Chacabuco, los 200 años y Trump
El muro que pretende levantar Trump no es con México; es entre Estados Unidos y América Latina. Y si él persiste, debe encontrarnos fuertes y unidos para decirle no.
El historiador italiano Benedetto Croce dijo alguna vez que "todo estudio sobre el pasado es siempre historia contemporánea". En estos días, cuando conmemoramos los 200 años del triunfo en Chacabuco del Ejército de los Andes, la realidad confirma la vigencia de esas palabras. De nuevo surge la urgencia de la unidad y de saber identificar lo principal por encima de las diferencias para enfrentar el peligro mayor. En verdad, los 200 años de esa gesta libertadora nos indican cómo actuar hoy frente a Donald Trump.
No, no es antojadizo hacer una reflexión que vincule ambos temas. Ayer, tras la derrota de Rancagua, los nuestros cruzaron los Andes para unirse a esa gran empresa que, con sentido estratégico superior, había concebido José de San Martín: no seguir buscando llegar a Lima atacando por el Alto Perú y hacerlo por los Andes en un esfuerzo que parecía imposible. Actuamos juntos entonces para enfrentar a España, porque queríamos la libertad y atrevernos a caminar solos. Y para ello la unión era fundamental. Hoy, ante un mundo de incertezas -donde la forma como el nuevo mandatario norteamericano está acosando a México es lo cercano, pero donde también emergen esos nuevos nacionalismos que socavan a Europa-, es vital saber actuar con unidad.
Hoy domingo tiene lugar un encuentro ligado a esa conmemoración bicentenaria, donde el contexto contemporáneo da validez a lo que decimos: la Presidenta Michelle Bachelet y el Presidente Mauricio Macri, como mandatarios de Chile y Argentina, rescatarán los símbolos de aquella gesta en el marco del presente. La investidura regional con la cual cada uno llega a esta reunión le otorga resonancias de siglo XXI a la cita: Chile preside ahora la Alianza del Pacífico y Argentina es responsable pro tempore de liderar el Mercosur. La oportunidad es propicia para un diálogo nuevo entre ambas agrupaciones regionales, sobre todo cuando Brasil también lo valora de manera similar.
Es cierto que la reciente Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe, CELAC, realizada en Santo Domingo, mostró poca coordinación política para enfrentar unidos el nuevo entorno internacional. Ninguno de los gobernantes de la Alianza del Pacífico ni de los países fundadores del Mercosur estuvo allí. Pero los pasos que han seguido parecen ir en una perspectiva de reacción positiva: los anuncios de una reunión de Cancilleres de los países de ambos organismos para el mes de abril, destinada a repensar las interacciones comunes de ambos proyectos, van en la línea de la acción correcta.
Como ya lo he señalado, el muro que pretende levantar Trump no es con México; es entre Estados Unidos y América Latina. Y si él persiste, debe encontrarnos fuertes y unidos para decirle no. Eso significa que debemos analizar esta realidad hemisférica en todos sus alcances. Una realidad encadenada a determinantes cada vez más globales, como clima, droga, migraciones, comercio, tecnologías, educación, todos temas que nos llaman a actuar con una sola voz. Sólo así podremos tener peso y capacidad de diálogo con la Unión Europea, con otras regiones del mundo o con países continentes como India o China. Estamos en el siglo XXI y eso nos exige consensos con visión de futuro, estar muy alertas a los cambios emergentes y entender que los nuevos desafíos nos reclaman unidad. Lo demás es miopía política.
Hace 200 años, los héroes de Chacabuco actuaron unidos y triunfaron. Ese es el camino hoy.
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