Cees Nooteboom: "Después del horror, la historia se conecta consigo misma"
Novelista, traductor y ensayista, el holandés es un hombre cosmopolita y aventurero, cuya narrativa asimila la tragedia humana con saludable humor. En esta entrevista nos habla de esto y de las dos novelas recién llegadas en formato bolsillo.
Tiene 75 años y sigue viajando por el mundo, como ha hecho desde que cumplió 20. Y sigue también aumentando su extensa obra literaria. Traductor al holandés de Neruda, Pavese y Ted Hughes, es autor del célebre ensayo Cómo ser europeos, y de Tumbas, libro que une reflexiones y fotografías de las tumbas de sus autores favoritos: Joyce enterrado en Zurich, Stevenson en Samoa y Neruda en Isla Negra. Pero Cees Nooteboom es mejor conocido como novelista: con La historia siguiente (1991) vendió más de 500 mil copias sólo en Holanda (que tiene los mismos habitantes que Chile) y con El día de todas las almas se consagró como uno de los escritores europeos más interesantes de estos tiempos.
En sus novelas sigue preguntándose por el sentido de la historia, personal y colectiva, que parece no existir.
La historia tiene un sentido sólo en la medida que nuestras vidas tienen un sentido. Y algunas veces hay momentos en la historia que riman, como en la poesía. En 1956 yo estaba en Budapest, en medio de la rebelión popular, y se me acercó una joven. Me preguntó si Occidente llegaría a ayudarlos. Yo sabía que eso no iba a suceder, y me sentí parte de una traición. Luego entraron los tanques rusos y cerraron las fronteras. Salí del país justo a tiempo. Fue la confirmación del acuerdo que los Aliados habían hecho en Yalta: Europa se dividía en dos, separada de su historia común. Treinta y tres años después, en 1989, estuve en Berlín y vi caer el muro, lo que significó el fin de la división europea. Eso es lo que llamo una rima. En 1957 viajé en bus de Miami a Nueva York; los negros debían sentarse en los últimos asientos, y en cada parada usaban baños y restaurantes aparte. Así, cuando Barack Obama es elegido presidente de EEUU, se produce otra rima histórica. Algunas veces, después de un largo y horrible paréntesis, la historia se conecta con sí misma.
En La historia siguiente el personaje sufre por su soledad y es un autor de guías de viaje que se ríe de sí mismo. ¿Cuánto hay de autoironía en este holandés errante, muy culto pero muy frágil?
Uno debe ser capaz de reírse de si mismo. Yo nunca he escrito guías de viaje, sí muchos libros sobre viajes, como El desvío de Santiago y Hotel nómada. Mi personaje en La historia siguiente es un profesor de lenguas clásicas muy mañoso que tiene un humor amargo, por eso dice cosas espantosas sobre el tipo de escritor que yo soy. Uno no debe tomarse tan en serio. Por otro lado, es el personaje de un libro. Y cuando uno crea un personaje no debe quejarse de su comportamiento.
Los viajes, que han sido su pasión, parecen haberse convertido en un asunto de consumo, donde la diferencia es sólo exotismo.
Cuando la gente joven me pregunta cómo escapar de ese tipo de viajes, les digo que no se metan a ningún tour, sino que simplemente vuelen a una capital extranjera, sea Bangkok, Delhi, Adelaida o Santiago, se vayan directo a la estación, tomen el primer bus que se dirija a un lugar que no conocen y se preparen para lo desconocido. Cuando joven me pasó eso, pues trabajé un tiempo como tripulante en un barco que viajaba de Rotterdam a Paramaribo, en Surinam. Así es como aprendes.
También está el viaje de los inmigrantes, el de la gente sin lugar. ¿Cómo ve ese fenómeno como europeo?
En la isla española donde vivo durante el verano, Menorca, hay mucha gente de Ecuador, Brasil, Bolivia, y también llegan muchas lanchas que desembarcan con gente desesperada que trata de cruzar desde Africa. Aquí en Holanda hay mucha gente proveniente de las viejas colonias, Indonesia y Surinam, Marruecos y Turquía. El gran impacto de este movimiento continuo de personas se hará visible mucho más adelante, en una mezcla total. Ya empezó y no va a parar, y nos afectará a todos. Es un aspecto nuevo de la historia, de hecho "es" la historia, ya que la historia está hecha por personas.
Cuéntenos sobre su viaje por Chile, ¿cuándo fue eso?
Llegué en un barco alemán, yo daba unos cursos a bordo y a cambio me llevaban. Fue en enero del 2005 y recorrí desde Valparaíso hasta Puerto Montt, Punta Arenas, Cabo de Hornos, Magallanes, Ushuaia y luego subí hasta Buenos Aires y Montevideo. Nunca olvidaré esos largos estrechos solitarios, vacíos, de la costa chilena. Recuerdo todos los hermosos nombres en los mapas de millones de islitas.
Usted ha sido candidato al Nobel en los últimos años. ¿Le da alguna importancia? Pensemos que Sartre lo rechazó y que Beckett lo llamó "la gran catástrofe".
Ah, el Nobel. ¿Hasta cuándo tengo que responder esta pregunta? Sartre y Beckett ya eran mundialmente famosos cuando lo recibieron. Para alguien como yo, de pronto todos mis libros recibirían atención, y eso es lo que todos los escritores quieren. Se toma muy poco en cuenta a los idiomas llamados "pequeños", aunque 21 millones de personas hablan holandés. El premios se entrega más que nada a autores ingleses, luego españoles, alemanes o franceses. A mi amigo Hugo Claus, un gran escritor y aún mejor poeta en nuestra lengua, quien murió recientemente y durante muchos años fue candidato, siempre le preguntaban por el Nobel. Una vez respondió: "Debieran dármelo por razones humanitarias". Pero no se lo dieron.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.