La bodega que alberga el plástico recogido de las playas

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Este recinto, ubicado en Quilicura, es donde se guarda el plástico recolectado en los balnearios.

Los desechos recolectados en los últimos dos años en el litoral se mantienen en un recinto de Quilicura, a la espera que se defina su futuro. En la actual temporada, 515 voluntarios han recogido 3,8 toneladas de residuos. Poco más de una tonelada es plástico.


Todos los años, 8 millones de toneladas de plástico ingresan a los océanos del mundo. Este grave problema ambiental ha llevado al desarrollo de múltiples campañas de limpieza y prevención, que año a año también se realizan en Chile.

Respecto de la limpieza de las playas del territorio nacional, hace dos años que la fundación y red de colaboración internacional Voluntarios por el Océano (Parley), con el patrocinio del Ministerio del Medio Ambiente, se encarga de recolectar residuos en las playas, poniendo especial énfasis en retirar los materiales plásticos depositados en el litoral y las comunidades costeras.

En lo que va de la temporada 2018-2019, gracias a la labor de 515 voluntarios han alcanzado a recolectar 3,8 toneladas de residuos. Solo en plástico han logrado recoger 1,1 toneladas.

¿Dónde se va todo ese material? Por ahora, su destino es una bodega ubicada en Quilicura, que pertenece a la planta recicladora Rembre. Aún no tiene fecha de retiro.

Rodrigo Farías, vocero de Parley Chile, dice que mantendrán el plástico en bodega "hasta que sea necesario". Consultado sobre por qué no se ha procedido al reciclaje de ese material, el portavoz explica que todavía siguen en la etapa de "interceptación del plástico en las playas".

"Realmente queremos pensar en algún producto que sea necesario y un aporte para la comunidad, pero no es nuestra prioridad hoy. Tenemos que limpiar los océanos primero", asevera.

Pedro Bulnes, gerente general de Rembre, dice que lo que pase con este material después es decisión de Parley. "Actualmente está todo bodegado y listo para ser procesado. Es materia prima", describe. "El plástico se mantiene acá porque Parley en Chile solo lleva dos años. Todavía no tiene para hacer el envío de un contenedor completo lleno de plástico y exportarlo", agrega.

Tras bambalinas

El proceso de reciclaje de un plástico consiste en llevarlo a un recinto especializado, en el cual se alberga para ser separado por tipo, limpiado y procesado, ser vendido como insumo, o bien, trasladado a un relleno sanitario.

En la Dirección General del Territorio Marítimo y Marina Mercante de Chile (Directemar), señalan que una vez que limpian las playas con la ayuda de voluntarios, "la disposición final de lo recolectado va a los centros locales de acopio de desechos, o como rellenos sanitarios. Es por eso que la idea a futuro es implementar reutilización, reciclaje o tratamiento previo a su depósito".

En el caso de la limpieza costera por los voluntarios de Parley, ellos se dedican un día (por playa) a segmentar y educarse respecto del material plástico recogido. Luego la empresa Rembre lo transporta y vuelven a seleccionar y almacenar los residuos en su planta en Quilicura (ver infografía).

Capacidad técnica

El creciente afán por reciclar y la proliferación de puntos limpios podría no ir de la mano con la capacidad técnica de reciclaje, según indican desde Greenpeace. "Tiene que ver con cómo convertimos la limpieza en una oportunidad de hablar del problema raíz, que es el consumo de plástico o la manera en que se está comercializando el producto, cómo se está utilizando desde la industria y cómo no se ha regulado desde el Estado", explica Mauricio Ceballos, de la campaña Chile Sin Plásticos, que realiza la organización ecologista.

En ese sentido, el ministro (s) de Medio Ambiente, Felipe Riesco, reconoce que "los desafíos son múltiples. Antes que llegar a la etapa del reciclaje, tenemos que ser capaces de reducir el uso de plásticos de un solo uso o reutilizarlos, lo que disminuye la cantidad de residuos que producimos".

La capacidad técnica de reciclaje también estaría también relacionada con el mercado, apunta Juan Pablo Pavissich, académico de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la U. Adolfo Ibáñez. Básicamente, se trata de la rentabilidad. "Si el material recolectado está formado por una mezcla de plásticos, será más caro para darle valor al insumo final. Y si la ganancia a obtener es más baja que el costo de procesarlo, nadie lo va a reciclar", precisa.

(Haz click en la infografía para ampliar)

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