6 escándalos que marcaron la campaña de Hillary y Trump

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Durante la campaña electoral, ambos candidatos han visto minada su popularidad gracias a los escándalos que han protagonizado tanto por sus opiniones como por sus antecedentes políticos y empresariales. Estos son los seis más importantes en la carrera por alcanzar el sillón de la Casa Blanca.




La neumonía que encendió las alarmas

Con 69 años, Clinton intenta nuevamente convertirse en la primera mujer que logre la presidencia de Estados Unidos. Su apuesta es la suma total de sus ambiciones en el mundo político norteamericano, un ímpetu que la hizo ocupar el puesto de primera dama, senadora, secretaria de Estado y, ahora, la candidatura demócrata. Su figura se ha alimentado de la fama que su fuerte, calculador y frío carácter le ha proporcionado a través de sus distintos roles y del mensaje que ha intentado reiterar desde que se postuló el año pasado: ella, por sí sola, puede administrar a un conjunto de naciones que parece más dividido que nunca. Sin embargo, la descompensación que sufrió en el homenaje a las víctimas del atentado a las Torres Gemelas, menguó la percepción de fortaleza construida alrededor suyo, y extendió por los diferentes medios la interrogante de si realmente está capacitada para concretar sus aspiraciones en el Despacho Oval. El incidente generó una nueva ola de especulaciones que venían cuestionando los pocos actos públicos que Clinton había realizado en la frenética carrera electoral. Las teorías tenían su origen en un video en que se aprecia a la ex primera dama con problemas para mantenerse en pie a la hora de subir a una camioneta, por lo que es asistida por dos guardaespaldas. La respuesta de su frente fue revelar el diagnóstico médico que aseguró que la candidata padece una neumonía bajo tratamiento y sin mayores complicaciones.

Respeto a las mujeres

Llamado misógino en incontables ocasiones alrededor del mundo, Donald Trump se ha ganado el rechazo del sector femenino con sus declaraciones a través de los años. Aun así, en el segundo debate presidencial sostenido el pasado 9 de octubre, sin importarle los dichos, aseguró a viva voz que él respetaba al género femenino más que a cualquier otra persona, palabras que despertaron la indignación de miles y que se contradecían con el video de hace 11 años en que alardeó sobre acosar sexualmente a mujeres. Besarlas sin su consentimiento, agarrar sus genitales y asegurar que "todas accederían" porque "siendo una estrella se puede hacer lo que se quiera", fueron la evidencia recopilada en la grabación y que comprueba una larga lista de comentarios crudos y sexistas que han definido a al magnate. Trump también usó expresiones como "fat pig" (cerda gorda) y "dog" (perro) para referirse a la actriz Rosie O'Donell en 2015 y a la columnista Ariana Huffington, respectivamente. Asimismo, un tuiteo en su cuenta oficial ofende a la ex Miss Universo, Alicia Machado, ya que el candidato pregunta si la "retorcida Hillary" ayudó a la "repugnante Alicia M" a hacerse ciudadana de Estados Unidos con el propósito de usarla en el debate. A estos insultos se suman otros testimonios en los que declara que el embarazo es un inconveniente para los empleadores y que las mujeres no merecen recibir la misma paga, a menos que trabajen "tan bien como el hombre".

En la mira del FBI

"Cometí un error usando un email privado. Y si pudiera regresar, lo haría diferente", declaró una Hillary Clinton que reconoció la responsabilidad de un acto que podría provocar un "daño excepcionalmente grave" a la seguridad nacional de los Estados Unidos, según el Departamento de Estado de ese país. Clinton empleó un servidor privado para enviar y recibir documentos sensibles, acción que debe realizarse a través de una dirección electrónica gubernamental. La demócrata habría enviado esos mensajes sin haberlos clasificado como información confidencial, mientras ejercía su cargo como Secretaria de Estado entre enero de 2009 y febrero de 2013. El hecho fue denunciado en 2015, cuando los medios revelaron que ella debía entregar a la justicia el contenido de su correo electrónico privado, ya que en la cuenta habían 37 páginas que contenían "programas de acceso especial", proyectos clandestinos tales como ataques aéreos o material relativo a espionaje, según fuentes oficiales de inteligencia estadounidense.

Voto latino

Un abierto rechazo a varios grupos minoritarios ha sido uno de los pilares de la campaña de Donald Trump. A la fecha, el candidato acumula ofensas y críticas no solo a afroamericanos, musulmanes, mexicanos y a los defensores de los inmigrantes —a quienes describió como "violadores"—, sino que su aversión también ha incluido al papa Francisco y algunos reporteros. Al magnate también se le atribuye haber nutrido el resentimiento contra el primer presidente negro de Estados Unidos, Barack Obama, al que acusó año tras año de no ser ciudadano nortamericano. Llegó a tal punto esta incriminación que en 2011 aseguró haber enviado a investigadores a Hawái, para verificar la autenticidad de los documentos que Obama presentó para acreditar Honolulu como el lugar de su nacimiento. Si tanto odio tiene su estilo, ¿por qué millones de estadounidenses estarían dispuestos a votar por alguien que se ha demostrado xenófobo y racista sin tapujos? Especialistas explican que el sentimiento antiinmigrante se explica por el estancamiento y caída de ingresos, que afecta a gran parte de los trabajadores menos calificados del país, quienes experimentan una sensación de menoscabo. En julio del 2015, Trump aseguró en un programa de televisión que México "envía a sus criminales deliberadamente a Estados Unidos como indocumentados", anunciando que levantaría un "gran muro" en la frontera con México que sería pagado por los vecinos del sur. No es el único acto racista de Trump: antes había asegurado que muchos árabes americanos "celebraron" el 11 septiembre tras el ataque terrorista a las Torres Gemelas. Y ya en 1973, al comenzar su carrera empresarial, fue demandado por el Departamento de Justicia por discriminación racial, al no querer rentarle domicilios a afroamericanos en uno de sus edificios.

El factor Bill Clinton

Aunque la presencia y experiencia de su marido, Bill Clinton, podrían considerarse un impulso para la victoria de su candidatura, los líos de faldas del pasado y las polémicas del presente han puesto un freno a dicha expectativa. A fines de junio de este año, la reunión entre el ex presidente y la fiscal general de Estados Unidos, Loretta Lynch, en el aeropuerto de Phoenix, abrió reticencias sobre la relación de la pareja más poderosa del Partido Demócrata y sobre las motivaciones del encuentro. Uno que, sin dudas, levantó sospechas en medio de la indagación a Hillary. El escándalo que marcó al matrimonio y que demostró la resistencia de la candidata, no obstante, fue el romance que Bill mantuvo con la becaria de la Casa Blanca, Monica Lewinsky, hace casi veinte años. Aunque la ex secretaria de Estado perdonó a su marido y se mantuvo a su lado —como había hecho con conflictos de la misma índole anteriormente—, su discurso feminista ha perdido fuerza y se ha considerado contradictorio teniendo en cuenta la situación. El mismo factor ha restado impacto a los ataques que hace contra su rival republicano cuando lo señala de sexista y misógino. La figura de Bill puede considerarse una sombra en la candidatura de Hillary: acentúa la imagen de ella como una mujer leal a su hombre "pase lo que pase", lo cual resulta irónico a la hora de conjugar el mensaje de vanguardia a favor de su género.

Multimillonario en duda

¿A cuánto asciende realmente la fortuna de Donald Trump? No existe la transparencia ni el respaldo fiscal para responder la interrogante. El candidato republicano es el primer postulante a la presidencia desde 1976 que no revela sus declaraciones de impuestos y que no expone a los electores su capital, a quién le debe o no le debe, y si existen conflictos de interés en sus cuentas. En su defensa, insiste en que se encuentra sometido a una auditoría realizada por la agencia tributaria estadounidense, proceso que le impediría divulgar los documentos. El hecho no solo ha sido desmentido por su contrincante, Hillary Clinton, sino que por otros especialistas quienes indican que el ex presidente Richard Nixon pudo hacer públicas sus declaraciones en medio de una inspección. ¿Qué esconde entonces el magnate? Algunas teorías apuntan a que no quiere que se conozca que no ha pagado impuestos federales, que no apoya tanto la caridad como dice, que su riqueza no alcanza las cifras que ostenta, y que tiene otro tipo de negocios. La candidata demócrata apunta también a que investigadores aseguraron que debe US$ 650 millones a Wall Street y bancos extranjeros. A esto se le suma la denuncia publicada por The New York Times donde se señala que el magnate utilizó "métodos legalmente dudosos" para evitar pagar sus impuestos en los años 90, gracias a que parte de sus acreedores lo eximieron de lo que les debía después de declarar en bancarrota a dos de sus casinos de Atlantic City. En otras palabras, Trump intercambió sus cuantiosas deudas por acciones corporativas. La ley le habría permitido utilizar su millonaria pérdida para no pagar impuestos durante un período de 18 años. Al ser encarado en uno de los debates por Clinton, el empresario no negó la acusación. Por el contrario, solo dijo: "Eso me hace inteligente".

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