Aún conservo mi juguete de Navidad
Hace décadas que ya no reciben juguetes, pero conservan uno que marcó alguna Nochebuena en su infancia. Aquí nos cuentan por qué.
Mi muñeca Hugga Bunch
Unos enormes ojos abiertos fue lo primero que vio Francia Marticorena (37, veterinaria) cuando abrió su regalo de Navidad. Tenía 10 años y sólo eso le bastó para saber que el Viejito Pascuero había cumplido su deseo. Le había traído una Hugga Bunch. "Era el juguete de moda, era de peluche y se le movía la cabeza en 360 grados. Me encantaban sus ojos bien abiertos", recuerda. Después supo que una tía que vivía en Arica se la había comprado. "Era un juguete muy caro, por eso la cuidé. Hoy me recuerda mi pieza de niña", dice. Ahora está en la pieza de su hija de un año. "Cuando crezca, tal vez, se la preste", dice.
Consola Atari
No sólo tiene la consola -la que asegura aún funciona- sino que la caja original y el logo de la tienda en que la compraron. Desde que Víctor Opazo (27, ingeniero mecánico automotriz) recibió como regalo de Navidad su consola de videojuegos Atari (en 1991) supo que no la dejaría ir tan fácilmente. "Pese a que después tuve otras consolas, no quise deshacerme de ella. Todos mis amigos querían ir a mi casa para jugar con mi Atari".
Cuando abandone su casa familiar y tenga la propia, dice, la tendrá en un rincón de objetos del recuerdo porque, asegura, es algo que lo marcó a él y a su generación. "Esta operativa, no al 100% pero aún se puede jugar con ella".
El regalo de Estados Unidos
No recuerda bien qué Navidad fue. Sí, que ya iba en el colegio, que tenía unos seis años y que el regalo que recibió fue la envidia de todas sus amigas. Hoy es parte de los recuerdos que dan vida al living de su casa. Era una muñeca de plástico que su hermana mayor le trajo desde EE.UU. "En ese tiempo, las muñecas que habían en Chile eran de loza, baquelita o trapo. La que me trajo mi hermana era de goma, parecían como si fuera piel de verdad, tenía el pelo plástico, largo brillante, de color castaño y ojos celeste. Venía vestida completa, con zapatos y calzones", dice Jeannette Afani (61). A su hermana, también le regalaron una. "Nadie que yo conociera tenía este tipo de muñecas. Eramos las únicas y todo el mundo nos preguntaba por ellas. Mis tías nos tejían ropa para que les cambiáramos el traje". Todavía tiene el vestido original. "Mis nietas vienen y la miran, pero no se las paso, es un regalo muy preciado".
Zapato Matchbox
El Zapato Matchbox era un juguete didáctico con el que los niños podían aprender a ver la hora y hacer el nudo de los zapatos. Carlos Ascencio (36, sicólogo) recibió el suyo de regalo para la Navidad de 1982 . "Lo conservé por el valor afectivo que tenía. Me lo regaló mi mamá, y me recuerda mi infancia. Es significativo, porque me ayuda a rememorar buenos momentos de la niñez, a tener una imagen positiva de la infancia y conectarme con esos recuerdos agradables", cuenta. Hoy sus dos hijas son las que juegan con su Zapato y aunque eso ha significado que haya perdido algunas piezas, le gusta ver cómo lo disfrutan.
Master of the Universe
Un ícono de los juguetes de la década de los 80 fue el Castillo de Grayskull de He Man, que Rodrigo Velásquez (40 años) aún mantiene junto a muchos de los juguetes de la serie.
Se lo pidió al Viejito Pascuero cuando tenía nueve años y éste no lo defraudó. "Yo vivía en Australia en ese momento y fue maravilloso ver que me llegara este juguete que estaba de moda y que nadie tenía, excepto yo", cuenta.
El regalo lo motivó a coleccionar otros juguetes de la serie y armar toda su pieza de niño con Master of the Universe. "Mis amigos iban a mi casa a jugar con mis juguetes. Cero amistad, eran muy interesados", dice riendo.
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