Christopher Nolan aterriza con la épica Dunkerque
La primera cinta bélica del aclamado director se estrena el jueves en Chile. Es el primer proyecto del británico alejado de la fantasía en más de una década.
En más de una forma, Dunkerque, lo nuevo de Christopher Nolan, evoca a los primeros años en la carrera del realizador británico, antes que hombres murciélagos, magos vengativos, viajeros de los sueños y astronautas existenciales se tomaran su filmografía. Como Following (1998) y Memento (2000) -con esta última comparte sobre todo una narrativa compleja y no lineal-, Dunkerque presenta al Nolan más visceral, uno que privilegia la intensidad y evocación a través de imágenes por sobre los diálogos. El espacio para la emotividad es reducido. La película es, por sobre todo, un calculado estudio de escenas y personajes. También es la primera historia dirigida por Nolan alejada de la fantasía desde Insomnia (2002), en más de 15 años.
Pero por más que el británico regrese a sus inicios, Dunkerque es también parte del mundo del Nolan moderno: una gran superproducción que con un abultado presupuesto -por lo bajo $ 150 millones de dólares- busca generar el mayor espectáculo a nivel técnico posible. El resultado es, según buena parte de la prensa especializada, la mejor película en la carrera del cineasta.
La idea de la película sobre las consecuencias de la batalla de Dunkerque, uno de los mayores desastres militares para los Aliados en la II Guerra Mundial, se había transformado en un proyecto pasional de Nolan desde comienzos de su carrera, pero el cineasta no veía posible realizarla hasta que tuviera la experiencia suficiente en cintas de alto presupuesto.
La aproximación de Nolan a la historia no es una película bélica tradicional. La película comienza después de la batalla en sí, con un mínimo contexto entregado por un texto inicial, enfocándose en lo posterior, con cientos de miles de soldados Aliados varados en las playas de Dunkerque en Francia, a merced de un enemigo invisible: nunca se ve a un soldado alemán más allá de siluetas. Lo que sí se ven son sus bombas y torpedos, que transforman la supervivencia de los británicos en una claustrofóbica pesadilla.
La película es un extenso clímax dividido en tres puntos de vista: la tierra; con los soldados (entre ellos el ex One Direction Harry Styles) varados en la playa; el mar con los botes civiles que acudieron al rescate de las tropas -y con un Mark Rylance en su mejor momento- y el aire; con los aviones que apoyaron la operación.
En sus 107 minutos de duración Dunkerque muestra más de lo que dice, con apenas un puñado de diálogos -Nolan la ha descrito como una película "casi muda"-. Pero las inquietudes clásicas del director siguen allí: la naturaleza del heroísmo, la percepción del tiempo y la complicada psicología del ser humano aparecen en distintos momentos de la cinta. Una nueva reinvención de un director que ha dedicado su carrera a reivindicar las superproducciones como una profunda forma de arte.
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