Una convivencia tensionada: cómo se puede favorecer el diálogo en la Convención
Declaraciones cruzadas, críticas y denuncias tanto en las redes sociales como en el ex Congreso han marcado las primeras semanas de la instancia. Para algunos expertos y expertas es algo normal y agregan que son tensiones que se deben superar con el tiempo. Otros, en tanto, proponen una mesa técnica de expertos que vele por el buen ambiente entre los constituyentes. Aquí, algunas sugerencias para la deliberación del órgano constituyente.
Una serie de controversias han marcado las primeras semanas de la Convención. Una de las últimas ocurrió el martes. La constituyente mapuche Francisca Linconao intervino en la sesión plenaria en su lengua materna, el mapudungún. Por su parte, Teresa Marinovic, convencional independiente de Vamos por Chile, la criticó por Twitter: “...Sabe hablar en castellano, pero no importa: no pierde la oportunidad de hacer show”.
Todo esto llevó a que Elisa Loncón, presidenta de la entidad, hiciera un llamado el día siguiente a “respetar las diferencias”. Agregó una analogía sobre que la Convención era como un niño a la que había que recibir “con el máximo amor”.
Pero esa misma noche, en el programa Mentiras Verdaderas (La Red), Loncón calificó como “sector de privilegio” a quienes estuvieron por el Rechazo en el plebiscito de 2020. De ahí vinieron las críticas de Marcela Cubillos, quien dijo que con esto se pavimentaba un “camino de tiranía”.
Así las cosas, varios se preguntan si peligra la convivencia en la Convención y si este tipo de polémicas podrían afectar la redacción de la nueva Carta Magna. Aquí, algunos expertos y expertas dan consejos para superar esos momentos de tensión y propiciar el diálogo entre los 155 constituyentes.
La normalidad de las rivalidades
María Cristina Escudero, académica del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile, opina que estas diferencias de opinión e intercambios acalorados son “algo muy normal dentro de los órganos de este tipo, en especial si hay una diversidad de grupos que no se habían entendido en otras instancias con anterioridad”.
Estima que con el tiempo se establecerán relaciones más estables y que “las tensiones que se dieron al comienzo no se van a volver a repetir, pero van a surgir otras tensiones de temas más sustantivos”.
Por su parte, la académica de Trabajo Social de la Universidad Católica, Daniela Bolívar, experta en temas de justicia restaurativa y mediación, entre otros, resalta que “no sólo el hecho de que unas personas se reúnan en una sala grande, que tengan micrófonos, que tengan la posibilidad de votar, va a asegurar que va a haber un proceso de diálogo y de comunicación efectiva”.
Por eso, para Bolívar sería importante que se establecieran “acuerdos de convivencia mínimos para generar comunicaciones directas y transparentes, no a través de los medios, no a través de las redes sociales; un apoyo irrestricto y transversal a la no violencia, es importante reconocer que hay constituyentes de derecha e izquierda que han sido amenazados”.
Esto es clave, pues apunta a un eventual daño al proceso mismo. “Creo que no son menores estos hechos y creo que pueden afectar la calidad del trabajo que se esté realizando”, dice Bolívar.
En tanto, Paula Correa, profesora de Mediación y Resolución de Conflictos de la Facultad de Derecho UDP, comparte la mirada de Bolívar: “Los riesgos son el escalamiento de conflictos, se daña la interacción y relaciones y eso produce un deterioro de las confianzas que hacen difícil recomponerlas. En ese sentido el tiempo para incorporar estas herramientas es importante”, comentó.
Minorías y mayorías
Durante esta semana, en el Pleno, constituyentes de la derecha dijeron que se debía respetar a las minorías en el debate sobre cómo se van a elegir las cinco vicepresidencias (ahora llamadas vocerías). Según afirmaron desde el oficialismo debieran ser representativas de las diversas sensibilidades políticas en la Convención. ¿Podrían las mayorías de la Convención pasar a llevar cualquier opinión?
Jorge Hagedorn, director de área constitucional de IdeaPaís, opina que es importante que se respeten las reglas. Atisba, a su parecer, un eventual peligro de “que cierta izquierda tome esta oportunidad como una revancha sobre la derecha, la Constitución de 1980 y la dictadura”.
Para Hagedorn esto podría conllevar a un “círculo interminable de revanchas políticas”. “Una buena aproximación es que los convencionales abandonen la épica refundacional de crear un ‘nuevo Chile’. Esa soberbia es una mala consejera”, agregó.
Diego Vela, director ejecutivo del centro de estudios Rumbo Colectivo, cree que “por primera vez desde la dictadura que creo que la derecha está entendiendo lo que es ser una minoría (...). Y justamente tienen que hacer lo que han hecho todas las minorías: buscar incidir a través del diálogo y de la discusión pública”. Aunque Vela resalta que la derecha no es la única “minoría”, sino que también están convencionales de los escaños reservados, independientes y de regiones, en especial regiones extremas.
Por su parte, Escudero enseña que “lo normal en una democracia es que ningún actor pueda vetar, si no se convierte en validar decisiones de minoría que se las imponen a una mayoría y eso debilita el sistema político. Tampoco es normal que se excluya a las minorías; la minoría se tiene que sentar a la mesa y generar mecanismos de diálogo”.
Responsabilidad y saber escuchar
A los anteriores casos expuestos se suman declaraciones de convencionales denunciando presuntos acuerdos políticos. Alondra Carrillo, convencional de Voces Constituyentes, dijo el martes que se trató de un “día de la vergüenza para el FA”, por apoyar “una interpretación arbitraria de paridad que limita presencia de mujeres y reafirma norma binaria. Luego, se quedan con la coordinación de la Comisión Reglamento con votos de la derecha. Qué se negoció?”.
A Carolina Gómez, experta en participación ciudadana y metodologías de deliberación, una de las autores del documento de participación del Observatorio Nueva Constitución, le parece fundamental que los convencionales trabajen, “reconociendo la responsabilidad que la ciudadanía les ha encargado (...), con el desafío de llegar a acuerdos para lograr un texto en que las demandas de un país mejor para todos puedan hacerse realidad mediante leyes y políticas públicas que se ajusten a esa nueva Constitución”.
Destaca que lo más importante es que cada uno de los y las convencionales tengan una actitud de escucha tanto con la ciudadanía como con las y los otros constituyentes, “dejando de lado prejuicios y desconfianzas preestablecidas. Eso permite encontrar puntos comunes entre opiniones que en la superficie parecen ser diametralmente distintas, y así avanzar hacia un resultado”.
Para Gómez, se requiere “estar dispuesto a salir de las estructuras y las posturas rígidas”. “Dejar atrás el miedo a lo distinto, tener una actitud de apertura a la diversidad de opiniones, formas, estructuras, métodos, ya sea en el proceso de diálogo como en los contenidos específicos que pudiera contener el texto. Poner todas las cartas en la mesa, todas las posibles, permite comprender todas las aristas desde donde se puede enfrentar un tema, las que luego en un ejercicio de convergencia podrán integrarse y traducirse en un texto que integre y considere todos los elementos o la mayoría de ellos”.
Entre otras propuestas, Bolívar resalta la posibilidad de que haya asesores. “El puro asambleísmo y la posibilidad de generar espacios abiertos no asegura el diálogo, y por eso creo que debiera existir una intervención, una asesoría, desde personas externas y neutrales, como ya algunos mediadores han mencionado en columnas en los medios”, comentó.
Para Hagedorn, “el tiempo apremia”, así espera que lo más importante es que se conozcan, conversen y logren formar vínculos políticos y de amistad cívica. “Para esto es necesario que se genere una conversación en privado entre gran parte de los constituyentes, para evitar que en sus intervenciones le hablen a la galería de turno”, agregó.
Vela, en tanto, espera que la misma lógica de buscar diálogos “se haga con la ciudadanía, no solo preguntarles a las personas para que digan sí o no a una propuesta, sino que, además, que puedan influir vinculantemente con sus decisiones, con mociones o espacios como un foro nacional. El importante fortalecer esos espacios”.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.