Marcela del Sol-Hallet, perfiladora criminal: “En Chile no existe prevención en delincuencia y, si no se hace, el crimen se va a tomar el control”

Marcela del Sol-Hallett
Marcela del Sol-Hallett, perito en perfilamiento criminológico.

La profesional apunta a que la ciudadanía y las instituciones actúen de forma coordinada en el combate de la delincuencia. Según su evaluación, el país sólo está reaccionando ante los hechos y no está logrando anticipar situaciones de riesgo y nuevas problemáticas.


Otorgar herramientas de prevención criminal a la ciudadanía es la meta que la escritora y criminóloga Marcela del Sol-Hallet se impuso tras sufrir las consecuencias de la violencia en carne propia. Oriunda de Antofagasta y desde 1994 residente en Australia, la profesional ha diseñado cursos y programadas para aportar en la disminución de los índices de criminalidad. El más reciente, Proyecto 360, el que lanzó junto al experto con trayectoria en el FBI Deimer Meléndez.

Según comenta en entrevista con La Tercera, Chile necesita con urgencia avanzar en prevención y, por lo mismo, llama a la ciudadanía a estar preparada y a las instituciones a enfrentar el dilema de manera coordinada.

¿Cuál es su diagnóstico de la criminalidad que afecta a las mujeres? Pareciera que los casos se condenan con mayor fuerza, que hay mayor conciencia, pero las cifras no van a la baja.

El levantamiento de conciencia no es suficiente para que la gente se sienta empoderada y segura en las calles. Sin que exista una ejecución apropiada de mecanismos que le permitan a la gente sostener una vida segura, es insuficiente. Veo que hay un problema a nivel político, porque se están volviendo a probar aquellas cosas que ya se utilizaron sin resultados. Chile tiene una tendencia a glorificar la grandilocuencia y no se está supervisando qué se está haciendo, más allá del discurso, sobre lo que sucede a nivel gubernamental. Acá se necesita escuchar a aquellas personas que han sido victimizadas por el crimen y sus experiencias, y así diseñar programas que realmente refuercen, en primer lugar, la confianza comunitaria acerca de las autoridades, y que, además, se propicie una colaboración más grande entre la ciudadanía, las policías y el gobierno. Sin participación ciudadana, me parece que realmente todo es inocuo.

¿No son correctas las medidas que se están tomando?

El crimen acá se trata como si fuera de una talla única, pero lamentablemente el crimen y las estrategias de prevenirlo tienen que ser diseñadas específicamente, por tipología criminal. No podemos decir que estamos previniendo el crimen, por ejemplo, cuando el delito sexual es intervenido de la misma forma que el robo de una cartera. La gente está viviendo con mucho miedo y los recientes índices de actos ilícitos, junto con las respuestas institucionales, han sido interpretadas por la población como un agravante al sentido de vulnerabilidad. Hay también un distanciamiento cívico-institucional que ha significado que la decisión gubernamental con respecto del otorgamiento de mayores derechos de acción, recursos logísticos, etcétera, sea interpretado por ciertos sectores -por desconocimiento- como una acción opuesta a lo que involucra un sistema democrático.

El gobierno del Presidente Gabriel Boric busca la transversalización de la perspectiva de género y ser una administración feminista. ¿Cómo analiza esa meta?

Encuentro bastante irrisorio que el gobierno se proclame feminista. Acá nos gusta esto de la grandilocuencia, de los discursos rimbombantes, pero nadie está supervisando la ejecución de las leyes y de la normativa que se propone. Además, tenemos dormido en el Congreso hace años la propuesta de ley para una vida libre de todo tipo de violencias. Como gobierno feminista debiste haber atendido eso como prioridad, por eso me queda un gusto bastante amargo. Hay elementos muy beneficiosos, pero otros de gran envergadura que no están siendo atendidos.

Hay quienes vinculan el aumento de la violencia en los delitos, al incremento de la migración, ¿lo comparte?

Es irrefutable que hoy en el país se están perpetrando crímenes que nunca antes se dieron o que no son nativos a Chile. Aquello es irrefutablemente un fenómeno que se traslada con la naturaleza de quienes vienen a habitar el país. Ahora, que esto ocurra sólo por la migración, no. La migración, como un fenómeno humano, no trae siempre malas consecuencias. Es más, hay estudios en Estados Unidos en donde las zonas de mayor habitación migrante son las que tienen menores cifras de delincuencia. Pero hay que aceptar que si no hay políticas públicas que sostengan la vida de esas personas con dignidad, obviamente esas personas van a tener que recurrir a alternativas de supervivencia.

¿Considera que la criminalidad y la delincuencia están desatadas en Chile?

Las proyecciones dan cuenta de que el crimen al final del año va a haber aumentado más de un 10% respecto de 2022. En Chile no existe prevención en delincuencia y, si no se hace un trabajo efectivo, el crimen se va a tomar el control de la población y ya hay áreas que son rojas y bastante preocupantes, como Santiago y Antofagasta. Lo que hay ahora es un control post factum, posterior a los hechos, y lo que nosotros queremos es que no exista la necesidad de controlar el crimen, sino de prevenirlo, porque no queremos más víctimas.

Un plan desde la experiencia

¿Qué la llevó a desarrollar estas labores?

Mi interés y mi acción hacia erradicar el crimen deriva de mi experiencia como víctima de abusos sexuales en mi temprana infancia y también como víctima de diversas violencias de género. He trabajado como activista feminista por muchos años en apoyo de sobrevivientes y de familias de sobrevivientes de diversas tipologías criminales. He escrito sobre estas temáticas y todo esto me hizo reflexionar acerca de la necesidad de proveer una solución. Yo quiero erradicar estos fenómenos criminales en contra de las mujeres y de los niños, y por eso comencé a estudiar criminología y perfilamiento criminal. Debía entender al criminal, sus motivos y razones, las formas en las que delinquen. Así creamos el Proyecto 360.

Habiendo sufrido esa violencia, ¿cómo fue su aproximación a estas temáticas?

Tras sufrir los estragos extremos de la victimización, hubo un momento en el que me levanté y dije “no quiero que esta experiencia le pase a otras mujeres”. Como madre, como amiga, como hija, como hermana, tengo la responsabilidad de crear algo para que las personas cercanas y aquellas que no conozco, tengan la oportunidad de vivir una vida libre de violencia.

¿Qué busca el Proyecto 360?

Buscamos, en términos bien simples, impulsar una ciudadanía consciente y con sentido de responsabilidad en la construcción de un país sano, seguro y digno. Queremos instaurar en la gente el conocimiento necesario para evitar su victimización o reducir las chances de convertirse en víctimas del delito. Enseñamos, por ejemplo, técnicas de entendimiento, identificación y predicción del crimen, que son unos de los factores más poderosos en desestabilizar al crimen.

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