La Matriz y su emblemático Comedor 421 no se rinden
Solo en Navidad esta iniciativa social entregó más de 300 cenas a porteños de escasos recursos. Ya no está el párroco Gonzalo Bravo, actual obispo de San Felipe. El abogado Esteban Elórtegui lidera interinamente la obra. El virus complica, pero no los detiene.
El reloj marca el mediodía del pasado jueves 24, víspera de Navidad, y Maritza Bernal (56) baja desde el cerro Santo Domingo, vestida de fiesta, junto a sus hijas y nietos. “Me puse lo más bonita que pude”, comentaba la mujer, camino al Plan de Valparaíso, específicamente al Comedor 421 de la Iglesia La Matriz, donde recibirían una merienda distinta a la de otros días.
Todo fue más temprano. La pandemia cambió el horario de la cena navideña y de otras fechas especiales, como ayer, en Año Nuevo, con un protocolo que busca evitar aglomeraciones.
Ya instalada, Maritza y los suyos fueron parte de una fila de más de 100 porteños. Allí, la mayoría se conoce o al menos se ubica. Hubo saludos, bromas. Son personas de escasos recursos, quienes han resistido la crisis sanitaria a punta de esfuerzo y solidaridad.
“Ya no somos sólo los cercanos, muchos vienen de otros cerros, hay cesantes, trabajadores de la calle, los que duermen por ahí”, decía otro comensal.
La comida consistió en una empanada, un plato de fondo con pavo y arroz, y una leche asada de postre. Los clientes también recibieron un crucifijo de regalo.
“Es muy lindo, esto tiene que seguir”, decía uno de los voluntarios del proceso, pensando en un año que será diferente. Muchas cosas cambiaron en este templo y en la corporación que da vida a la iniciativa.
Un siglo de ayuda
Más de 300 cenas alcanzó a entregar en Navidad el emblemático Comedor 421, uno de los albergues más antiguos y conocidos de Valparaíso, que desde 1930 ofrece desayunos y almuerzos a personas de extrema pobreza.
Durante la pandemia, la obra del santuario católico se mantuvo y se las ingenió para entregar un “delivery social”, con cajitas sanitizadas que cada persona se podía llevar. La semana pasada, los días 25 y 26 también hubo cenas especiales. Los voluntarios se distribuyeron entre el comedor 421 y el 435. En el segundo está el “Ropero solidario”, donde se entrega ropa en buen estado.
Todo parecía familiar, salvo por una ausencia: esta fue la primera Navidad y Año Nuevo sin el sacerdote Gonzalo Bravo, quien lideró esta iniciativa durante años. Trasladado en agosto a San Felipe, como nuevo obispo de esa diócesis, bajo su gestión en La Matriz se habilitaron servicios de duchas, comida y barbería, entre otros.
Actualmente, el rol interino lo tiene Esteban Elórtegui (40), quien admite que a ratos le cuesta acostumbrarse a la devoción de los porteños. Lo tratan de cura, cuando es abogado.
“Puede que tenga un aspecto de sacerdote, porque soy medio calvo, algunos hasta se acercan para confesarse; yo estoy acá porque el mismo padre Bravo me lo pidió y vamos a apoyar hasta que La Matriz tenga un nuevo guía espiritual”, dijo.
Sobre la situación de Valparaíso en pandemia, agradeció las donaciones para lograr entregar meriendas diarias. “Nuestros comensales reciben un certificado de La Matriz, una especie de salvoconducto, para poder almorzar acá algunos días de la semana”.
No es la única iniciativa, por supuesto. Desde el municipio de Valparaíso se informó que durante la crisis sanitaria se han autorizado cerca de 224 ollas comunes en los cerros, con más de 86.600 raciones semanales y un creciente número de voluntarios.
En La Matriz ya se preparan para este nuevo año, el 2021, que será duro.
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