"Chile cambió y se va a hacer más difícil gobernar para cualquier presidente"
"Sé que mi figura y el programa pueden concitar grandes expectativas", dice Michelle Bachelet, aunque asegura que "yo jamás he hecho ofertones". A menos de una semana de haberse convertido en la candidata única de la Nueva Mayoría, reafirma sus tres principales compromisos, habla de los cambios en el país, de la convivencia DC-PC dentro de su comando y de su relación con el abanderado del oficialismo, Pablo Longueira.
EL DOMINGO pasado se convirtió en candidata única de la Nueva Mayoría, tras imponerse por un cómodo 73% a Andrés Velasco, Claudio Orrego y José Antonio Gómez. Ella sola, además, duplicó a los dos candidatos del oficialismo y obtuvo más del millón y medio de votos. Hoy, al inicio de una nueva fase de campaña y ad portas de incorporar a la DC y radicales, reafirma que sus tres principales propuestas -reforma tributaria, educación gratuita y una nueva Constitución- corresponden al "piso" de su programa de gobierno. Asume, de paso, que los cambios de la sociedad chilena hacen más difícil la tarea a quien gobierne y da cuenta de que la asamblea constituyente pierde fuerza.
¿Cómo vio la contienda en la Alianza? ¿Cree que Allamand era más competitivo frente a usted que Longueira?
Yo no creo que tenga mucho sentido preguntarse cuál es el candidato más competitivo frente a mí, porque acá hubo un conjunto de chilenos, 750 mil aproximadamente, que fueron a votar por la Alianza y una mayoría optó por Pablo Longueira.
¿Pero cómo lo ve usted?
Yo no voy a votar por ninguno, así es que lo que importa es lo que opina la gente que va a votar por la Alianza, y en ese sentido, yo sólo puedo decir que espero que en esta campaña, tal como se lo dije a Pablo Longueira cuando lo llamé para felicitarlo, podamos tener la misma forma de relación que hemos tenido históricamente, de respeto, donde lo que prime sean las ideas y las propuestas y no otro tipo de elementos que no le hacen bien a la democracia ni prestigian la política.
¿Qué opinión tiene usted de Longueira?
Tenía mucho respeto por Pablo Longueira. En mi experiencia como ministra y como presidenta, era una persona con la que uno podía trabajar, con una mirada de país, de Estado y de llegar a acuerdos. En el caso de que los acuerdos no fueran posibles, se planteaba de una manera muy directa y clara. Tuve siempre una relación de esa naturaleza con él, de respeto, pero entendiendo las diferencias.
¿Cuánto le puede aportar el apoyo del gobierno a Pablo Longueira?
Los gobiernos tienen que gobernar para todos hasta el último día. Si un ministro quiere dedicarse a hacer campaña, debería irse. Distinto es que el sábado, domingo a las cuatro de la tarde o después de almuerzo salga como cualquier ser humano. Obviamente, no puede hacer ningún acto de campaña con los recursos del Estado. Nosotros en las primarias vimos intervención. Creo que francamente se pasó una línea. El ministro de Hacienda dijo que mi programa iba a afectar a la economía, entre otros ejemplos. Eso no le hace bien a la democracia ni tampoco a este gobierno.
LA ACTUAL ADMINISTRACION
¿Está de acuerdo con que a este gobierno, por los resultados económicos, si le hubiese tocado administrar el país hace ocho o 10 años habría tenido alta aprobación?
Yo no voy a hacer política ficción.
¿Reconoce que los resultados macroeconómicos de este gobierno son positivos?
Sí. Me alegra que haya crecimiento, buenas cifras de empleo. Me parecen muy positivas, pero ha habido mucho viento a favor y todavía como país tenemos una deuda importante en lo que son los efectos de largo plazo del crecimiento, como productividad y energía. Nos alegra, pero no nos garantiza que el país siga creciendo. Hay que hacer mucho más todavía, y que si un gobierno hace ocho o 10 años atrás sería mucho más popular o no, no me atrevería a decirlo, porque yo tengo la percepción de que así como en otros países se dice "es la economía", yo creo que en Chile no es sólo la economía...
Sí. Me alegra que haya crecimiento, buenas cifras de empleo. Me parecen muy positivas, pero ha habido mucho viento a favor y todavía como país tenemos una deuda importante en lo que son los efectos de largo plazo del crecimiento, como productividad y energía"
¿Es la clase media?
Es una economía que efectivamente se refleje en mayores condiciones de vida para la gente más pobre y para la clase media. Hay cosas que han pasado, por ejemplo, en las pensiones, donde la promesa de tasas de reemplazo de 70%, 80% de los salarios no se cumplió. Tenemos gente de clase media que ganaba un millón 300 mil pesos y al jubilarse, después de 30 o 35 años, sacan pensiones de $ 280 mil, $ 320 mil. Entonces, yo creo que no basta con las figuras macro... si no se traducen y reflejan finalmente en la vida de las personas, no producen aplausos. Lo segundo es que no basta con tener empleo si no es un empleo con salario medianamente adecuado, si no es un empleo digno y decente, con contratos, con relaciones laborales adecuadas. Es indispensable que haya crecimiento económico y empleo, pero se requiere mucho, se requiere política de protección social, se requiere que las políticas tengan en el centro las personas. Y que los sistemas se adapten a las personas y no las personas a los sistemas. Esa es una gran lección que yo saqué del Transantiago.
EJES PROGRAMATICOS
Se afirma que usted tenía una mirada y un programa antes de la primaria y que ahora, con sus nuevos aliados, conversará y hará ajustes. ¿Qué cambios prevé?
Las primarias muestran con claridad que de esos tres millones de personas que votaron, en su mayor parte están por la Nueva Mayoría y lo que representaban sus cuatro candidatos. Eso muestra que hay una amplia mayoría que apoya un proyecto de centroizquierda, que coincide con el planteamiento de que Chile ha entrado en un nuevo ciclo económico, político y social, y que se debe continuar con lo que hemos hecho bien por mucho tiempo, pero se requieren cambios transformadores.
¿Cuáles?
El tema de la desigualdad es uno de los más importantes y siento que ese es un diagnóstico muy compartido por el pacto. Me refiero a los partidos, pero también a los independientes, que fueron la gran mayoría (…). Diría que el país siente que Chile sigue avanzando y creciendo y que eso es bueno, pero también que se puede mucho más. Esa mirada es compartida, por lo tanto, no me parece a mí que haya un cambio. Planteé a lo largo de todo Chile que era necesario derrotar la desigualdad con todas sus caras: socioeconómica, educacional, descentralización territorial, de género, pueblos originarios, diversidad sexual… Eso es lo que apoya finalmente esa gente que me apoya a mí. Pero también está en la esencia de lo planteado por los otros candidatos, y eso se mantiene.
Mantiene sus tres ejes principales…
Tres grandes prioridades, más allá de que no son las únicas. La necesidad de una reforma educacional profunda, de una reforma tributaria que financie esas y otras tareas de protección social y que incluya equidad tributaria, y una nueva Constitución, que nos represente a todos. Esa ha sido la línea que he planteado a lo largo de Chile y hay un acuerdo completo. Además, hay que seguir desarrollando otros lineamientos. Tenemos propuestas de 35 comisiones y el tema ahora es cómo se integran todas las fuerzas que estaban representadas en el pacto en esta nueva etapa, tanto en la estructura de comando como por cierto, en los lineamientos programáticos. Habrá ahí, como ya lo hubo, distintas opciones. A mí se me presentaron varias y yo fui la que dije, 'bueno, esta es la opción, por aquí nos vamos', porque eso es lo que corresponde. Cuando uno decide ser candidata y va a ser quien represente al país, uno debe poner el acento, la priorización, el tono.
¿Qué rol le dará a la DC en esta etapa?
Lo primero es que yo no he recibido presiones de nadie. Nadie ha tenido la desubicación de tratar de presionarme. Pero cuando hablamos de Nueva Mayoría, estamos hablando de un pacto y lo natural en esta fase es que todos aquellos que han sido parte se involucren, se incorporen. De distintas maneras. Cada persona, cada candidato, cada partido podrá optar por distinta forma. Obviamente, la DC va a tener un espacio, así como los demás partidos y los independientes.
¿Y Andrés Velasco?
Con Andrés quedamos de juntarnos después de sus vacaciones. Mi idea es esencialmente sumar a todos quienes sientan que este proyecto los representa, y van a tener espacio porque hay mucha tarea que hacer, así es que muy bienvenidos van a ser todos.
¿Cómo va a conciliar la convivencia DC-PC?
Están todos de acuerdo respecto de las grandes prioridades. Siempre se pueden encontrar áreas donde hay diferencias de concepto y de análisis político o económico. Pero eso pasa al interior de un partido también. Aquí no hay que aterrarse, son partidos serios, con representación, con experiencia y responsabilidad. Si alguno tiene dificultades en cuanto a temáticas, entre ellos las resolverán, pero yo voy a ser la que va a tomar la decisión, la que va a definir los énfasis del programa.
¿Usted cree que las diferencias entre la DC y el PC no son tan de fondo, entonces?
Hay temas en que efectivamente tienen diferencias importantes, pero yo personalmente soy una convencida de que en democracia tenemos que ser capaces de identificar lo que nos une, y si es mucho más que lo que nos separa, buscar cómo se trabajan los acuerdos.
En una campaña de primarias se compite por un electorado común. Ahora debe buscar un voto más moderado, de centro, más independiente. ¿Cómo pretende abordar a ese elector?
Quiero decir que hay un tremendo apoyo a las reformas que estoy planteando. Para algunos puede parecer que la Constitución es algo muy lejano, pero cuando explico por qué para que funcione la reforma educacional es necesario cambiar la Constitución, la gente se da cuenta de que es algo importante. A mis actos de campaña no van puros militantes, sino gente independiente en su gran mayoría, y están de acuerdo con que son tareas fundamentales. El programa que hemos estado planteando es un programa que perfectamente representa a una amplia mayoría.
LO BUENO Y LO MALO DE CHILE
Usted ha dicho que no se ha izquierdizado, ¿es el país el que se ha izquierdizado?
Creo que el país tiene desafíos que tienen que ver con lo que la centroizquierda siempre ha representado y es enfrentar la desigualdad. Este país ha progresado y tiene cosas súper buenas, la gente conoce y respeta a Chile, pero tiene una herida profunda que es la desigualdad, y esa desigualdad está ligada a que Chile puede más. Si estamos tan bien en la economía, entonces, ¿por qué seguimos con estas diferencias tan grandes? Yo no he hecho un giro ni a la izquierda ni a la derecha, sino un giro ciudadano.
Había diferencias con sus contrincantes, como el instrumento para cambiar la Constitución y la gratuidad universal en la educación. Respecto de esto, ¿por qué cambió y dejó de creer que era regresivo?
Dije que era regresivo porque me refería al sistema actual de financiamiento de la educación, que es por el impuesto general. Cuando se hace sobre impuestos generales, el que tiene más puede pagar y el que tiene menos no paga. Porque hoy día el sistema tributario es regresivo. Se ha visto que después que pagan impuestos no se genera mayor equidad.
Aunque paguen más impuestos, el Estado tiene recursos limitados.
Aquí estaría pagándose a través de ese impuesto. La solidaridad se estaría logrando y la progresividad también, porque quienes tienen más pagan los impuestos que tienen que pagar y pagan más que los que tienen menos (…). Ahora, la gratuidad es para los estudiantes… para que las universidades reciban recursos van a tener que firmar un convenio con el ministerio, que va a fijar un arancel fijo y no variable, como ahora. Deben ser universidades acreditadas, sin fines de lucro -como establece la ley- y eso tiene que asegurarse. Van a tener que firmar un convenio en el cual se garantiza el mismo arancel para todos si es que quiere recibir el dinero del Estado para que los estudiantes puedan estudiar gratis.
¿Va a quedar una diferencia del arancel que las universidades cobren al alumno?
No. Una universidad podría decidir no entrar en el convenio, pero el Estado no le va a pasar un peso. Sí le va a pasar recursos a todas las universidades, institutos técnicos y CFP que se comprometan con reglas como arancel fijo igual para todos, en el contexto de acreditación obligatoria y fin al lucro efectivo en todo el sistema universitario.
En cuanto a la reforma constitucional, ¿dejó de lado la idea de la asamblea constituyente?
Nunca hablé de un mecanismo. ¡Nunca! Dije que había pedido opciones y que no descartaba ninguna. No descartar no significa ir por ese mecanismo. Les pedí a los expertos que me entregaran opciones legítimas, basadas en la experiencia, en la tradición. Recibí cuatro. Obviamente, yo prefiero un cambio constitucional por las vías dentro del marco institucional. Creo que todos los cambios transformadores que Chile requiere tienen que hacerse con gobernabilidad democrática y dentro del marco institucional. Ahora, eso tiene un gran desafío, no sólo para un futuro presidente si yo soy electa, porque lo que va a pasar es que si el mundo parlamentario no va con los tiempos de lo que a la gente le está pasando, si no somos capaces de generar canales a esa expresión de la calle, la gente va a empezar a buscar otros mecanismos. Optar por un mecanismo institucional significa exigirle mucho más a ese marco institucional, de que responda a las necesidades de hoy.
¿Qué mecanismo le acomoda más?
He insistido en todos lados que optar por el mecanismo institucional exige muchas cosas: madurez de la clase política, seriedad, mirar el país en que estamos y hacerse cargo de lo que está pasando. Pero exige también hacer los esfuerzos máximos por obtener el mayor número de doblajes y esa es la apuesta que estamos haciendo ahora. Mirar cuál es el máximo número de doblajes en senadores y diputados, para avanzar en estas temáticas.
¿Podría precisar más la vía institucional?
Yo lo voy a decidir, pero no es un tema que creo que haya que decidir hoy. Por ahora, mi apuesta principal es generar la mayor fuerza política en el Parlamento.
¿Qué se debe cambiar de la Constitución?
Fundamentalmente, cambios políticos. Tenemos contemplada la discusión del régimen político. No hemos avanzado en mayor detalle, pero hay propuestas que piensan que el sistema debiera ser no tan presidencialista... Está, obviamente, el sistema binominal, que hay que cambiarlo por uno proporcional ajustado, probablemente.
¿Le gusta el uninominal?
Se requiere un poco más que eso, la posibilidad de elegir entre más personas.
EXPECTATIVAS
He insistido en todos lados que optar por el mecanismo institucional exige muchas cosas: madurez de la clase política, seriedad, mirar el país en que estamos y hacerse cargo de lo que está pasando. Pero exige también hacer los esfuerzos máximos por obtener el mayor número de doblajes y esa es la apuesta que estamos haciendo ahora"
¿Qué siente cuando ve las grandes expectativas que ha generado, ante casos como que la Presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, pierda 27 puntos en tres semanas? Usted está proponiendo cambios estructurales y la gente se genera altas expectativas, lo que hoy hace que para los presidentes sea muy difícil gobernar. ¿No teme que le pase algo parecido?
Hay un malestar global. Uno lo ha visto en España, en la plaza Tahir, en Wall Street, en América Latina. Hay gente que siente que los modelos de desarrollo han permitido cosas importantes, pero que todavía se enfrenta con el tema de la desigualdad y con un gran descontento con la política y las estructuras de la institucionalidad. Yo sé que mi figura y el programa pueden concitar grandes expectativas. Sin embargo, lugar al que he ido he dicho que estas son las prioridades, pero que no basta con la voluntad mía, sino que se requiere la fuerza que permita que estos cambios se concreten y que es esencial elegir parlamentarios que se la jueguen.
¿Cómo interpreta lo de Brasil?
Lo de Brasil lo hemos visto aquí y en otras partes. El gran peligro no es hacerse cargo u oír a la gente, sino oír lo que pasa y no hacerse cargo de esos cambios (…). Las personas pueden perder popularidad, pero nunca he estado en esto de ser popular. Lo más importante, quiero insistir, es que yo jamás he hecho ofertones, sino que he dicho, "mire, esto debemos cambiar, pero no basta conmigo". He insistido en que no se puede hacer todo en un gobierno de cuatro años, pero que se pueden asumir las tareas urgentes y estratégicas. He dicho que la gratuidad universal no se logra en cuatro años, sino que en mi gobierno, 70% de gratuidad… Las elecciones tienen que ver con los sueños y anhelos. Siempre hay expectativas, pero la única manera de que no se desborden es hablar con la verdad. Decir "esto es posible, esto otro no".
Dice que no está haciendo ofertones, pero la propuesta de educación gratuita no es algo menor y apunta, además, a un grupo complejo en su relación con la autoridad.
Estas propuestas van todas de la mano. Si no hay reforma tributaria, no va a haber la reforma educacional que queremos, y no es sólo el tema de gratuidad, tiene que ver con calidad. La plata no es sólo para pagar la educación, nuestra propuesta va desde los cero año hasta los adultos. Eso tiene que ir de la mano con la reforma tributaria, para que estén los recursos, y se requiere de una nueva Constitución, porque la educación es considerada una ley orgánica y se necesita lo que pasa en cualquier país democrático, donde para procesos de esta naturaleza basta con mayoría simple. En Chile siempre fue así, sólo desde la última Constitución se le dan estos altos quórums. Por eso es que es tan importante, optando por la vía institucional, elegir más parlamentarios. Tenemos que hacernos cargo de los cambios, y si no somos capaces de hacerlos por la vía institucional y la gente empieza a tomarse las calles, aquí no va a ser responsabilidad de una presidenta, sino de un sistema político que es incapaz de responder a los desafíos que Chile tiene. De mi parte, haré todo lo que corresponda, pero uno de los problemas que yo veo es una cierta ceguera de no hacerse cargo de que este país cambió.
Hay que entender que Chile cambió y se va a hacer más difícil gobernar para cualquier presidente, porque hoy la gente ya no está porque le den cualquier cosa; está por pedir lo que sienten que es justo.
Una teoría respecto de los cambios que ocurren en Chile y otros países es que si bien las sociedades han cambiado, los sistemas políticos no. Ustedes desecharon el nombre Concertación y lo cambiaron.
Creo que ese diagnóstico es absolutamente cierto. La lectura de tres millones votando el domingo, cuando todos los pronósticos eran bastante malos, demuestra que hay una ciudadanía que quiere participar. Ahora, más allá de todo lo que se puede hablar de los partidos políticos -nepotismo, falta de apertura, falta de aire fresco en las directivas-, creo que siguen siendo centrales en toda estructura. Requieren de una democracia sólida y tiene que avanzarse en mayor representatividad y cercanía. Es indispensable que vuelvan a representar a los sectores sociales, a las bases, a estar más vinculados con los centros de masa, con las universidades, los sindicatos. Se tiene que volver al terreno y hay que ampliar, renovar aire, traer nuevos liderazgos. Se requieren liderazgos con experiencia y nuevos liderazgos. Los partidos son esenciales, pero en el mundo actual la democracia no se agota en ellos: existen estas fuerzas sociales que si no tienen canales, por un lado de contención cuando lo requieren y por otro de expresión, lo que ven es la calle y la calle puede estallar en cualquier dirección, como vemos en Egipto.
Es más difícil gobernar por el momento político, pero también, según los pronósticos, si gana va a heredar una economía más compleja porque el súper ciclo del cobre terminó. ¿Eso la puede complicar más, si se suma además la reforma tributaria?
Los expertos han dicho que este viento a favor se anduvo acabando y este año se supone que el crecimiento va a ser más bajo. Pero también que se espera, como tendencia, un crecimiento en torno a un 5%, lo que no es malo tampoco. Si esa es la tendencia, hay que preguntarse qué hay que hacer para que la economía siga creciendo y hay dos cosas claras entre los expertos: hay que mejorar la productividad, porque pese a los altos crecimientos de los últimos años no ha mejorado nada, y hacerse cargo del tema energético (…). Si no aseguramos calidad en la educación, no vamos a mejorar la productividad. Y sin reforma de la educación, eso no lo vamos a lograr. Por lo tanto, de nuevo, la amenaza mayor no es la cierta desaceleración de la economía, sino no hacernos cargo de estas tareas más estructurales que Chile requiere.
Una de las críticas que hizo Andrés Velasco a su reforma tributaria es que va a estar en régimen en cuatro años y que sus efectos impactarán en el gobierno subsiguiente.
Lo único que no parte de inmediato es el FUT, lo otro parte de inmediato, en una gradualidad que están por definir los técnicos. Cómo se pasa del 20% al 25%... cómo se baja del 40% al 35%. Todo esto, sobre bases devengadas y en un sistema integrado. Lo que parte al cuarto año es que se supera el FUT y se inicia la depreciación instantánea para esos sectores. Para las pymes parten desde un comienzo todas las medidas, tanto la depreciación instantánea como el cambio de sujeto. Se va a partir de manera gradual, porque uno tiene que dar los tiempos para que se puedan ajustar transiciones de esta naturaleza.
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