Andrés Velasco: "De no ser presidente, no formaré parte de ningún gobierno"

Ex ministro anuncia sus planes para la etapa que comienza el 1 de julio: liderar un movimiento ciudadano. Critica la medida más controvertida de la reforma tributaria de Bachelet y los plazos de recaudación.




Cuando quedan siete días para las primarias presidenciales y se defina quiénes estarán en la papeleta de elección de noviembre próximo, el independiente Andrés Velasco adelanta cuáles son sus planes para la etapa que se inicia el 1 de julio.

El ex ministro de Hacienda asegura que en caso de no ganar el próximo domingo, no está entre sus planes integrarse a un eventual gobierno de la actual oposición. Su idea es sumar a quienes han respaldado su candidatura para conformar un movimiento que dé continuidad a las ideas que ha planteado en la campaña. Y advierte que si bien su disposición es apoyar al ganador de la primaria de la Nueva Mayoría, lo que hagan sus votantes dependerá del programa que se pacte después del 30.

Las encuestas dan a Bachelet como la favorita en las primarias opositoras. ¿Cuáles son sus planes si se cumple ese pronóstico?

El proceso de renovación de la política y el esfuerzo que nosotros hemos montado en esa dirección ni comenzó ayer ni termina el 30 de junio. A mí me gustaría, obviamente, encabezar este proceso desde La Moneda. Pero si no resulta ser así, convocaré a un movimiento ciudadano desde fuera del gobierno, que me parece hoy día indispensable para hacer esos cambios.

¿Con quiénes pretende conformar este movimiento?

Con la gente independiente, estudiantes, profesionales, artistas que se han acercado a esta campaña, que comparten nuestro sentir, el sentir que no va a haber cambio de fondo en la educación, en la salud ni en el medioambiente si no tomamos decisiones. Y en democracia, esas decisiones se toman a través del sistema político, que requiere cambios profundos. Pero esos cambios no están ocurriendo desde los partidos y sus actuales dirigencias. Por eso es tan importante la movilización que ya han emprendido los ciudadanos.

¿Por qué considera convocar a un movimiento y no impulsar la formación de un partido?

Hoy es prematuro entregar los detalles de esa iniciativa. Cualquiera que haya estado en una campaña sabe que son exigentes en tiempo y energía.

¿No se ve en un partido político?

Me veo trabajando con ciudadanos, porque justamente son ellos los que van a ejercer la vigilancia necesaria para hacer los cambios que la dirigencia política no ha querido o no ha podido hacer.

Bachelet en una entrevista señaló que usted evaluó militar en un partido. Que le dijo, "jefa, ¿usted necesita que yo milite en un partido político?, porque me están ofreciendo".

Entonces recibí un ofrecimiento de participar en un partido político, oferta que decliné porque ya en ese entonces tenía una visión crítica del funcionamiento de los partidos. Por deferencia, le comenté este ofrecimiento a la presidenta.

¿Qué partido le hizo ese planteamiento?

El Partido Radical, que es el partido de mi padre y de mi abuelo. Es un partido al que le tengo cariño, pero preferí no militar en él.

¿La creación de un movimiento es viable si obtiene el tercero o el cuarto lugar en la primaria?

Yo espero sacar el lugar más alto posible y para eso estamos trabajando y me alegra constatar que hay espacio para una alternativa independiente. Esta necesidad por el cambio político no comienza ni se agota con esta campaña.

¿Está dispuesto a respaldar a Bachelet si se impone el 30 de junio?

Tengo la mejor disposición para apoyar a quien gane. Espero ser la persona que encabece esa coalición, pero todos hemos firmado un pacto de muy buena fe. Nadie es dueño de los votos de nadie y, por lo tanto, las personas que voten por nuestra campaña el 30 de junio lo hacen motivados por un conjunto de ideas y de principios. Para volver a votar en noviembre, ya sea por mí o por otro candidato, esas personas querrán ver esas ideas reflejadas.

¿Sus votantes no tienen por qué sentirse obligados a apoyar a quien gane la primaria?

No hay ningún votante de nadie que hoy día esté atado por algo que no sea una convicción personal y las ideas, y las propuestas son cada día más importantes. Sea quien sea el ganador, la esencia de una coalición es que acuerda ciertos estándares mínimos que le garantizan a todos los integrantes de esa coalición que sus principios no están siendo violados.

¿Apoyaría al ganador si no comparte sus propuestas?

Cuando uno se sienta a una mesa en este tipo de conversaciones nadie aspira a no conceder nada ni a que le concedan todo. Eso no es una conversación, es una imposición. Pero hay ciertos principios básicos que uno espera que estén representados, partiendo por las reformas políticas.

¿Qué contenidos considera intransables?

Esta conversación hay que hacerla después. Lo capital es la renovación política y que pasemos de una cierta retórica a la práctica.

¿Se integraría al comando de quien gane las primarias?

Las ofertas de quien se integra a qué campaña las hará el ganador en su momento.

¿Estaría disponible a sumarse a un eventual gobierno de Bachelet?

No me parece correcto ni aceptar ni rechazar ofertas que nadie nunca me ha hecho. Pero de no ser presidente, no formaré parte de ningún gobierno.

¿Se siente cómodo con el pacto Nueva Mayoría que reemplazó a la Concertación y que incluye al PC?

Hoy es un pacto electoral, no hay un pacto de gobierno. Un pacto de gobierno debe conversarse después de la primaria, de cara a la gente y no en un salón.

Usted no es partidario de que el PC sea parte del gobierno. ¿Ese es un punto intransable?

La persona que gane la primaria va a tener que hacer un planteamiento al respecto. No creo que sea oportuno especular. Si yo soy el ganador, no me parece que se deba gobernar con el PC.

Esa es una de las razones por las cuales desde RN llaman a sus electores a sumarse a Andrés Allamand si gana las primarias de la Alianza, porque tiene más coincidencias con usted que Bachelet.

La esencia del movimiento independiente es defender con fuerza las libertades públicas, enfatizar que los adultos en Chile no quieren que nadie les venga a decir cómo deben vivir sus vidas, una lucha a fondo contra la discriminación y el prejuicio. En ambas candidaturas de la derecha, incluida la de Allamand, veo algo muy distinto, posturas morales de un gran conservadurismo. Eso es muy ajeno al espíritu que anima a la gente que se ha incorporado a esta campaña.

LA REFORMA TRIBUTARIA

¿Qué es intransable para usted en términos económicos?

Hacer las cosas bien. No soy partidario de los ideologismos extremos que se han tomado el debate económico en Chile. Un buen ejemplo es el cariz que ha tomado el debate tributario en los últimos meses: hay una izquierda ortodoxa, con posturas irreflexivas, que parece saludar con entusiasmo cualquier alza de impuestos, en cualquier momento y circunstancia, y hay una derecha muy conservadora; quizás el símbolo de esto es Jovino Novoa, que cada vez que se mueve una coma en alguna ley tributaria vaticina el fin de la civilización occidental y el colapso de la actividad económica. Ambas posturas ideológicas no tienen ningún sustento. Creo en buscar las soluciones prácticas, prudentes, gradualistas a los problemas.

¿Quién representa ese primer extremo? ¿Bachelet?

Lo representa gente que viene de las dirigencias partidarias.

Bachelet presentó su propuesta de reforma tributaria. ¿Le cuadran las cifras de su programa?

Las cifras que ellos plantean son bastante distintas a las que nosotros hemos planteado. Ellos hablan de recaudación de 3 puntos del PIB o algo más, y nuestra propuesta es de 2. Y eso obedece a diferencias en cuanto a los usos de esos fondos. Yo no creo que sea justo recaudar impuestos para financiarle la educación superior al 10 o 15% más rico de la población, y también refleja diferencias respecto de los instrumentos a usar. Por ejemplo, el tratamiento que se les da a las utilidades retenidas.

¿Qué refleja esa diferencia?

Hay que preguntarse cómo calzan los beneficios que se van a entregar con la velocidad a la cual el gobierno recaudaría más. El 40% más o menos de lo que se recaudaría adicionalmente viene de la eliminación del Fondo de Utilidades Tributarias (FUT) y eso no sería sino hasta el gobierno siguiente, cuatro años después de promulgada la ley, cuando con certeza será el próximo período presidencial. Uno se pregunta qué va a pasar con el balance estructural, si los gastos vendrán al interior del gobierno y el grueso de los ingresos van a venir en el gobierno siguiente (...). Es una política bastante especial consignar al gobierno siguiente las dos políticas más controvertidas de esta reforma: la eliminación del FUT y la gratuidad total de la educación, que yo no comparto.

¿Pero los cálculos de recaudación son correctos?

Lo que está en juego no es el detalle de la cifra, sino el porqué se toman las decisiones que se toman. Chile es un país que tiene que invertir y ahorrar para crecer. Hay límites al ahorro que pueden provenir de los hogares y del Fisco. Y por eso es importante, para financiar las inversiones, el ahorro que viene de las mismas empresas. Un cambio abrupto al FUT tiene efectos que son muy difíciles de predecir. La fórmula que nosotros planteamos -no eliminar el FUT, sino que cobrar arriendo- tiene dos ventajas: no incurre en riesgo respecto del ahorro disponible y tiene mejores impactos distributivos. La propuesta de la candidatura de la ex presidenta deja el FUT acumulado intacto, y resulta que son precisamente las personas de altos ingresos las que han acumulado ese alto FUT. La tercera ventaja es que comienza a recaudarse desde el primer día.

Esta propuesta la diseñó Alberto Arenas, su ex director de Presupuestos. ¿Está bien diseñada?

Alberto Arenas es un profesional de primera y coincidimos, por ejemplo, en la utilidad de cerrar ciertos resquicios, que permiten que empresas grandes se disfracen de pymes, o en la necesidad de corregir la insensata estructura actual de tributación del diésel. Pero entre profesionales también hay desacuerdos y en este caso, hay un desacuerdo. Mi convicción es que mi propuesta es más procrecimiento y proinversión.

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