotegidos”, dice.

Joel Vergara (40), conductor del servicio 210 de RedBus, añade que ni las cabinas que poseen muchos buses son suficientes para protegerlos, “no sirve. Hace un mes fui agredido porque traté de parar a unos chicos evasores que saltaron el torniquete y botaron a un adulto mayor. En cinco segundos ya tenía a uno de ellos rompiendo el vidrio de la cabina y terminé con una contusión en la cabeza. ¿De qué protección hablamos?”.

Con el fin de enfrentar estas situaciones, la Mutual de Seguridad implementó hace 10 años un programa llamado “Atención ante Incidentes Críticos”, que tiene por finalidad prestar orientación y apoyo a las empresas a cargo de la red vial en caso de agresiones o maltratos sufridos por sus conductores.

“Nosotros vemos bastantes casos de agresión a conductores que ingresan a la mutual: con agresiones, maltrato verbal, de distintas variables. Es por eso que este programa busca ser una respuesta inmediata para los afectados. Contamos con psicólogos y psiquiatras cuya atención se activa al momento de generarse una agresión grave”, cuenta Angélica Zelaya, subgerenta de Seguridad Vial de la Mutual de Seguridad.

Pero no solo se busca generar una respuesta, sino que desde la Mutual también rescatan que este programa cuenta con una mirada integral que tiene tres niveles: por un lado, enseñarles a lo trabajadores a prevenir o cómo enfrentar este tipo de situaciones violentas en caso de que ocurran; por otro, existen programas de contención apenas estos casos de agresión ocurran, y, por último, también se ofrece atención a los trabajadores cuando la situación se desborda y no se puede controlar.

Si bien estas medidas han sido valoradas por parte del gremio, Sergio Fariña, secretario del sindicato unificado de la empresa Subus, enfatiza en que estas “no tendrían por qué existir”.

“La fiscalización no es parte de nuestro trabajo y ninguno de nosotros, los conductores, debería cobrar el pasaje. Bastante responsabilidad tenemos con enfocarnos en conducir y llevar a la gente a su destino, y por eso no podemos dedicar más tiempo a resolver un problema que ya es social y que debería ser visto por el Estado”, explica el conductor con más de 17 años de experiencia.

Una mirada que desde el Ministerio se comparte comparte: “Es necesario ser muy enfáticos en que ni en los contratos ni en el Plan Antievasión se define responsabilidad alguna de los conductores. No hay ninguna política de fiscalización en la que los conductores tengan la obligación de controlar la evasión”, señalaron.

Nuevo plan antievasión

Con todo, la conductora de la empresa Red Bus comenta que en la práctica esta acotación no se ve y que, al contrario, en su caso y de sus compañeros la empresa los “castiga” de forma monetaria al momento de permitir una evasión.

Redbus no nos ha entregado resguardo. Es más, nos perjudican, porque si nosotros abrimos la puerta trasera y los pasajeros se suben, los fiscalizadores de cada paradero nos toman una foto y nos llega una carta de amonestación desde la empresa y nos descuentan un porcentaje del bono por responsabilidad que consiste en $ 60 mil”.

Consultados al respecto, desde Redbus sostuvieron que no se referirían al tema y que cualquier información que se requiera sobre la evasión debería ser solicitada al ministerio correspondiente.

En tanto, desde el Ministerio se desmintieron estos descuentos, comentando que “los contratos se realizan con las empresas operadoras, que es con quien el MTT tiene el vínculo, y no con los conductores, por lo que es absolutamente falso que por contrato se establezcan descuentos a estos trabajadores”.

Además, desde la cartera recalcaron que “actualmente las fotografías no son un medio de prueba para la fiscalización de la evasión. El control de evasión se realiza de manera presencial por parte de equipos del programa de Fiscalización arriba de los buses y chequeando de manera tecnológica el pago de la tarifa”.

Para hacer frente a esta problemática del no pago del servicio, el pasado viernes 25 de noviembre el MTT presentó una serie de medidas para controlar las altas cifras de no pago de los usuarios en el transporte público. Sin embargo, el denominado Plan Antievasión ya ha generado molestias en los gremios de conductores de buses.

En estricto rigor, este plan se basa en cinco pilares: fiscalización, control de acceso, nuevas tecnologías, educación e información y coordinación intersectorial.

Entre estas destaca el control de los accesos, precisamente el punto en el que se multa el ingreso de pasajeros por las puertas traseras. Este tema ha despertado el descontento de los conductores, pues el plan castiga con un cifra de hasta 10 UTM a las empresas prestadoras de servicio que permitan el ingreso por las puertas traseras.

“¿Sabes lo que significa llevar una acumulación (de pasajeros) y no abrir la puerta trasera para que la gente pase por el torniquete? Es una lluvia de insultos, amenazas y golpes. Creo que la evasión es un problema país. Si quieren ponerle el cascabel al gato, no tienen que partir por los conductores; nosotros estamos contratados para otra cosa”, aseveró Fariña.

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