Los rostros de las posiciones enfrentadas en "guerra de la jibia"
El futuro de la captura del molusco, con 200 mil toneladas en juego, lo disputan pescadores artesanales y trabajadores del sector industrial.
Más de seis días de barricadas, camiones incendiados y marchas en el sur: ese ha sido hasta ahora el saldo del conflicto en torno a quiénes se beneficiarán de la extracción de la jibia, recurso que totaliza una extracción de 200 mil toneladas anuales.
La lucha se desencadenó con la aprobación por el Congreso del proyecto de ley que restringe la extracción del molusco a la técnica artesanal de la línea de mano o "potera". Autoridades de gobierno no descartaron recurrir al Tribunal Constitucional para impugnar la norma, lo que encendió la mecha de las protestas entre los pescadores artesanales.
Su vocero y rostro más conocido es Hernán Cortés, líder del Consejo Nacional por la Defensa del Patrimonio Pesquero de Chile (Condepp ) y presidente de la Federación Nacional de Sindicatos de
Pescadores de Chile. Lleva más de 10 años como dirigente artesanal en Coronel y tiene una historia marcada por una postura radical y combativa, que no elude recurrir a las manifestaciones callejeras y que se remonta a su dura oposición a la llamada "Ley Longueira". De hecho, figuró como querellante en el caso Asipes, arista que investiga eventuales pagos a políticos.
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Juan Carlos González, directivo de los trabajadores.[/caption]
"Todos saben que la pesca industrial es nociva para la sustentabilidad de los recursos pesqueros", afirma. "Cada vez que avanzamos, las autoridades nos dan la espalda para favorecer a los privados".
Defensa de puestos
Desde el otro lado, los trabajadores de la pesca industrial tienen como principal rostro a Juan Carlos González, presidente del Sindicato Interempresas de Capitanes de Pesca Industrial. Lleva ocho años en el cargo, pero más de 30 en el rubro de la pesca en la ciudad de Talcahuano.
Para González, este tipo de movilizaciones son parte de su recorrido como dirigente. Él mismo une los "dos mundos": entre 1997 y 2003, cuando cerca de cien barcos industriales paralizaron faenas y junto a 1.800 trabajadores embarcados quedó sin empleo, laboró un tiempo como patrón de pesca artesanal. "En 2009 recién pude regresar a la pesca industrial. En el sector artesanal tengo muy buenos amigos, pero ahí no hay formalidad laboral", describe.
González insiste en que su lucha apunta a defender sus puestos de trabajo, amenazados por la restricción que impondría el proyecto. "Las coordinadoras de pescadores artesanales están defendiendo un patrimonio para consagrarlo a perpetuidad en sus cajas fuertes. Nosotros solo queremos proteger nuestro único patrimonio, que es el trabajo formal", argumenta.
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