Casado, con posgrado y tarjeta bancaria: el perfil del chileno más feliz

Así lo revela desglose de datos de la última Encuesta Casen que, por primera vez, incluyó esta pregunta.




En una escala de 1 a 10, ¿cuán satisfecho está con su vida? Por primera vez, la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional, Casen, incluyó esa pregunta en su cuestionario, siguiendo la tendencia mundial de medir la felicidad. Los resultados arrojaron que el 63,1% de la población mayor de 15 años se declara alta o completamente satisfecha con su vida; las regiones de Magallanes, Aysén y Antofagasta congregan a la gente más feliz, y que entre los 15 y 24 años es el mejor momento de la vida.

Sin embargo, el desglose detallado de esas cifras, realizado para La Tercera por el Centro de Estudios Cuantitativos de la U. Andrés Bello, entregan un completo perfil del chileno más feliz: casado, con posgrado, tarjeta de crédito y que goza más haciendo voluntariado que siendo parte de una iglesia.

Para realizar el estudio, los expertos de la Unab tomaron el porcentaje de respuestas que se ubican entre los siete y 10 puntos en la escala de satisfacción con la vida, ya que reflejan mejor la felicidad que la nota promedio. Bajo ese escenario, el 66% de los chilenos que están casados se declaró feliz, contra un 60% de quienes tenían uniones de hecho y un 62% de los solteros.

Que se aluda al matrimonio no es casual. Varias investigaciones en el mundo establecen que las personas casadas o con pareja estable tienden a ser más felices que separados y solteros. Wenceslao Unanue, sicólogo social y académico de U. Adolfo Ibáñez, dice que esto se debe, básicamente, a que uno de los principales determinantes de la felicidad es sentirse relacionado con otros. "Tener pareja y sentirse unidos y en un proyecto común ayuda mucho. Por otro lado, el compartir casa, gastos, entre otros, ayuda a que la satisfacción aumente por el lado material", afirma.

¿Los hijos? Son un factor de la felicidad para la mayoría, aunque las cifras revelan que no son determinantes, ya que entre quienes los tienen un 63% se declara feliz, mientras que el 64% que no los tiene reporta lo mismo.

Ricardo Neupert, demógrafo y ex consultor del Fondo de Población de Naciones Unidas, dice que la caída en la tasa global de fecundidad revela un cambio social y de planificación de la vida. Y aunque en el contexto tradicional los hijos son sinónimo de felicidad para sus padres, el desarrollo de la sociedad hace que los derechos y realización de los individuos también entregue a las personas tanta o más satisfacción. "Las parejas no planifican su vida en función de tener hijos. No es que los hijos desaparezcan de los planes futuros de las parejas, pero no son la gran opción como antes, sino una más dentro de muchas otras".

Pertenencia al sistema

Otro factor que incide en la satisfacción de los chilenos es tener acceso a los más altos niveles de educación y a tarjetas bancarias. El 90% de los hombres y el 93% de las mujeres que tienen un posgrado se manifiestan muy felices, mientras que los universitarios, un 77% y 76%, respectivamente. En cambio, quienes tienen educación básica completa llegan sólo al 55%.

Unanue dice que contar con un título profesional es clave para sentirse competente. Y la necesidad de competencia es una de las tres necesidades más importantes del ser humano. En el caso de los que tienen tarjeta de débito, su satisfacción alcanza 73%, y tarjeta bancaria, el 78%. La satisfacción de los que no tienen ese tipo de tarjetas llega sólo por el 60%.

Daniel Martínez, siquiatra y director del Instituto del Bienestar, dice que la ecuación es simple: las personas con este tipo de tarjetas tiene acceso a más bienes que pueden otorgarles satisfacción. "Es un cierto crédito de vida, de permitirse ciertas cosas para ser feliz. Es pensar que la felicidad se puede encontrar en algo externo, y la tarjeta cumple ese rol", indica. Juan Carlos Oyanedel, director del Centro de Estudios Cualitativos de la Unab, agrega que la inclusión financiera que sienten las personas que poseen esos productos es vista no sólo como una herramientas de mercado, sino como una posibilidad de pertenencia a la comunidad. Una tesis que comparte Unanue: si estas son usadas responsablemente pueden ayudar a que las personas se sientan más seguras ante eventualidades económicas y que sientan que tienen cierto estatus.

Los expertos, sin embargo, coinciden en que esa misma herramienta que se vincula a satisfacción puede llevar a una persona al otro extremo. "Se ha encontrado que si el acceso a las tarjetas lleva al sobreendeudamiento, eso termina generando menor satisfacción en el mediano-largo plazo", concluye Unanue.

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