Buzo de Carabineros participa en estudio científico antártico
El capitán Luis Torres (33), del Labocar, fue reclutado por el biólogo marino Gustavo Chiang para obtener muestras orgánicas.
Una estrella de mar en vez de huellas dactilares. Muchos moluscos y algas. Plancton. Y nada de sangre, al menos humana. Tampoco armas o vehículos siniestrados. A lo más, pequeños tejidos de una ballena minke o de una foca extraviada. Esos son algunos de los drásticos cambios que durante las próximas cinco semanas experimentará el trabajo del capitán Luis Torres (33), perito y buzo táctico del Laboratorio de Criminalística de Carabineros (Labocar), quien ayer desembarcó en el cabo Shirreff, de la Antártica, para apoyar las tareas en terreno de una investigación científica sobre la contaminación.
"Bucearemos hasta unos 30 metros de profundidad y en aguas de menos dos grados Celsius, lo que implica condiciones muy adversas. En el litoral central, por ejemplo, para que la gente se haga una idea, la temperatura del agua oscila entre los 12 y 14 grados", explica Torres, quien lleva 14 años en la policía uniformada y casi siete como buzo táctico acreditado por la Armada.
El proyecto es encabezado por el doctor en ciencias ambientales y biólogo marino chileno Gustavo Chiang, investigador de la Universidad New Brunswick, de Canadá, y asociado para la actual iniciativa con la Univer- sidad de Concepción.
"Nuestro objetivo es analizar las cadenas trópicas antárticas, o sea, la relación entre depredadores y presas, y estudiar en ellos la presencia de contaminantes, de los cuales ya tenemos algunos indicios, como ciertos pesticidas, mercurio y plomo y otras sustancias industriales. El objetivo es aportar datos que ayuden a la conservación de la biota acuática (plantas y animales de un área) de la Antártica", detalló.
Perito criminalístico
¿Y qué tiene que ver en todo esto un policía, habituado a crímenes, asesinatos y a personas desaparecidas?
"Mucho -aclara el mismo Chiang-. Como vamos a estudiar las cadenas tróficas, necesitamos sacar del agua un sinnúmero de muestras de tejido orgánico de la forma más precisa y limpia como sea posible. Y para eso, nada mejor que un buzo criminalístico que, justamente, trabaja obteniendo muestras, a veces mínimas, de manera rápida y precisa, tratando de causar el menor impacto en el hábitat".
Por ello, no lo pensó dos veces y reclutó al capitán Torres, junto al bioquímico Ignacio Rudolf, el otro buzo profesional que participará en la expedición.
El uniformado utilizará equipos de última generación, como trajes secos -térmicos dobles- y un scooter acuático, que es una especie de mini submarino, para evitar el desgaste y la pérdida de oxígeno por el frío.
"Es una experiencia tremendamente exigente, si ya en la superficie hay menos dos grados", comenta Torres, quien ha participado en varias búsquedas de connotación nacional, como el caso de Mariela Barra, una mujer desaparecida el 2012, en Puerto Montt.
El equipo de investigadores trabajará en el Cabo Shirreff y Bahía Paraíso, ambos lugares en la península Antártica, hasta el próximo 20 de febrero.
"Los que más van a sufrir son mis dedos, ya que por lo delicado del trabajo no podemos usar guantes muy gruesos, y las partes de la cara cercanas a los ojos, que estarán en contacto con el agua", relata el oficial, oriundo de Coyhaique y hermano de otros cuatro oficiales de Carabineros.
En el Instituto Antártico de Chile (Inach), Verónica Vallejos, jefa del departamento de proyectos, ratifica que "esta iniciativa, denominada Biomagnificación y potenciales efectos contaminantes orgánicos persistentes en la trama trófica acuática, ganó una asignación de fondos".
Según el sitio web de la institución, se le aprobaron $ 41.234.400 para cada una de las tres etapas anuales contempladas en la Antártica y la Patagonia, lo que, más otros gastos operacionales, da un total que bordea los $ 135 millones.
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