Tamara Agnic, presidenta saliente de ChileTransparente: “Creíamos que la corrupción era focalizada y ese paradigma se derribó”

Tamara Agnic: “Creíamos que la corrupción era focalizada”
Tamara Agnic: “Creíamos que la corrupción era focalizada”

La ingeniera comercial y consultora en compliance y anticorrupción deja el cargo en la ONG. Dice que los hechos recientes de los que ha sido testigo el país revelan que los ilícitos abarcan más allá de la esfera pública.


Creada en 1998 como el capítulo chileno de Transparencia Internacional, la ONG Chile Transparente se ha ido convirtiendo de a poco en uno de los organismos referentes en materia de transparencia del país. De hecho, algunas personas salidas desde sus filas -como Alberto Precht- han asesorado al Consejo para la Transparencia, el organismo público creado en el marco de Ley de Transparencia de la Función Pública y de Acceso a la Información de la Administración del Estado. Incluso, de cara a las recientes elecciones crearon el “Pacto de Integridad Municipal”, el que lograron que decenas de candidatos suscribieran en caso de ser electos con la idea de implementar medidas anticorrupción.

La saliente presidenta de Chile Transparente es Tamara Agnic, quien por estos días dice adiós a la institución después de cuatro años en el directorio. “Como presidenta de esta organización, uno tiene una mirada un poquito más panorámica y puede hacer un escrutinio más concreto de los avances y retrocesos que ha tenido el país en este tiempo”, dice.

¿Cuál diría que fue la principal problemática que detectaron en este tiempo?

Casos de corrupción que impactan a la opinión pública creemos que es lo peor que hemos visto. Lo estamos observando en todos los casos recientes, el caso Hermosilla, caso Audio, pero antes fueron otras situaciones y cada una ha ido marcando algún hito especial que nos permite remover ciertas aristas para generar cambios. Los hechos que estamos viviendo hoy día podría decir que al menos para mí han sido los más complejos de cómo enfrentar, porque estamos observando que no hay prácticamente nadie que se salve. Tenemos al poder político, tenemos al Poder Judicial, al Congreso, de alguna manera vemos que todo está contaminado. Alguno podrá hacer un juicio de que algunas cosas pueden ser más graves que otras, pero sin lugar a duda esto ha terminado afectando, es algo que favorece el espacio para que germinen nuevos actos de corrupción. Cuando la ciudadanía pierde la confianza en las instituciones que están llamadas a protegernos qué duda cabe de que se abren espacios para que empiecen a germinar ciertos liderazgos un poco más autoritarios que no le dan el valor suficiente a la democracia. Y la ausencia de democracia es un factor muy relevante para que la corrupción avance.

¿Qué de distinto tienen los casos recientes a lo que se observaba antes?

Estábamos acostumbrados a observar actos de corrupción en el sector público y creíamos que la corrupción estaba focalizada. Y hoy día ese paradigma ya se derribó porque hay ciertos fenómenos de corrupción que han sido visibilizados a partir de casos que se han gatillado en el sector privado. Por ejemplo, Corpesca, donde existe una condena a exfuncionarios públicos, dos exparlamentarios, y también una sanción penal a una persona jurídica. Ese tipo de fenómenos, que en el pasado les llamábamos “mala práctica”, hoy día ya derechamente les podemos poner el calificativo de corrupción.

¿Ve posible que las instituciones afectadas logren recuperar la confianza de la ciudadanía?

Tampoco hay que verlo todo tan blanco o negro. Si uno quisiera hacer un repaso de los avances podemos exhibir que como país tenemos una Ley de Lobby, una Ley de Transparencia, hemos sido primeros en la región que han avanzado en una ley de compras públicas. Pero, dicho esto, lo que no es tan positivo es la rapidez con la que necesitamos ir actualizando estas legislaciones. Por ejemplo, la Ley de Lobby, cuando se estructuró fue muy pionera en la región, pero era un contexto totalmente distinto, no existía WhatsApp y falta empujar con más rapidez y no solamente reaccionar. Siempre debiésemos tener una actitud vigilante.

Las solicitudes por los portales de Transparencia demoran a veces más de un mes. ¿Eso también debiese revisarse?

Sí. Uno quisiera idealmente que fueran las propias organizaciones las que vayan autoajustándose porque a veces la información no está disponible de manera voluntaria como una acción proactiva de las organizaciones, y no esperar a la consulta, tal cual está estipulado en la ley. Podrían existir acciones mucho más proactivas sin necesidad de modificar la legislación. Pero como nos encontramos con estas problemáticas sí o sí tenemos que avanzar en una ley de Transparencia 2.0. Que las organizaciones se demoren en entregar información, a lo mejor no es de mala voluntad, pero quien está esperando sí puede llegar a sospechar que es así.

¿Cuáles son las instituciones que menor transparencia poseen a nivel nacional?

A ojo general, podríamos decir que -es lo que nos llevó a hacer el trabajo muchísimo más activo durante este año- son los municipios. Hay un problema de desbalance entre el poder que tienen los municipios con las necesarias rendiciones de cuentas. Por eso construimos el Pacto por la Integridad, en el que invitamos a los distintos candidatos a suscribir para comprometerse a una gestión más transparente si es que accedían a ese sillón municipal.

¿Las instituciones que velan por la transparencia deberían tener una supervigilancia?

No olvidemos que tenemos un organismo rector en esta materia, que es una institución pública, que es el Consejo para la Transparencia. Pero claramente urge una actualización de la legislación y de las facultades que se le entregan a este organismo. Deberíamos fortalecer la institucionalidad más que tender a prohibir el que se hable de ciertas cosas.

En comparación con otros países, ¿cómo se encuentra Chile en esta materia?

Hay un indicador que año tras año nos va midiendo, que es el índice de percepción de la corrupción. En general, Chile aparece bien posicionado, lo que es un arma de doble filo porque estamos como ese sapo que está en la olla y que, de a poquitito, no se da cuenta de que el agua se calienta. Chile lentamente ha ido descendiendo, o no ha ido mejorando, en la posición que tiene este índice de percepción de la corrupción. Pero seguimos bien posicionados e incluso estamos muy por sobre el promedio regional y mundial, pero eso no nos puede dejar tranquilos.

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